Líbano en la portada

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Sin electricidad, con escasez de alimentos y las colas del hambre en las calles de las ciudades libanesas. La portada del New York Times sobre el colapso económico que vive el Líbano traslada a la opinión pública lo que el primer ministro libanés Hasan Diab, pidió hace pocas semanas: que la sociedad internacional sea consciente de la insoportable situación económica del país y de los riesgos que conlleva para la estabilidad en la región. Pero la debilidad de las instituciones políticas y el pozo económico en el cuál vive el multiétnico y complejo pueblo libanés, no sólo ha llamado la atención de la prensa y los gestores económicos. Un grupo terrorista, probablemente palestino, pero apoyado por la guerrilla chiita pro - iraní Hízbullah, ha lanzado un ataque contra la frontera israelí del Golán y ha provocado la respuesta, de momento limitada y quirúrgica, de los sistemas de defensa israelíes.

Si alguien no pensaba que Líbano se encaminaba hacia un oscuro túnel una vez terminada la guerra de Siria y con Oriente Medio en proceso de recomposición de alianzas y estrategias, habría que preguntarse quién está a la cabeza del pensamiento estratégico. En el caso de España el olvido del Líbano es especialmente preocupante, teniendo en cuenta que 1.924 militares españoles forman parte en este momento de la misión internacional FINUL, en donde nuestro país está presente desde el año 2006. Cuando, según algunas interpretaciones, el ministro Bono asumió el reto para intentar tapar las vergüenzas de la retirada de Irak forzada por Zapatero para responder a su electorado, y de paso a la confabulación ruso – franco – alemana en contra del unilateralismo norteamericano. Aquello lo llamamos el “no a la guerra”, cuando entonces varios cientos de miles de muertos aún no se habían producido en la guerra de Siria.

Líbano, como tantas veces en tan pocas décadas, tiene ante sí la posibilidad de reorganizar su debilitada estructura política, basada en los repartos interétnicos del poder institucional, plurales, pero políticamente endogámicos y corruptos finalmente, que ha conducido a la desilusión social y el empobrecimiento. Pero las consecuencias de la guerra de Siria y la crisis económica amenazan con que la influencia iraní, o de otros intereses, active el radicalismo y los fantasmas de los estallidos sociales u otro cruento enfrentamiento entre comunidades se reproduzca en un país que fue próspero un día y aún mantiene una imagen de esperanza para quienes piensan en la posibilidad de una región de intercambios comerciales y no de atentados y respuestas militares.

En este sentido, el presidente libanés Michel Aoun, condenó la intervención israelí calificándola como una violación de la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad. A lo cual habría de añadirse que el mismo documento insta al desmantelamiento de los grupos armados tales como la guerrilla de Hizbullah, políticamente activa y representada en el gobierno y el parlamento, que muestra con frecuencia su capacidad operativa.

Amin Maalouf, premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2010 y autor de “El naufragio de las civilizaciones”, explica con detalle y tristeza el devenir del Líbano y de manera más amplia, del triste devenir de la modernización social e institucional árabe como consecuencia de haber sido un país y una región víctimas de las manipulaciones de distintos poderes e intereses despóticos, integristas e internacionales. Ahora contemplará las tensiones reflejadas en la prensa en las últimas semanas con renovada preocupación.  

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