La respuesta del Islam a problemas del mundo contemporáneo (36)

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LA PAZ SOCIO-ECONÓMICA.

Continuando con el desarrollo de la Paz Socio-Económica, adjuntamos nuevas reflexiones en base a las enseñanzas del Sagrado Corán.

Pedir limosnas

Incluso los mendigos han de ser tratados con respeto. No ha de tratarse con rudeza al mendigo. Aunque, la mendicidad no es alentada se garantiza el derecho a pedir limosnas cuando uno se encuentra en situación de necesidad imperiosa. Es más, no se permite que nadie hiera la autoestima de los que se ven obligados a pedir.

En la primera época islámica, aún cuando quedaba salvaguardada incluso la dignidad de los mendigos, la sociedad en su conjunto logró comprender que no mendigar era ciertamente mejor que hacerlo. En una ocasión, el Santo Fundador del Islam (lpbD) mencionó esta comparación, declarando:

“La mano del que ofrece es mejor que la del que recibe.”

Debido a ello un considerable número de musulmanes prefirió morir en la pobreza a tener que pedir para sobrevivir. Para atender sus necesidades, el Santo Corán recuerda a la sociedad en general, que entre vosotros hay gente que se esfuerza en el camino de Al’lah, que no encuentra medios para salir de su pobreza.

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“Estas limosnas son para los pobres que se encuentran detenidos en el camino de Al’lah y que no pueden moverse por la tierra. El hombre ignorante piensa que carecen de necesidades porque se abstienen de pedir. Tú los conocerás por su aspecto, no piden a los hombres de modo inoportuno. Y cualquier riqueza que empleéis para estas personas sabed que Al’lah la conoce perfectamente”. (2:274).

Este principio queda aclarado en el siguiente versículo:

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“Cuanto Al’lah ha entregado a Su Mensajero como botín del pueblo de las ciudades es para Al’lah, y para el Mensajero, y para los parientes cercanos, y para los huérfanos, los necesitados y los viajeros; para que no circule únicamente entre aquellos de vosotros que sois ricos. Y cuanto os da el Mensajero, tomadlo; y cuanto os prohíba, absteneos de ello. Temed a Al’lah, pues en verdad, Al’lah es severo en la retribución (59:8)

El Santo Profeta del Islam, la paz y bendiciones de Al’lah sean con él, menciona también este principio en una tradición traducida parcialmente así:

Hakim bin Hizam narra: “El Santo Profeta (lpbD) dijo, “La mano que está arriba es mejor que la mano que está debajo” (es decir, quién da en caridad es mejor que quién la recibe). Se ha de comenzar dando, en primer lugar, a los subordinados. El mejor objeto de caridad es el que otorga una persona adinerada (del dinero que le queda tras los correspondientes gastos). El que se abstiene de pedir a otro ayuda económica, Al’lah se la proporcionará, y le evitará tener que pedirla a los demás. Al’lah le hará autosuficiente. Poseéis, pues, un mano superior al servicio de los demás: ofreciendo limosnas y sirviendo a los demás y no siendo los receptores de limosnas ni favores.

¿Qué puede ofrecerse en caridad?

Aparte de la manera con la que se ofrece, también es importante lo que se ofrece. Si se ofrece algo que a uno mismo le produciría vergüenza recibir de otro, eso no se puede definir como limosna, según el Santo Corán. Sería como arrojar algo a la papelera.

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“Oh creyentes gastad de las cosas buenas que habéis ganado, y de lo que hacemos brotar de la tierra para vosotros; y no seleccionéis para caridad lo que carece de valor, aquello que no aceptaríais vosotros mismos sin que os sintáis azorados y avergonzados en extremo. Y sabed que Al’lah es suficiente por Sí mismo, Merecedor de Toda Alabanza”. (2:268)

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“No es la carne de los animales sacrificados la que llega a Al’lah, como tampoco su sangre, sino que es vuestra piedad la que llega a Él…” (22:38)

Dar con discreción y públicamente 

El Islam deja abiertas ambas opciones: gastar públicamente o en privado. El Santo Corán enseña:

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“Sea cual fuere lo que gastéis y el voto que formuléis, Al’lah ciertamente lo conoce bien, y para los malvados no habrá defensores. Si dais limosnas en público, está bien y es bueno, pero si las dais secretamente al pobre, es incluso mejor para vosotros: Él os eliminará muchos de vuestros pecados. Y Al’lah sabe lo que hacéis”. (2:271-272).

Responsabilidades sociales

En el Islam se considera sumamente esencial que quienes tengan la autoridad se sensibilicen hasta tal punto con la causa de su pueblo que no haya necesidad de crear grupos de presión.

De acuerdo con el Santo Corán, el gobernante es responsable, y ha de responder ante Dios, de los asuntos de sus subordinados, que están bajo su custodia. En una de las tradiciones del Santo Fundador del Islam (la paz de Dios sea con él) leemos:

“Cada uno de vosotros es como un pastor a quien le pertenecen las ovejas. Se le confía la responsabilidad de cuidar a las ovejas y deberéis responder por ello.”

La tradición menciona las diversas relaciones en las que uno puede estar al cargo de otras personas como por ejemplo: el amo respecto al criado, la esposa como dama del hogar y el padre como cabeza de familia, ambos responsables de toda la familia; el patrono como responsable de los empleados a su servicio etc. y en cada ocasión el Santo Profeta (lpbD) repetía: “Recordad que se os pedirán responsabilidades”.

Un ejemplo de la primera época del Islam

En cierta ocasión, Umar, el Segundo Jalifa del Islam atravesaba una calle, en un suburbio de Medina, por la noche. Tenía la costumbre de pasear por las calles de incógnito para comprobar personalmente como vivía la gente bajo su Jalifato. Desde una casa pudo oír llantos de niños que parecían estar sufriendo. Al indagar comprobó que había tres niños sentados alrededor de la lumbre sobre la cual había una olla hirviendo, estando su madre junto a ellos. Preguntó qué les ocurría. Ella contestó: “mis hijos tenían hambre, y como no tenía nada para alimentarles, he querido engañarles y he puesto agua y piedras en la olla, para que crean que se está cocinando la comida. Esto es lo que ves”.

Con profunda pena y angustia, Umar volvió inmediatamente a su sede de Gobierno y se proveyó de harina, mantequilla, carne y dátiles, y los metió en una bolsa. Le pidió a un sirviente que se encontraba cerca, que le ayudara a cargar la bolsa sobre su propia espalda. El sirviente, sorprendido, le preguntó a Umar que por qué quería llevarlo por sí mismo y le pidió que le permitiera llevarlo él en su lugar. Umar contestó: “No dudo que puedas llevarme este peso hoy, pero ¿quién llevará mi carga en el Día del Juicio?”. Quería significar que en el Día del juicio, el sirviente no estaría en posición de responder por Umar sobre cómo cumplió éste sus responsabilidades. Tenía que hacerlo él mismo. Era también una especie de auto-castigo, pues Umar se sentía responsable de la miseria de la mujer pobre e indefensa, y de los niños que había contemplado. Sentía, en realidad, que la responsabilidad última de la ciudad y sus asuntos eran suyos: una custodia que tenía que atender.

Es imposible que cada jefe de Gobierno imite físicamente el ejemplo de Umar, pero tanto el espíritu como la actitud de Umar permanecen como un modelo excelente. Este es el espíritu que deben seguir las sociedades modernas de cualquier parte. Si los gobiernos se mostraran sensibles con la causa y los sufrimientos del pueblo, entonces, incluso antes de que la gente alzara la voz expresando su dolor y privaciones, las autoridades se sentirían obligadas a adoptar medidas reparadoras, no por miedo a las exigencias sino por la voz imperiosa de su propia conciencia.

(lpbD) – La paz y las bendiciones de Dios sean con él.

(Continuaremos en la entrega 37, desarrollando el tema de la Paz Socio-Económica en base a las enseñanzas del Sagrado Corán).

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