Opinión

Estados Unidos en el centro

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Uno de los errores de cálculo más importantes que ha cometido Vladimir Putin con su decisión de invadir Ucrania, ha sido el no valorar adecuadamente las consecuencias que iba a tener la guerra en el liderazgo de Estados Unidos y su rol como gran potencia central. Si pensaba debilitarlo, lo cual constituía un objetivo en sí mismo, el resultado ha sido exactamente el contrario. El documento de Estrategia de Seguridad Nacional publicado por la Casa Blanca el 12 de octubre establece las líneas maestras de la política norteamericana para situar los intereses americanos en un ámbito global a partir del rejuvenecimiento interno y económico de su democracia y el fortalecimiento de las alianzas y coaliciones con otras democracias y gobiernos que contribuyan a la consolidación de un orden internacional, respetuoso con las normas para encauzar la rivalidad de intereses y con el avance de los derechos humanos y la diversidad. Una estrategia integradora de las dos visiones exteriores tradicionales, realista y liberal, que ha esperado pacientemente en los despachos de Washington a que la guerra de Ucrania mostrara al mundo de forma explícita y dolorosa durante los últimos meses, el acierto de los planteamientos americanos.

Mientras Rusia se debate entre una derrota militar parcial o una derrota moral integral y el Partido Comunista Chino se prepara para reelegir sin convicción a un Xi Jinping atrofiado por su posición insostenible de apoyar entre comillas la injustificable invasión de Putin, los americanos ofrecen a la inmensa mayoría de países y realidades culturales la posibilidad de construir un orden donde los distintos intereses puedan ser coaligados para afrontar los problemas globales. El bien común. En un espacio de cooperación donde Estados Unidos no esconde sus objetivos para mantener su liderazgo, pero que se abre a la diplomacia y la negociación, a la regulación del entorno digital, la lucha contra el cambio climático y la reconfiguración energética y a la seguridad integral que incluye la salud y la alimentación. Y naturalmente a la lucha contra los desestabilizadores del entramado de estados soberanos y potencias, cuyo objetivo común es el progreso y no la involución, manifiesta en la guerra de Ucrania.

La estrategia de seguridad de Estados Unidos para la próxima década reconoce la realidad de un mundo de competición entre las grandes potencias, pero refuerza la convicción y capacitación de la democracia americana para liderarlo. Los principales destinatarios del documento son los propios americanos a quienes se sitúa en el centro de los objetivos. Para mejorar su formación, para relocalizar algunas de sus inversiones en el país (semi conductores), para acondicionar su entorno energético y ambiental y para reafirmar sus valores democráticos y liberales. Los siguientes destinatarios son Rusia y el Partido Comunista Chino. La primera para advertirla sobre la respuesta firme ante cualquier confrontación. El segundo, para tenderle la mano a la colaboración en materias globales (clima, salud), pero siempre dentro de un marco que no sea invasivo para terceros países, ni agresivo con las estructuras fundamentales de las relaciones internacionales aceptadas por la mayoría de los actores (soberanía, fronteras, seguridad en las rutas marítimas, progreso, derechos humanos). Taiwán aparece de forma explícita, como aparecen el Tíbet, Hong Kong y los uigures. Pero no para enfrentar una posición sino para exponer algunas de las debilidades de la única autocracia con capacidad de rivalizar con Estados Unidos a nivel global.

Los aliados europeos y de la OTAN se mantienen en primera línea de atención y demanda de compromisos para afrontar objetivos considerados como comunes. El entramado de alianzas y organizaciones en la región de Indo Pacífico en la misma línea, ahora más permeable a la colaboración con las occidentales. Oriente Medio, sin objetivos de intervención una vez reconfigurado en una nueva dinámica de proyectos comunes, vigilante con Irán. Insistente, el documento, con el avance en la no proliferación nuclear. América Latina, en la esfera de un hemisferio occidental pacífico y no disruptivo. Y África como un territorio emergente, con grandes posibilidades para las inversiones, que entra en la globalidad de la visión norteamericana. Para España, buenas perspectivas de un aliado y socio como son los Estados Unidos, ocupado en la seguridad Atlántica tanto en el Norte como en el Sur. Y por tanto necesitado de apoyos firmes y coordinados por parte de democracias solventes y consolidadas.