La cara lucha contra el terrorismo

Anti-Terrorism

Cuando hablamos de terrorismo lo menos importante es el dinero: lo más grave, y lo que despierta la mayor preocupación, son las muertes que deja, el dolor que causa a las familias y el miedo que genera en la sociedad. En Francia, la lucha contra el terrorismo, fundamentalmente yihadista, en los últimos quince años, y su amenaza constante, supuso una inversión al Estado de 9.000 millones de euros. 

Una cantidad muy respetable que, sin embargo, se da como bien empleada. Es la conclusión de un trabajo llevado a cabo por el Tribunal de Cuentas, cuyo contenido fue revelado por el periódico Le Monde. El propio Tribunal elogia en su informe que fue un dinero bien invertido y administrado. No es frecuente que un Tribual de esta naturaleza se vuelque en elogios rotundos para un gasto tan voluminoso.

La contabilidad recoge los presupuestos de los Ministerios de Interior, Justicia, servicios de Inteligencia y, por supuesto, los despliegues desarrollados por las Fuerzas Armadas. Francia, como se recuerda, sufrió varios atentados graves, con muchas decenas de víctimas, pero, al menos de momento, consiguió frenar la ola y devolver la tranquilidad.

Las Fuerzas de Seguridad, trabajando bien coordinadas y con una firme colaboración de otros países y muchos ciudadanos, desmantelaron redes, detuvieron a terroristas y desarticularon a tiempo varios proyectos de nuevos atentados. Muchos predicadores del fundamentalismo islámico fueron expulsados y el control de los núcleos sospechosos, incluidas las mezquitas, es implacable.

Francia, mientras tanto, es el país europeo más implicado en la ayuda a varios gobiernos africanos a enfrentarse a esta lacra y frenar su expansión por todo el continente. El ejemplo más elocuente es la República de Mali, donde las tropas francesas son el mayor sostén del Gobierno y su frágil sistema democrático ante la amenaza constante de las organizaciones terroristas que pululan por el Sahel.

El propio Sahel mantiene cierto control contra el terrorismo gracias a la ayuda francesa. Es un control realmente insuficiente en el cual colaboran otros países, como España, pero la región es un territorio donde las organizaciones terroristas, entremezcladas con bandas de delincuentes, campan a sus respetos y, desde allí, mantienen la amenaza contra sus vecinos, como Chad, Burkina Faso o Níger. 

Entre los recursos con que cuentan están los arsenales de armamento moderno que dejó sin control el régimen libio tras la muerte de Gadafi. También preocupa la forma en que consiguen dinero, fruto de robos y aportaciones procedentes de las regiones petrolíferas y la facilidad que siguen teniendo para comprar armas y municiones en el comercio clandestino internacional.

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