La “amenaza” argelina sobre el suministro de gas a España es un farol destinado al consumo interno

Argelia

El Gobierno argelino, a través de varios voceros, ha declarado que no permitirá bajo ningún precepto que España exporte el “gas argelino” a Marruecos utilizando en vía inversa el gasoducto Magreb/Europa cerrado por Argelia al concluir su contrato de actividad en el otoño pasado, a modo de represalia contra su vecino Marruecos.

Según verificaciones realizadas por ATALAYAR, una vez importado el gas e introducido en el sistema de redes y depósitos en España, es imposible decir cuál es el “gas argelino” y cuál no. España importa este combustible de 14 países, directamente en forma de gas natural por gasoducto como es el caso de Argelia, o en forma de Gas Natural Liquido (GNL) que llega a través de barcos tanqueros. Los países suministradores más importantes son, además de Argelia, Estados Unidos, Nigeria, Rusia, Francia, Catar, Trinidad Tobago, Guinea y Noruega. El GNL se procesa a gas natural en seis plantas de regasificación situadas en diferentes puertos españoles. Al introducir el gas importado en la red española, el fluido deviene un fantasma, imposible de diferenciar del resto.

Hasta antes de estallar la crisis trilateral, España, Marruecos, Argelia, el sistema gasista español contaba con 11.369 km de gasoductos de transporte primario y 13.361 kilómetros de red, incluyendo los secundarios, según fuentes de ENAGAS. Estas infraestructuras están interconectadas, lo que garantiza la seguridad del suministro y poder hacer frente a las fluctuaciones de la importación. También, hasta la vigilia de la crisis, España traía gas licuado por un total del 63% de las importaciones, frente a un 37% de gas natural vía gasoducto. Con la crisis, esta situación ha cambiado y el principal proveedor son ahora los Estados Unidos con un 35% del total, superando ampliamente a Argelia que queda en un 25%. Una tendencia que sigue en alza.

El funcionamiento de las redes y depósitos de gas en España es un secreto de carácter estratégico. Además de las redes señaladas, con sus depósitos adyacentes, el sistema posee almacenes subterráneos de gas. Según la empresa ENAGAS, “para ajustar la oferta a la demanda y hacer frente a las puntas de consumo motivadas por variaciones estacionales, entre otros escenarios, es necesario almacenar grandes cantidades de gas en localizaciones estratégicas habilitadas para ello”. Se trata de almacenes situados en el subsuelo aprovechando antiguos yacimientos, o bien acuíferos profundos o cavidades generadas en formaciones salinas. ENAGAS gestiona directamente tres almacenamientos subterráneos: el de Serrablo en Huesca, el de Gaviota en las costas de Bizkaia y el de Yela en Guadalajara.  Se cree, además, que por razones de seguridad nacional, el Estado dispone de otros almacenamientos secretos conectados con la red y utilizables en casos de crisis.

El gas que llega a España, sea por gasoducto o en forma licuada, no es un producto agrícola que puedes etiquetar, embalar y almacenar sabiendo de dónde viene; tampoco tiene código de barras para averiguar su procedencia. Declarar pues que “no permitiremos que España exporte a Marruecos el gas argelino” es simplemente una fanfarronada, destinada a calmar la crisis interna en Argelia, incrementada con la decisión española de entrar como protagonista importante en la búsqueda de una solución definitiva a la crisis del Sáhara Occidental, al considerar como “única vía posible y realista” la propuesta marroquí de autonomía del territorio. Un sector del poder argelino ve esta decisión muy negativa y peligrosa para sus intereses, y mueve los hilos para aumentar la presión bilateral alentando amenazas quiméricas para justificar sus posiciones belicistas en la región. Hasta el punto que el propio presidente argelino, jefe del Estado y de las Fuerzas Armadas, tuvo que declarar hace días que ”el suministro de gas a España está garantizado” y es independiente de la actual crisis bilateral.

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