Opinión

La guerra que viene

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Para Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), el escenario que está dejando el coronavirus en las economías europeas es propio de una guerra inusual: los edificios permanecen de pie, no caen bombas, ni los ejércitos libran una lucha intestina, si bien hay cientos de miles de fallecidos y una dañina parálisis productiva. Lagarde la tilda de una nueva gran recesión “sin precedentes” en una geopolítica y geoeconomía tocadas desde los últimos dos años como consecuencia de las ríspidas confrontaciones entre Estados Unidos y China.

Del escenario comercial, con una escalada de aranceles elevando el tono hacia un viejo proteccionismo, la justa hegemónica entre Washington y Pekín ha tocado otros ámbitos: la molestia china por las maniobras militares del ejército norteamericano en el Mar de la China Meridional y lo que diplomáticamente tachan “de injerencia externa” de Washington por su apoyo abierto a Taiwán y a Hong Kong.

Se ha resucitado el espíritu de la carrera armamentista con China caminando a pasos agigantados en su supremacía armamentista contando con 16 misiles balísticos intercontinentales DF-41 con un alcance aproximado de 15 mil kilómetros; con plena capacidad para llegar hasta el corazón de Washington y un arsenal de misiles hipersónicos DF-17, espías supersónicos WZ-8, drones submarinos como el HSU-001 y misiles balísticos subacuáticos JL-2. De los misiles, a los drones, hasta tocar la esfera de la tecnología y de las multinacionales con el presidente norteamericano, Donald Trump, sancionando a empresas como Huawei. Ni en plena pandemia se ha reducido la tensión entre ambas naciones: recientemente, el Gobierno del presidente chino Xi Jinping, anunció que colocarán a Apple y a Boeing en una “lista negra” como respuesta a la intención de Trump de prohibir la venta de chips a Huawei.

Literalmente no hay bombas, pero a la luz de los hechos hay decisiones que explotan como granadas expansivas cada vez más intensas, porque ni la atención contra la emergencia de salud pública global esconde el tema fundamental: la disputa hegemónica entre Estados Unidos y China que abre un gap para una Guerra Fría 2.0. En ese sentido, el Senado estadounidense aprobó por unanimidad una iniciativa para prohibir que “compañías chinas coticen en los mercados bursátiles y accedan a los mercados de capital” en la Unión Americana si no se ajustan a los “estándares regulatorios” y a las “auditorías” del país.

A colación 

De no cumplir con los nuevos criterios que deberán pasar por la aprobación de la Cámara de Representantes, ninguna multinacional china podrá bursatilizarse ni en el Nasdaq, ni en el New York Stock Exchange (NYSE) o en el NYSE American, lo que afectaría a 165 empresas del gigante asiático que cotizan en los mercados accionarios norteamericanos con una capitalización aproximada de 1,2 billones de dólares. El banco de inversión Reinassance Capital señala que, de 2017 a 2019, un total de “65 compañías chinas han salido a bolsa en Estados Unidos” logrando recaudar en capitalización hasta 10.400 millones de dólares. De acuerdo con su impulsor, el senador republicano de Louisiana, John Kennedy, las empresas necesitarán certificar “que no son propiedad ni están controladas por un gobierno extranjero”. “El Partido Comunista chino hace trampa y la Ley de Responsabilidad de las Compañías Extranjeras les impediría hacer trampa en las bolsas de valores de Estados Unidos”, afirmó el legislador.

Adicionalmente, la intención es someter a las compañías chinas a una inspección efectuada por la Junta de Supervisión Contable de las Empresas Públicas (PCAOB, por sus siglas en inglés) que se encarga de las auditorías de todas las empresas estadounidenses “que buscan recaudar capital en los mercados públicos del país”. La iniciativa aprobada refiere que si “por cualquier circunstancia” la Junta no tuviese acceso a las auditorías de una “compañía extranjera durante tres años” no podrán cotizar en ningún mercado accionario de la Unión Americana.

En los últimos veinticuatro meses de pugnas, controversias, amagos, tensiones y amenazas entre Estados Unidos y China, diversos organismos de Inteligencia norteamericanos como la Agencia Nacional de Seguridad, la CIA y el FBI han sostenido, reiteradamente, que las empresas chinas Huawei y ZTE espían para el gobierno de su país, y desaconsejan, utilizar todos  sus dispositivos móviles. Se trata, desde luego, de municiones usadas en la actual confrontación hegemónica entre dos colosos dispuestos a arrastrar al mundo hacia una nueva Guerra Fría 2.0.