Opinión

Hacia una nueva arquitectura de defensa y de seguridad

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Ya no habrá marcha atrás, menos después de la histórica fecha del 18 de mayo pasado anotada en el almanaque de la posteridad, luego de que los embajadores Klaus Korhonen, por Finlandia y Axel Wernhoff, por Suecia entregaron en mano a Jens Stoltenberg, titular de la OTAN, su solicitud de adhesión ante la Alianza Atlántica. 

“Ingresar en la OTAN refuerza la seguridad de Suecia, pero también la del Báltico y hacerlo a la vez que Finlandia significa que contribuiremos a la seguridad del norte de Europa”, anunció previamente Magdalena Andersson, primera ministra sueca. 

Para Sauli Niinistö, presidente de Finlandia, se trata de un paso histórico y decisivo ante las advertencias de Putin en caso de una expansión de la OTAN que para Rusia supondría una amenaza para su seguridad. 

Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, volvió a sonreír acompañado por ambos embajadores, no se le veía tan relajado desde que inició la invasión rusa; en sus últimas comparecencias figuraba con el rostro desangelado y con la voz titubeante. 

"Las solicitudes realizadas hoy son un paso histórico.  Todos los aliados están de acuerdo en la importancia de la expansión de la OTAN. Estamos de acuerdo en que debemos estar juntos y en que es un momento histórico que debemos aprovechar”, subrayó exultante. 

La OTAN le ha perdido el miedo a Putin. Finlandia y Suecia le han perdido el miedo a Rusia y el respeto al dictador ruso, demostrando que están dispuestas a no dejarse amedrentar. La invasión rusa a Ucrania ha demostrado que la Rusia de Putin no es un vecino de fiar. 

De la solicitud formal de ingreso de sus vecinos nórdicos, el dictador ruso declaró que su país no tiene “ningún problema con estos Estados” y aseveró que habrá una “respuesta militar-técnica” si la OTAN coloca arsenal nuclear, aunque por el momento no ve una amenaza directa. 

Rusia analiza responder en la misma proporción a esta estrategia de extensión, ha advertido que habrá reacciones proporcionales a lo que Putin calificó de “interminable política expansiva”. Por lo pronto anuncia que instalará doce nuevas bases militares en el Distrito Militar Occidental. 

Ni siquiera hace dos meses se podría prever que Finlandia y Suecia dieran tal vuelco rocambolesco a su postura de vecindad. De consumarse su ingreso, Europa septentrional al completo estaría bajo la órbita de la Alianza. La OTAN vería así reforzado ese flanco que por años era vulnerable porque de los nórdicos solo Noruega está dentro del Tratado.

La política finlandesa, con casi ocho décadas ejerciendo una ‘pax neuter’, convencida de no hacerse ni para uno, ni para el otro lado, ha variado radicalmente con el paso de los días desde que inició la invasión el pasado 24 de febrero. Para Suecia, el cambio de postura es todavía más dramático y se ha logrado gracias a que los socialdemócratas –tradicionalmente reticentes a que Suecia tome partido– han decidido avalar en el Congreso el cambio histórico. 

Suecia rompe casi dos siglos de neutralidad desde que en 1834 el rey Gustavo XIV la proclamó y continuó con esa herencia que llevó a la nación escandinava a no pronunciarse ni en la Primera Guerra Mundial ni en la Segunda Guerra Mundial. 

Para Finlandia que sabe lo que es vivir bajo el imperio eslavo, la relación con Rusia es más de amor y de odio a la vez; con su ingreso a la Alianza reafirma su convicción, como nación libre y soberana, una nación europea a todas luces. 

Putin con su asonada bélica ha abierto la coyuntura de la que nacerá una nueva arquitectura de seguridad y defensa regional y también global.  Y en ese tablero cada jugador juega sus piezas, Finlandia y Suecia, saben bien más que nunca que la pertenencia a la OTAN es un paraguas imprescindible para frenar los apetitos imperialistas de Putin en el Ártico. 

Putin está logrando justamente todo lo contrario de lo que pretendía, comenta el coronel José Luis Calvo Albero, titular de la División de Coordinación y Estudios, en la Secretaría General de Política de Defensa.

Desde la sede del Ministerio de Defensa en Madrid, el experto militar reflexiona cómo la frontera que la OTAN compartía con Rusia de unos 800 kilómetros tendrá con el ingreso de Suecia y de Finlandia más de dos mil kilómetros. 

“El Báltico pasa por países de la OTAN, prácticamente solo queda Kaliningrado y San Petersburgo con salida al Báltico. Suecia y Finlandia son países no muy grandes, pero militarmente tienen su relevancia, con modelos propios y su unión a la OTAN reforzará a la Alianza; y, sobre todo, el gesto de que dos países tradicionalmente neutrales y que han mantenido con Rusia una actitud de consistencia, de neutralidad, de repente se pasen a la Alianza es decirle a Moscú que no va nada bien”, añade. 

Calvo Albero tiene una amplia experiencia profesional, de hecho, ha estado en el Cuartel General de Despliegue Rápido italiano en la OTAN y ha participado en varias operaciones como en Bosnia-Herzegovina y en Afganistán. 

Coronel este movimiento de Suecia y Finlandia no solo aprovecha la actual coyuntura, sino que mira hacia adelante con la estrategia del Ártico…

Es otro punto muy importante. El Ártico si seguimos con el calentamiento global lógicamente se convertirá en una vía marítima de primer orden entre Asia y Europa y Rusia tiene una situación de ventaja lo que pasa es que todos los nórdicos y los escandinavos como parte de la Alianza cambian la relación de fuerzas en dicha zona. El norte siempre se consideraba como uno de los puntos débiles porque estaban solo Noruega e Islandia… ahora es un cambio importante. 

¿Estamos viviendo una nueva Guerra Fría?

Habrá que esperar al final del conflicto evidentemente estamos viendo el conflicto armado, las relaciones entre lo que es la Federación de Rusia y el resto de los países europeos se han enfriado hasta el punto no de ruptura… pero casi. Y habrá que ver cómo termina el conflicto. 

Todos los europeos, prosigue el militar, esperamos un nuevo equilibrio de seguridad: “Rusia es nuestro vecino, aunque su comportamiento actual sea inaceptable después de una guerra, sea cual sea el resultado seguirá ahí y habrá que ver un nuevo equilibrio con ellos… que todos nos sintamos seguros”.

¿Desde el punto de vista militar realmente hay posibilidades de que Ucrania termine ganando la guerra?

Habría que ver qué significa ganar la guerra. Ganarla puede ser devolver las fronteras a la situación antes de la invasión, lo que pasa es que una potencia tan grande como Rusia es difícil… es problemático. Sí que podría desde el punto de vista convencional con la ayuda de Occidente y con las sanciones que está sufriendo Rusia, todo ese apoyo sí que puede equilibrar la balanza y en un momento dado en el campo de batalla, Ucrania puede hacer progresos incluso puede expulsar a Rusia de algunas de las zonas que ha ocupado.

De lo que habrá que cuidarse es que la Rusia de Putin no sufra una “humillación excesiva” que lleve a Putin a tomar una decisión radical como el uso de un arma nuclear táctica.