Opinión

Haití víctima de la mayor ola de secuestros

photo_camera Haití

Haití, más conocido como el país de las desgracias, de la pobreza y las catástrofes naturales, suma ahora a sus problemas ya conocidos una ola de secuestros que mantienen en vilo a la población. En las últimas horas, diecisiete religiosos – norteamericanos y canadienses – fueron secuestrados en la ciudad de Ganthier, próxima a Puerto Príncipe, la capital, cuando regresaban en autobús de visitar un orfanato. 

Tanto las autoridades locales como los representantes norteamericanos sospechan que los autores pertenecen a una banda especializada, conocida como 400 Mawozo. Se trata de una de tantas organizaciones de delincuentes que se mueven a sus anchas ante la debilidad del Gobierno y en muchos casos la complicidad de la policía. Uno de los secuestrados mandó un WhatsApp desde el autobús a un familiar en Florida en el que decía: “Nos han secuestrado. No sé a dónde nos llevan”.

Haití tiene actualmente el triste récord mundial de secuestros. En lo que va de año son ya 395 los que se reconocen oficialmente. Se sospecha que son más, pero algunos se resuelven pagando un rescate sin molestarse a denunciarlos. La convicción general es que no se adelanta nada porque son las bandas las que realmente mantienen el control del desorden público.

Al igual que ocurre con el secuestro que estos días mantiene retenidos a los diecisiete misioneros, una gran parte los realizan los delincuentes adueñándose de autobuses o grupos enteros de ciudadanos. Luego extorsionan a los que tienen más posibilidades de pagar un rescate y pasados dos o tres días los liberan. Todos acusan los malos tratos recibidos. Muchas mujeres son violadas. Otras veces son secuestros individuales siempre de propietarios o personas acomodadas como médicos, abogados o comerciantes. 

También han secuestrado autobuses escolares ocupados por niños que en algunos casos también fueron violados. Las investigaciones oficiales no logran esclarecer casi ningún secuestro a pesar de que con frecuencia se trata de grupos de personas a las que es muy difícil mantener ocultas. Algunas sospechas difundidas por la prensa norteamericana  apuntan a que detrás de algunos secuestros  están también intereses políticos y empresariales.