La respuesta del Islam a problemas del mundo contemporáneo (39)

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LA PAZ ECONÓMICA.

Comenzamos un nuevo capítulo dentro de las entregas que enviamos a nuestros estimados lectores semana tras semana bajo el título de “LA PAZ ECONÓMICA”.

Es nuestro intento proveer a los lectores referencias sobre las verdaderas enseñanzas del Islam, enseñanzas distorsionadas por intereses partidistas, que no están refrendadas en el Sagrado Corán.

(Pueden consultar las referencias del Sagrado Corán en https://www.ahmadiyya-islam.org/es/coran/)

Introducción
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“Al’lah eliminará el interés y hará que aumente la caridad. Y Al’lah no ama a quien es un incrédulo obstinado y un pecador declarado”. (2: 277)

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“No, lo que ocurre es que no honráis al huérfano. Ni os alentáis mutuamente a dar de comer a los pobres, y devoráis la herencia del pobre; amáis la riqueza con amor excesivo”. (89:18-21)

Filosofía económica del capitalismo, el comunismo y el Islam

El orden económico islámico no pertenece ni al capitalismo ni al socialismo científico. La filosofía económica del Islam es científica sin ser mecánica. Es disciplinada sin ser demasiado restrictiva. Permite la posesión privada y la empresa privada pero no promueve la avaricia ni la acumulación de riquezas en pocas manos por la cual una gran parte de la sociedad se ve desamparada y se convierte en sierva y esclava de un implacable y cruel sistema de explotación.

Existen tres diferencias fundamentales entre las filosofías económicas del capitalismo, el comunismo y el Islam.

El capitalismo

En el capitalismo, el capital se recompensa con el interés. Se acepta el principio intrínseco que el capital tiene derecho a crecer. El interés juega el papel de fuerza motriz central para la acumulación de capital, que se encauza como energía para establecer y mantener la línea de producción en movimiento. En resumen, el interés actúa como incentivo para mantener el capital en circulación.

El socialismo científico

En el socialismo científico, aunque no existe el incentivo del interés para hacer circular y recircular el capital como mecanismo productivo, el Estado monopoliza el capital. Por lo tanto, no hay lugar para la motivación.

En la empresa privada libre, tanto si se paga como si no se paga interés, el sentido de posesión personal es suficiente para crear el deseo de que el capital propio crezca lo más rápidamente posible.

Si se ha de pagar interés sobre el dinero prestado, la tasa de interés actúa a modo de cota. Funciona como una ventana a través de la cual se puede controlar el crecimiento o la disminución relativa del capital.

En el sistema económico socialista, sin embargo, no existe esta necesidad porque los que utilizan el capital no lo poseen, ni existen medios de comparación por los que se pueda juzgar si el grado de crecimiento es suficiente o no desde el punto de vista económico.

En el orden socialista científico, la posesión por la fuerza del capital de todo el Estado por el propio Estado, convierte al sistema de interés en totalmente irrelevante e insignificante. El problema está en que cuando no existe ninguna presión para ganar más que el interés que se ha de pagar, se pierden todos los incentivos y el sentido de la responsabilidad.

Si todo el capital en circulación de un Estado comunista pudiera, por ejemplo, ser valorado desde el punto de vista de la cantidad de interés que ganaría de hallarse depositado en un banco, se nos desvelaría un aspecto del problema. La otra cara de la moneda se podría representar valorando la economía en base a las ganancias y las pérdidas. Sin duda, presentaría muchas complicaciones tales como el cálculo de los salarios, etc. Pero si los expertos financieros se pusieran a estudiarlo, se podrían superar tales obstáculos. Una comparación entre los dos sistemas mostraría posibilidades muy interesantes.

Es más que probable que los verdaderos culpables de la decadencia de los estándares de vida puedan ser señalados de forma precisa de esta manera. Sin necesidad de realizar un ejercicio mental tan inmenso, no es difícil determinar las causas de esta decadencia. Creo que, puesto que el Estado se convierte en capitalista, se ve privado de un sistema de control que le prevenga de los fallos, pérdidas y errores respecto al modo en que maneja el capital del Estado, puesto que no tiene obligaciones financieras que cumplir y puede emplear el capital sin tener que rendir cuentas. Tal situación comporta peligros inherentes. La falta de interés personal y la ausencia un sistema de alarma ante las pérdidas o beneficios procedentes del empleo de capital, causa estragos en la relación entre inversiones y rendimientos. El volumen de pérdidas sigue en aumento.

Igualmente, no existe ningún control en la política de canalización del capital. Por ejemplo, no existe ningún espejo en manos de los gobiernos socialistas en el que puedan reflejar el índice real de crecimiento económico, en comparación con las economías de libre mercado del mundo exterior. Un problema añadido radica en que los Estados comunistas precisan realizar un desembolso mucho más grande en defensa, inspección e instituciones policiales dentro del país. Al ser iguales las demás cosas, exige un nivel de gastos desproporcionado en defensa y mantenimiento de la ley y el orden. Estos y otros factores similares suponen una pesada carga para la economía. El colapso final de la economía se puede demorar, sin duda, pero no puede ser evitado de ningún modo.

El concepto islámico

Mientras que el comunismo no ofrece incentivos para una implicación directa en la producción de riqueza, el Islam ofrece dicho incentivo, a pesar de prohibir el interés. El Islam elimina el sistema de usura e interés sin participar de los problemas específicos del mundo comunista. En ausencia del interés, que arrastra el capital hacia canales no productivos, el Islam controla el capital inactivo. Este control adopta la forma de un “impuesto”, conocido como Zakat que se impone no sólo sobre la renta o beneficios sino sobre el propio capital.

El contraste es evidente. En las sociedades capitalistas se acumula el capital en las manos de unos pocos debido a la avidez de aumentar dicho capital mediante la acumulación del interés, que es reciclado en la economía con la tarea prefijada de rendir un beneficio mayor que el tipo imperante de interés. De fracasar esto, la economía va necesariamente a la recesión. En el Islam, el temor de que el capital ocioso se desgaste progresivamente debido a la imposición del Zakat hace que quienquiera que tenga un superávit económico tenga que emplearlo en la obtención de beneficios para contrarrestar los efectos del Zakat.

Según el Islam, la respuesta a los problemas económicos del mundo no se encuentra en el socialismo científico ni en el capitalismo. Es imposible disertar ampliamente sobre este tema aquí, pero es preciso tener una visión actual del desequilibrio creado por el capitalismo para aprender algunas lecciones para el futuro.

Cuatro características de la sociedad capitalista

Las señales para determinar que, efectivamente, ha surgido tal desequilibrio en la sociedad se explican muy claramente en los siguientes versículos del Santo Corán:

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“No, mas no honráis al huérfano. Ni os alentáis mutuamente a dar de comer a los pobres. Devoráis toda la herencia de otras personas. Y amáis la riqueza con amor excesivo”. (89:18-21)
En pocas palabras, estas características son:

  • Trato deshonroso a los huérfanos.
  • No se promueve alimentar a los pobres.
  • La usurpación de la herencia ajena.
  • Una interminable acumulación de riqueza.
El capitalismo conduce finalmente a la destrucción

Sin aprobar la filosofía del socialismo científico, el Islam rechaza algunos aspectos del capitalismo porque:

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“La mutua rivalidad en la búsqueda de más cosas mundanas os ha desviado de Dios. Hasta que lleguéis a las tumbas. ¡No! Muy pronto llegaréis a saber la verdad”. (102:2-4)

El orden económico cambiante

La explotación de los ciudadanos más pobres por el capitalismo basado en el interés, que dio origen a la rebelión socialista, parece haber quedado relegado a la historia. Pero un estudio más profundo nos revela que no es más que un cambio de disfraz.

En este momento, el mundo entero se encuentra dividido entre ricos y pobres, gracias sobre todo a la explotación de los países capitalistas desarrollados. Añádase a esta situación el decisivo retorno al capitalismo del arrepentido bloque del Este. Causa estremecimiento imaginar cuánta sangre se sorberá aún de las ya debilitadas y anémicas naciones del Tercer Mundo. Parecería que los vampiros del capitalismo necesitan aún más sangre para beber.

(lpbD) – La paz y las bendiciones de Dios sean con él.

(Continuaremos en la entrega 40, continuando con “La Paz Económica” según las enseñanzas del Sagrado Corán) 

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