Opinión

La juventud europea merece mucho más

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En diciembre del año pasado, el Consejo y el Parlamento Europeo aprobaron la propuesta de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, de que el 2022 se designara “Año Europeo de la Juventud”. Durante su discurso sobre el Estado de la Unión, Von der Leyen hizo referencia a las dificultades a las que se han tenido que enfrentar los jóvenes durante estos últimos años, en particular debido a la pandemia de COVID-19. La propuesta tiene como objetivo honrar los esfuerzos de la juventud ante la adversidad, y acercar sus problemas a la política. Se dispondrán más fondos para la investigación sobre asuntos juveniles, se organizarán eventos y conferencias al respecto, y se crearán espacios para acercar a los jóvenes a la toma de decisiones políticas.

Este último punto es particularmente relevante. En la política actual, los jóvenes ocupan un espacio muy pequeño. Sus voces no suelen ser tenidas en cuenta, ni siquiera en temas que les atañen de manera directa, de manera que se crean políticas para los jóvenes sin los jóvenes. El resultado es que las medidas que toma la élite política pierden legitimidad ante la juventud, generando desconfianza hacia la política. Es fundamental crear espacios en los que los jóvenes puedan expresar y analizar sus problemas, así como proponer respuestas a los mismos. Pero su participación no debe limitarse a ciertos asuntos típicamente juveniles. También tienen opiniones sobre temas como el cambio climático, la seguridad o la defensa, y deben ser capaces de proponer alternativas. Sin embargo, hoy en día su participación en la política es mínima.

Lo mismo sucede con otros colectivos sociales como el LGTBIQ+, las minorías étnicas, raciales y religiosas, las personas mayores o las mujeres, que siempre han estado menos representados en la política. El objetivo, para lograr una democracia plena, debe ser la obtención de una representación real de los problemas e intereses de la sociedad. Para ello, se deben incluir las voces de todos y cada uno de los ciudadanos. Por eso es fundamental crear espacios para la participación ciudadana.

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Un intento por acercar la política a la ciudadanía europea fue la Conferencia por el Futuro de Europa (CoFoE), implementada de manera conjunta por la Comisión, el Consejo y el Parlamento Europeos. Los datos de participación, sin embargo, son deprimentes. Tan solo un 0,01% de la población europea ha propuesto ideas en la plataforma multilingüe, de los cuales solo un 10% tiene menos de 25 años. Las razones de esta baja participación son muchas, pero quizás la más relevante sea el desconocimiento por parte de la población de este ejercicio de democracia participativa de la UE. La CoFoE es bien conocida por todos aquellos que pertenecen a la “Brussels bubble” o burbuja de Bruselas, es decir, los ciudadanos que ya tienen un conocimiento previo de la UE y un interés por la política europea. Sin embargo, la CoFoE no ha permeado más allá de ese estrato tan limitado.

Sería fácil culpar a la UE de estar alejada de sus ciudadanos, de no saber comunicar sus proyectos, sus objetivos, sus competencias. Algo sin duda cierto y que, sin embargo, no es el único problema en este caso. En lo relativo al desconocimiento de la CoFoE, la responsabilidad última no está en la UE, sino en los gobiernos nacionales, regionales y locales. Estos no han hecho ningún esfuerzo por acercar esta plataforma a los ciudadanos.
 

Siendo un proyecto novedoso, es fundamental explicar no solo su funcionamiento, sino también su valía. La CoFoE, sin una gran participación de la población europea, no tiene sentido, y para que funcione, requiere del trabajo conjunto de todos los gobiernos. Además de comunicar los proyectos existentes, los gobiernos nacionales, regionales y locales deben empezar a crear espacios propios de participación ciudadana, poniendo especial énfasis en la inclusión de los jóvenes. En este Año Europeo de la Juventud, este debería ser uno de los objetivos principales de las instituciones. Incrementar la participación, y con ello la confianza hacia la élite política, que está en mínimos históricos. En este 2022 se les ha hecho una promesa a todos los jóvenes europeos. Es hora de cumplir, no con palabras bonitas, sino con acciones, con hechos. Se lo debemos.