Opinión

Flanco sur: ¿qué le espera ahí a la OTAN?

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La Cumbre de la OTAN del mes pasado, celebrada en Madrid, más allá de la atención dada al Este por la guerra de Ucrania y la incorporación de Suecia y Finlandia también mencionó al flanco sur. La inclusión de este frente como una de las zonas a vigilar en la estrategia de la OTAN, abre preguntas sobre cuál es la situación sobre el terreno y qué se puede hacer. Ambas son relevantes, pues entender cómo y dónde puede intervenir la OTAN muy probablemente influyan cuando se pase a la acción.

Antes de analizar lo que le espera a la OTAN en la zona, convendría clarificar qué es el flanco sur. Geográficamente es África, siendo España la frontera avanzada. Dentro de ese flanco sur se encuentra el Sahel. En términos geográficos el Sahel se extiende desde Senegal al oeste a Eritrea en el este. Políticamente engloba a Mauritania, Mali, Burkina Faso, Níger y Chad, todos caracterizados por padecer el terrorismo yihadista y ser países emisores y de tránsito de flujos migratorios hacia Europa.

La OTAN no entra en un escenario inmune a la presencia internacional. Sobre el terreno hay ocho misiones internacionales:  MINUSMA de Naciones Unidas, EUTM Mali, EUCAP Sahel Mali y EUCAP Sahel Níger de la Unión Europea, Barkhane y Takuba de Francia, Gazelle de Alemania y la MISIN del Ejército italiano.

A fecha de hoy, estas seis misiones están en horas bajas: Barkhane y Takuba se están relocalizando en Níger después de ser rechazadas por Mali, las misiones de la Unión Europea están paralizadas y muy probablemente acaben por irse, pues los países contribuyentes como Alemania y España anunciaron la reducción de efectivos. MINUSMA continuará un año más, pero muy probablemente también termine por irse, pues países como Alemania barajan retirarse en otoño y la misión se ha convertido en la más letal y peligrosa de todas las de Naciones Unidas. Mientras tanto, la inestabilidad política se expande, con tres países regidos por militares, a la vez que el terrorismo, afectando a países del África occidental como Benín, Togo y Costa de Marfil.

Aunque el escenario sea funesto, es muy poco probable que la OTAN intervenga. La guerra de Ucrania tiene más prioridad que la inestabilidad en el Sahel. También hay que tener en consideración el poco apetito de la Alianza por lanzar una misión internacional tras el fiasco afgano. Al poco interés político, se le une los más que probables desafíos logísticos y humanos de controlar un área geográfica que engloba cinco países, con pobres infraestructuras de comunicación y un clima hostil. Tales desafíos muy probablemente requieran un despliegue de medios y personal mayor que el usado en Afganistán. Hacerles frente costaría mucho dinero, tiempo y personal, algo que muy probablemente pocos países de la OTAN estén dispuestos a costear.

Tampoco hay interés en la que la OTAN intervenga por parte de Mali, Burkina Faso y Níger. En ellos hay un fuerte sentimiento antioccidental y más simpatía hacia Rusia. La presencia de la OTAN no haría más que empeorar tal sentimiento. También debería haber una reflexión en el seno de la Alianza de por qué no se invitó a ningún líder del G5 Sahel más allá de Mauritania a la Cumbre. Si bien Mauritania es país miembro del G5 Sahel, no es el más afectado por la amenaza terrorista, sino Mali, Burkina Faso y Níger. Si la OTAN está tan preocupada por la situación el flanco sur debería haberse reunido con los líderes de estos países para ver en qué podrían ayudarles. No haberles invitado muy probablemente resulte en un refuerzo de la presencia rusa en la zona, ya que Moscú será vista como más receptiva a sus necesidades que la OTAN. Prueba del malestar suscitado por su exclusión en la Cumbre es la llamada a consultas por parte del Gobierno de Mali del embajador español a raíz de unas declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores de España, José Manuel Albares, el 30 de junio, en una entrevista en la radio española. En ella, el ministro no descartaba una intervención de la OTAN si se concretaba una amenaza a la seguridad de la Alianza. Tal incidente demuestra con total certeza que los países de la zona no están interesados en la presencia de la OTAN.

En conclusión, el flanco sur, sobre todo el Sahel, fue discutido en la Cumbre. Esta región que engloba a Mauritania, Mali, Níger, Chad y Burkina Faso padece terrorismo yihadista y la inmigración irregular. Sobre el terreno hay varias misiones internacionales cuyo futuro está en el aire, mientras que Rusia entra con fuerza a través del Grupo Wagner. La guerra de Ucrania y el fiasco afgano hacen improbable que la OTAN intervenga en la región pues a los desafíos logísticos y territoriales del teatro de operaciones se les une el poco interés de la Alianza por el flanco sur. Tampoco cuentan con el apoyo de los políticos locales, los cuales muy probablemente ven como una afrenta el haber sido ignorados en la Cumbre. Prueba de ello es la llamada a consultas del embajador español a raíz de unas declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores de España donde no se descartaba una intervención de la Alianza. Es más probable que estos países se orienten más hacia Moscú que a la OTAN, pues a sus ojos, el primero no es tan paternalista como el segundo. La OTAN lo tendría difícil ante tal escenario.