Hambre y crisis

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Lamentablemente, la geopolítica suele estar ligada a malas noticias. Es más, suele ser más bien en tiempos revueltos cuando suele recobrar protagonismo, precisamente como en estos tiempos que nos ha tocado vivir. Y es que nos encontramos ante un temporal geopolítico en toda regla. Tras años de pandemia vino la crisis económica, la inflación y, después, la guerra. Estamos verdaderamente sumidos en medio de una tempestad que bien podría llevarse por delante buena parte de la flota que componen nuestras instituciones internacionales. En verdad estamos ante un momento clave, ante un cambio de paradigma a nivel global que será acentuado por estas crisis ya mencionadas. Aunque, quizás, no hay crisis de mayor importancia que la que se cierne sobre nosotros por el suministro de alimentos a nivel global. Estamos ante una verdadera tormenta perfecta en la que se han juntado diversos escenarios que han eliminado de un plumazo gran parte de la capacidad de producción de alimentos del planeta.crisis alimentaria guerra rusia ucrania

En los próximos meses veremos cómo los efectos económicos de esta combinación de crisis llevarán a una crisis humanitaria terrible causada por una hambruna generalizada en los países de mayor fragilidad. Esto conllevará, además, episodios de agitación y desorden social que acabarán en una reconfiguración de los sistemas políticos de muchos de estos lugares causando, así mismo, nuevos flujos migratorios de personas que buscarán huir de estas desgracias buscando refugio en aquellos países que se muestren más resilientes ante estos desarrollos.

Esto no es cosa del futuro. Estas crisis ya están aquí. Por si fuera poco, la guerra en Ucrania ha acelerado los acontecimientos, y ya podemos vislumbrar un oscuro horizonte. Esto se ve reflejado en las medidas de emergencia que están siendo adoptadas por las diferentes potencias globales para protegerse de las posibles consecuencias de estos desarrollos. Hoy son ya 23 países los que han establecido algún tipo de prohibición sobre la exportación de alimentos. Además, no son pocos los países que han comenzado a aplicar medidas de control sobre las exportaciones de fertilizantes, un desarrollo clave que está agravando esta crisis de suministro, haciéndonos entrar en un círculo vicioso, en una espiral de subida de precios cada vez mayor, cuyo desenlace no será sino un mundo más violento e inestable.crisis alimentaria guerra rusia ucrania

Pero ¿cómo hemos llegado hasta aquí? La clave radica en las diferentes realidades geográficas que resultan en una desigualdad en las capacidades de producción alimenticia a nivel global. Hoy, apenas unos 10 países producen el 90% de las commodities críticas alimenticias de las que todos dependemos. Una realidad, además, empeorada por la acción, en el mejor de los casos irresponsable, por parte de buena parte de los dirigentes políticos que nos gobiernan.

Empecemos, pues, por la gota que colmó el vaso. En febrero de este año, Vladimir Putin ordenaba a sus tropas invadir Ucrania en lo que él esperaba fuera una operación relámpago de subyugación. Esta decisión traería de por sí consecuencias graves para una economía global que empezaba a sentir los efectos de una incipiente crisis a la que había que añadir los estragos de la pandemia.vladimir putin

A la inflación que veníamos viviendo, se sumó entonces el incremento de los precios de los carburantes, que tuvo tres consecuencias lógicas en el precio de los alimentos. Primero, el transporte de éstos se encareció de la noche a la mañana, haciendo, pues, que su precio final a los consumidores aumentara. Segundo, las exportaciones de alimentos de Rusia y Ucrania se paralizaron, eliminando del mercado una importante parte del grano destinado, sobre todo, a mercados en Oriente Medio y África. Tercero, tuvo lugar un incremento del precio del gas natural, clave en la fabricación de fertilizantes sintéticos.

Aunque todos estos desarrollos tuvieron un efecto inmediato en los precios de estas commodities, todavía no hemos visto su efecto real en los precios, y es que aún éstos se están calculando en base a la cosecha del año anterior y reservas existentes. No será hasta dentro de unos meses cuando nos daremos cuenta del verdadero problema que en muchos lugares ya están sufriendo.crisis alimentaria guerra rusia ucrania

Uno de estos sitios es Sri Lanka. El país asiático es, quizás, el primero en experimentar todas las consecuencias de la combinación de estas crisis geopolíticas, y ya se ha declarado en banca rota. El país se ha quedado sin gas para electricidad, sin gasolina para el transporte, sin papel en las escuelas y sin comida para una gran mayor parte de sus 22 millones de habitantes. El caso es que el precio del té ha subido un 400%, el de arroz un 890% y el del gas un 190%. Esta historia dramática es todavía más grave cuando tenemos en cuenta el papel que han jugado sus dirigentes en el asunto.

La realidad es que Sri Lanka estaba ya en la cuerda floja por una deuda externa inasumible hacia China, a lo que hubo que añadir los estragos causados tras años de pandemia y una serie de ataques terroristas que hicieron que la industria del turismo (un 10% del PIB del país) se hundiera. Esto hizo, a su vez, que las reservas de divisas extranjeras (principalmente de dólares) se esfumaran, dificultando el suministro de gas y petróleo, con el esperado y consecuente empeoramiento de la economía, acompañado de una fuerte devaluación de su moneda que dificultaría, aún más si cabe, la compra de estas materias primas. Esta situación no sería tan grave si a la vez el país no estuviera experimentando una verdadera tragedia alimentaria, tragedia que por otro lado podría haber sido evitada. Y es que el país se ha quedado sin comida, en un momento en el que no puede comprar en los mercados internacionales por la crisis económica que sufre y por la subida de precios a nivel global. La consecuencia del hambre han sido grandes movilizaciones y masivas protestas que resultaron en la huida del presidente Gotabaya Rajapaksa del país. ¿Cómo – se preguntará el lector – pudo un país con una tierra fértil y un clima tropical llegar a este punto? ¿Cómo es posible que Sri Lanka se quedara sin comida?sri lanka

Pues bien, la principal promesa electoral de Rajapaksa fue la prohibición del uso de fertilizantes sintéticos para convertir al país asiático en un productor de comida 100% orgánica. Las consecuencias de esta decisión fueron catastróficas. De un año para otro, la producción de comida en el país se hundió un 50%. El país se quedó sin producción propia al tiempo que perdía la capacidad de comprar alimentos en los mercados. El resultado es una crisis humanitaria sin precedentes en Sri Lanka.

Y es que los fertilizantes permitieron la tremenda expansión de población global durante el último siglo. Es bien sencillo, sin fertilizantes no hay capacidad para alimentar a 8.000 millones de personas. Teniendo esto en consideración, la reciente decisión por parte del Gobierno canadiense liderado por Justin Trudeau de recortar el uso de fertilizantes a base de nitrógeno en un 30% es poco menos que echar más combustible al fuego de la crisis alimentaria global. La decisión está tomada en base a la reducción de las emisiones de gases invernadero a la atmósfera y, si bien los peligros del cambio climático son reales y evidentes, las soluciones a este problema no pueden pasar por la condena a la hambruna a millones de personas.crisis alimentaria guerra rusia ucrania

Canadá es uno de los principales actores en el tablero de la agricultura global, con una población de poco más de 38 millones de personas, el país cuenta con algunas de las mejores tierras de cultivo del mundo, particularmente para cereal. El país exporta el 8% del trigo mundial, así como un 10% de la cebada. En un contexto en el que una parte importante del suministro de grano está, de por sí, en entredicho, la reducción de la producción canadiense tendrá únicamente un resultado posible, la caída todavía mayor del suministro global de alimentos y la consiguiente subida de precios hasta cotas todavía más elevadas.

Por otro lado, a esta reducción del uso de fertilizantes por decisiones políticas, hemos de añadir otro elemento que está dificultando el acceso a estos productos en el mundo. Países productores de fertilizantes han limitado, o prohibido, la exportación de éstos para asegurarse el suministro interno debido a una altísima subida de precios de éstos en los mercados internacionales. Ya en 2021, los precios de principales fertilizantes experimentaron una escalada de un 80%. Las diferentes crisis energéticas sufridas por China resultaron en una bajada de producción de fertilizantes, así como de muchos componentes de estos como el amoníaco. Este año la realidad no deja de empeorar. Rusia es, o más bien era, uno de los principales exportadores de fertilizantes, además de un actor principal en el mercado del gas (clave en los procesos de fabricación de fertilizantes sintéticos).crisis alimentaria guerra rusia ucrania

En este contexto no es de extrañar que gobiernos de todo el mundo empiecen a tomar nota de la situación. Tanto miembros del G7 como del G20, así como la Unión Europea o la Organización de Naciones Unidas, han empezado a preocuparse y a intentar, por lo menos, hacer llamamientos para parar la dinámica de prohibiciones a las exportaciones que parece estar haciéndose más popular entre los principales actores del panorama internacional.

El caso es que ya a principios de este año, meses antes de la guerra de Putin, otro dictador parecía estar ya preparándose para importantes disrupciones del mercado global de alimentos. En enero Xi Jinping reunió a los gerifaltes del Partido Comunista en una reunión de alto nivel. En la agenda había un único tema: la seguridad alimenticia de la República Popular China. Durante el año anterior, Pekín prohibió la exportación de fertilizantes al extranjero temiendo que la subida de precios que estos venían experimentando continuara en 2022. Teniendo en cuenta que el 25% de los fertilizantes del mundo se fabrican en este país, tendremos que esperarnos una continuada subida del precio de éstos. Pero es que China además cuenta hoy con las mayores reservas de alimentos mundial. En concreto, el país asiático tiene casi el 70% de las reservas de maíz, el 60% del arroz, y el 50% del trigo global. Parecería, a primera vista por lo menos, que Pekín tiene bien cubiertas las espaldas ante la acuciante crisis alimenticia. Sin embargo, se rumorea en los corrillos geopolíticos que estas reservas podrían estar en gran parte estropeadas, lo que sería la base de la preocupación dentro del partido que vería con inquietud que a las pasadas crisis energéticas, sanitarias, e incluso sociales, que vienen experimentando en los últimos años se le añadiera una falta de alimentos.crisis alimentaria guerra rusia ucrania

Aunque China contase con la totalidad de estas reservas, la realidad es que la producción interna de comida en el país no es suficiente para alimentar a toda su población. Pekín sigue, a día de hoy, importando ingentes cantidades de alimentos, y es absolutamente dependiente del fertilizante para exprimir de aquellas tierras menos productivas la máxima producción posible.

Y ahí radica el quid de la cuestión. A menor suministro de alimentos mayor precio. A mayor precio, menos acceso a alimentos. A mayor precio de gas, mayor precio de los fertilizantes y, por tanto, menor superficie plantada. Todo parece indicar que la cosecha del año que viene expondrá una masiva caída de la producción global de alimentos. Si resulta cierto, la subida de precios experimentada hasta la fecha no será más que el principio.

Estamos pues verdaderamente ante una crisis mucho mayor de la que muchos se esperan. La autosuficiencia no es una realidad posible para un mundo tan poblado. La mayor parte de países del mundo se encontrarán en una difícil situación para acceder a las más básicas materias primas. El ejemplo de Sri Lanka bien podría repetirse en buena parte del mundo en vías de desarrollo. Ya países como Egipto o Túnez están encontrando serias dificultades para encontrar grano a precios asequibles que les permitan nutrir a toda su población. Además, tengamos en cuenta que en países de África subsahariana la proporción de los ingresos familiares dedicados a la alimentación puede alcanzar el 40%. Una subida de precios de los alimentos pues siempre se notará más en los lugares más desfavorecidos. Aunque en otras partes creamos que podremos capear el temporal, la realidad es que los coletazos producidos por la falta de alimentos en Oriente Medio, Asia y África nos afectarán a todos. El Gobierno de Sri Lanka no será el único en caer y nos encontraremos pues con nuevos escenarios internacionales para los que no estamos preparados.crisis alimentaria guerra rusia ucrania

A esta crisis humanitaria, seguramente manejable si nos encontrásemos en otra situación, habrá que añadir que el mundo entrará al mismo tiempo en una gran recesión económica. La estanflación, la crisis de energía global, y la caída de la capacidad industrial de muchos países, agravaran una situación ya de por sí calamitosa que no se limitará a una zona geográfica del planeta, será global.

El panorama pues no pinta demasiado bien. Como hemos dicho con anterioridad, sin embargo, no todos los países tienen las mismas condiciones geográficas, y muchos tendrían la capacidad de emprender acciones que podrían llegar a aliviar la situación. La primera y más obvia decisión sería la implementación del famoso acuerdo entre Ucrania y Rusia para liberar los casi 20 millones de toneladas de trigo ucraniano atascadas por la guerra de Putin. La segunda sería la implementación de políticas agrarias en países clave que, dadas sus características geográficas pudieran incrementar su producción. Básicamente lo contrario de lo que está haciendo Trudeau en Canadá. Además, países como España, Francia, Rumanía, Bulgaria, Argentina o Estados Unidos estarían en posición de arrimar el hombro si en algunos lugares como nuestro país los dirigentes aplicaran unas políticas agrarias más coherentes.

Borja de Arístegui es profesor de Relaciones Internacionales.

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