Opinión

Italia, la coalición de centroderecha llega a la formación de Gobierno con el mayor nivel de enfrentamiento en una década

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Este día 20 de octubre, el presidente de la República, Sergio Mattarella, comienza las consultas para la formación de Gobierno, una vez se han celebrado las elecciones generales e igualmente una vez se han constituido las nuevas Cámaras (como es sabido, Ignazio La Russa, de Hermanos de Italia, es el nuevo presidente del Senado, mientras Lorenzo Fontana, de la Liga, será quien presida la Cámara Baja). Y la realidad es que, salvo “intessa” (pacto) en este comienzo de semana, Mattarella se va a encontrar con más dificultades de las previstas para formar Gobierno, ya que dos de los miembros de la coalición, los Hermanos de Italia de Meloni y la Forza Italia de Berlusconi, se encuentran abiertamente enfrentados.

Esta muestra de enconamiento pudo verse con toda claridad el pasado día 13, cuando había de votarse el nuevo presidente del Senado. Meloni tenía claro que quería este puesto para La Russa, veterano político siciliano que lleva en el Parlamento desde la legislatura 1992-94 y que en esta última (la XVIII, que ha tenido lugar entre marzo de 2018 y octubre de 2022) ya fue vicepresidente de esta misma Cámara. Matteo Salvini no puso objeciones a la designación de La Russa porque Meloni le ofreció a cambio la Presidencia de la Cámara Baja a uno de los suyos (el citado Fontana), pero sí se encontró con un rotundo “no” en la persona de su otro compañero de coalición, el ex primer ministro Silvio Berlusconi. Y es que Berlusconi, con una causa judicial aún pendiente (la presunta trama de sobornos a las participantes en las célebres fiestas de “Villa Arcore” durante el año 2010), no quería la presidencia de ninguna de las dos Cámaras, sino, a cambio de sus votos (que daban la “maggioranza” en el Senado hasta los 111 votos sobre 200), que Meloni aceptara a la joven parlamentaria Licia Ronzulli como nueva ministra de Justicia, una persona fácilmente “manejable” para “Il Cavaliere” y que quedaría a sus órdenes directas.

Pero fue entonces cuando se encontró con un rotundo “no” de la líder de Hermanos de Italia, seguramente por dos razones fundamentales. La primera, porque no pensaba entrar en “trágalas” con un partido que es el que menos peso tiene, con diferencia, en la nueva “maggioranza”. La segunda, que precisamente para Justicia tenía ya un nombre, el de la persona de más peso en el conjunto de las listas con las que concurrió a las elecciones: el magistrado de la corriente conservadora Nordio, una figura de mucho prestigio a quien ya intentó convertir, el pasado enero, en presidente de la República, algo que finalmente no logró porque solo su partido votó a favor de la candidatura de Nordio. Y eso seguramente era lo que más preocupaba a Silvio Berlusconi de cara ahora al Ministerio de Justicia: que con Nordio no había “componendas” ni protección posible de sus temidos “togge rosse”. Recordemos que es conocida la afirmación de Berlusconi de que la Justicia trata de mandarle a la cárcel porque, como la inmensa mayoría de los magistrados son comunistas (siempre según la versión del ex premier), van a por a él entre otras razones porque ha cimentado su trayectoria política sobre, en parte, denigrar constantemente a los comunistas, como por cierto hiciera en su momento su íntimo amigo Bettino Craxi.

Ante el “no” de Meloni, Berlusconi ordenó a sus parlamentarios no votar a La Russa, lo que dejaba a este con solo 99 votos y sin posibilidad de mayoría absoluta con la que poder ser elegido. El problema para “Il Cavaliere” era que se trataba de una votación secreta, ocasión perfecta para la aparición de “francotiradores” (personas que votan en contra de las órdenes de su partido) o de votantes inesperados, porque era de suponer que todos los demás (Terzo Polo, Partido Democratico (PD) y Cinco Estrellas), al formar parte de la oposición, votarían en contra de La Russa y decaería automáticamente su candidatura.

Fue entonces cuando tuvo lugar lo inesperado: hasta 17 senadores no pertenecientes al centroderecha (o, quién sabe, a lo mejor sí, porque, ¿quién puede asegurar que alguno no fuera de Forza Italia?) votaron a favor de La Russa, con lo que este, con 116 sufragios sobre 200, se convirtió automáticamente en el nuevo presidente del Senado.

La reacción entonces de Berlusconi no pudo ser más furibunda: cuando La Russa se acercó a él para intentar tranquilizarle (a fin de cuentas, son viejos conocidos), le insultó sin mayores contemplaciones. Además, escribió en una nota calificativos de lo más despectivos hacia Meloni, como “sabionda”, “presuntuosa” o “arrogante”, que fueron captados por una cámara. Finalmente, acusó a Renzi y al Terzo Polo de haber votado a favor de La Russa. Pero Renzi y los suyos lo negaron de inmediato, afirmando que ellos se habían abstenido.

Ciertamente, “Il Cavaliere” no se equivoca cuando piensa que Renzi y los suyos podrían haber pactado con Meloni votar a favor de La Russa, toda vez que, dadas las pésimas relaciones de Il Terzo Polo con Partido Democratico (PD) y Cinco Estrellas, aquellos temían que en el reparto de las vicepresidencias y de las presidencias de las comisiones en las que subdivide el Senado, se les excluyera de todo con los votos conjuntos del resto de la oposición. Pero es igualmente cierto que, por mucho que Il Terzo Polo votara a favor de La Russa a pesar de afirmar lo contrario, sigue habiendo ocho votos más (hasta llegar a los 116 que obtuvo el senador siciliano) que no se sabe de dónde han salido.

Como era de esperar, la elección de Fontana para la Cámara Baja fue mucho más tranquila: le votó todo el centroderecha porque era el candidato de Salvini, no de Meloni. Y eso que algunos le tienen muy vetado porque le consideran un católico ultraconservador que no puede ni ver al colectivo LGTBI (véase, lesbianas, homosexuales masculinos y otros).

El fin de semana ha sido tranquilo, pero las últimas semanas han puesto de manifiesto que tanto Berlusconi como Salvini no llevan precisamente bien que la “jefa de la coalición” sea la que durante años fue el “patito feo” del centroderecha: la romana Meloni. Y es que, para Salvini, Meloni no es más que la líder de un partido minoritario que le ha “birlado” la presidencia del Consejo de Ministros en el último momento después de haber sido él el principal dominador de la vida política durante la XVIII Legislatura. A su vez, Berlusconi digiere peor aún ser el más débil de la coalición vencedora en estas elecciones cuando durante muchos años fue el primer partido con diferencia y, entre 2018 y 2022, pasó a un segundo lugar con muy poca diferencia con respecto a Salvini (17% por 14%) frente a una Meloni que no parecía más que un mero complemento (le votaron el 4.4% en los comicios de marzo de 2018).

Seguramente los tres partidos resolverán sus cuitas cuando llegue el momento de formar Gobierno. Pero desde luego no faltan controversias por resolver. La primera, si Salvini podrá volver a dirigir Interior, como él quiere, o tendrá que conformarse con otro ministerio. La segunda, quién se pondrá al frente de Justicia, aunque de momento Meloni no se mueve de su intención de que Nordio sea quien ocupe esta cartera. Y queda un tercer asunto que no es consecuencia de conflictos entre estos tres partidos, sino precisamente de ausencia de candidatos.

En efecto, el gran problema que tiene planteado Meloni es que, hoy en día, no hay ningún economista de prestigio que quiere ponerse al frente del importantísimo Ministerio de Economía y Finanzas. Panetta, exdirector general del Banco de Italia, ya ha dicho varias veces “no”, y lo mismo ha hecho el que ha ocupado esta cartera con Draghi (Daniele Franco). En el caso de Panetta, resulta mucho más apetecible formar parte del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE, que es donde está ahora) que ponerse al frente de un ministerio donde tendrá muchas dificultades en relación con las autoridades comunitarias al estar Meloni al frente de los euroescépticos. Recordemos que la llamada a ser primera ministra de la tercera economía de la eurozona es la presidenta del Grupo Parlamentario Europeo “Reformistas y Conservadores”, un grupúsculo donde en su momento estuvieron los conservadores británicos (ahora fuera de la UE por el “Brexit”) y que está por debajo en importancia de la familia del Partido Popular Europeo, del Partido Socialista Europeo, del Partido Liberal e incluso de los “Verdes”. Mientras, Daniele Franco es persona muy vinculada a Mario Draghi, premier “uscente” (“saliente”) que seguramente le buscará un buen acomodo a quien ha sido su mejor colaborador mientras presidió el Consejo de Ministros.

En realidad, tanto Panetta como Franco, así como otros, no quieren ser ministros con Meloni, sino suceder a Ignazio Visco como gobernador del Banco de Italia, ya que este finaliza mandato. Franco es el que tiene más posibilidades porque ahora queda libre y porque Panetta es mejor que se quede en el BCE, pero ya se verá qué sucede.

Lo cierto es que Meloni se encuentra sin candidato para una cartera importantísima en un momento en que el país está recibiendo muchísimos fondos europeos. Le queda la carta por jugar del exministro Tremonti, que ya ocupó esta cartera en su momento, pero Tremonti era el titular de Economía y Finanzas cuando el Gobierno transalpino fue intervenido y se puso en su lugar al entonces rector de la Universidad Bocconi (Mario Monti, noviembre de 2011), con lo que no parece que su nombre fuera bien recibido en círculos comunitarios.

Esta realidad es la que ha llevado a Meloni a pensar en Giorgetti, “hombre fuerte” de la Liga de Salvini (está muy apoyado por Umberto Bossi y Roberto Maroni), como posible titular de esta cartera tan importante. El problema de Giorgetti es que, a pesar de su importante trayectoria política (que se remonta a su entrada en el Parlamento nacional en 1996), tiene una formación muy limitada en el área económica. Y para manejar tantos fondos europeos no vale un cualquiera.

Así que con esta situación se va a presentar Meloni junto con sus dos compañeros de coalición ante el presidente de la República, que debe no sólo dar el “incarico” de formar Gobierno a Meloni, sino conceder el “visto bueno” a todos y cada uno de los ministros que ella le presente en la lista que debe discutirse en el Palacio de El Quirinal. Veremos qué Ejecutivo sale de toda esta “tratativa”, pero la realidad es que la coalición vencedora en las últimas elecciones se va a presentar ante el jefe del Estado en condiciones muy manifiestamente mejorables. Y, una vez más, será necesario recurrir a la extraordinaria habilidad y talento del siciliano Mattarella, forjador de hasta tres “magioranzas” diferentes entre mayo de 2018 y febrero de 2021 (lo nunca visto en la historia republicana), para deshacer este tremendo galimatías. Una vez más, ver para creer.

Pablo Martín de Santa Olalla Saludes es profesor de la Universidad Nebrija y autor de Historia de la Italia republicana (1946-2021 (Madrid, Sílex Ediciones, 2021).