Opinión

Las dificultades del centroderecha italiano para formar Gobierno

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La aplastante victoria del centroderecha en las últimas elecciones generales no implica, y en la práctica no va a implicar, una fácil conformación del nuevo Ejecutivo que, en principio, debería gobernar durante la XX Legislatura (o más bien habría que decir que comenzaría gobernando, porque difícil es que no haya cambio de Gobierno entre medias al menos una vez, siguiendo la tradición de la poca duración de cada Ejecutivo). Porque Meloni, tras superar claramente a sus dos compañeros de coalición (Berlusconi y Salvini), se va a encontrar primero con las condiciones que le ponga el presidente de la República para dar su “visto bueno” al nuevo Ejecutivo. Pero es que antes tendrá que haber llegado a un pacto con los líderes de Forza Italia y de la Liga que, no solo poseen el 33% de los parlamentarios de la nueva “maggioranza”, sino que en la práctica hacen “bloque” frente a Meloni. Y ella es la primera que lo sabe.

Tradicionalmente, la persona más votada de una coalición se asegura tres puestos: el suyo (Presidencia del Consejo de Ministros); la cartera de Economía y Finanzas; y la importantísima subsecretaría de la Presidencia del Consejo de Ministros, una subsecretaría por cuyas manos pasa toda la información que finalmente tiene como destinatario al jefe (en este caso, jefa) de Gobierno. Respecto a Economía y Finanzas, el nombre con el que concurrió Meloni a las elecciones fue la del exdirector general del Banco de Italia y ahora miembro del Consejo Director del Banco Central Europeo, Fabio Panetta, aunque no sería descartable otro nombre: incluso, la continuidad de Daniele Franco, titular de esta cartera en el Gobierno Draghi y que ha realizado una muy buena gestión en el año y medio que ha estado al frente de la misma. Pero para la Subsecretaría se barajan varios nombres: desde un veterano como Ignazio La Russa (aunque este podría acabar siendo presidente del Senado, Cámara de la que ya ha sido vicepresidente en la legislatura anterior) hasta una mujer muy cercana a Meloni (Daniela Santanché). Todo ello sin olvidar al diplomático Terzi di Sant´Agata, que debería ir a Asuntos Exteriores, pero que tiene como rival a un hombre de la máxima importancia para Meloni en las relaciones con la Unión Europea: Antonio Tajani, europarlamentario durante varias legislaturas y, finalmente, entre enero de 2017 y junio de 2019, presidente del Parlamento Europeo.

Y es que debe recordarse que desde hace años la persona que acompaña al jefe de Estado o de Gobierno a las cumbres europeas no es otra persona que el titular de Asuntos Exteriores, y además Tajani pertenece a la familia política europea más importante (la popular, cuyo presidente es el alemán Manfred Weber). Tajani, persona afable, pero también con carácter y que cuenta con la máxima confianza de su jefe de filas (Silvio Berlusconi), no pedirá esta cartera a Meloni, sino que seguramente el propio Mattarella exigirá que sea quien se ponga al frente de la misma porque Meloni tiene una posición débil en las instituciones comunitarias, y nadie mejor para hacer de “introductor de embajadores” que Tajani. Así que no debería extrañarnos que finalmente Terzi di Sant´Agata, que en su momento fue también ministro de Asuntos Exteriores durante el Gobierno Monti (noviembre de 2011-abril de 2013), sea a quien Meloni confíe esta Subsecretaría de la Presidencia del Consejo, aunque también podría convertirse en ministro de Asuntos Europeos.

A partir de aquí es donde precisamente comienzan los problemas para Meloni y el más importante es, con diferencia, qué hacer con su compañero (y en la práctica rival) de coalición Matteo Salvini. Porque Salvini quiere volver al Viminale (palacio en el que se encuentra la sede del Ministerio de Interior), un puesto que le dio enorme lucidez entre junio de 2018 y septiembre de 2019, y además sabiendo que el tema migratorio vuelve a ser un problema: si en 2021 las llegadas a costas italianas se situaron por debajo de las 30.000 personas, en 2022 estas han subido a las 64.000. Con lo que Salvini podría volver a las andadas de su célebre política de “puertos cerrados” a la inmigración, lo que le daría la posibilidad de perder parte de la popularidad perdida.

De momento, la Liga de Matteo Salvini ya ha dejado caer que quiere Interior, Agricultura (Salvini practica con enorme eficacia el populismo en el mundo rural), Infraestructuras y Transportes (un ministerio que puede darle mucho lucimiento teniendo en cuenta la enorme cantidad de fondos europeos que va a haber para modernización de carreteras, puentes y otras obras de ingeniería civil), y Reformas Constitucionales. Dentro de este último tema está algo que debe abordarse lo antes posible, y es el sistema de elección del presidente de la República. Recordemos que, en las tres últimas convocatorias para elegir al jefe del Estado, dos han concluido en rotundo fracaso: Napolitano tuvo que repetir mandato en la primavera de 2013 a pesar de contar en ese momento ya con nada más y nada menos que 88 años de edad; y Mattarella, a su vez, y en enero de este mismo año, hubo de asumir un segundo mandato (recordemos que estamos hablando de nada más y nada menos que siete años para una figura que suele llegar al Quirinal ya en edad avanzada). Es decir, en 16 años y tres elecciones, solo una vez (enero de 2015), el Colegio Electoral fue capaz de pactar un nuevo presidente de la República: el citado Sergio Mattarella, candidato propuesto por el entonces primer ministro Matteo Renzi.

En realidad, el que el jefe del Estado sea elegido por el conjunto de la ciudadanía a través de una convocatoria en las urnas, y no por un Colegio Electoral compuesto básicamente por diputados, ministros y consejeros de los gobiernos de las 20 regiones que integran el país, es la solución más lógica y lo que le homologaría con otras repúblicas de su entorno, como son la alemana (su actual presidente es Franz-Walter Steinmeyer), Austria (Van der Bellen) o Portugal (Rebello da Sousa). Eso sí, no hay que olvidar, a diferencia de los anteriores presidentes citados (que asumen el llamado “papel ceremonial”, sin funciones ejecutivas reales), que en el caso del jefe del Estado italiano este posee prerrogativas muy importantes, como realizar el “incarico” o “encargo” de formar gobierno; decidir cuándo convocar elecciones; y, en la práctica, jugar un papel clave en la formación del nuevo Ejecutivo, pudiendo vetar candidatos si no creen que vayan a ser beneficiosos para el país. En relación con ello, el caso más reciente es el de Paolo Savona, propuesto por Salvini y Di Maio a finales de mayo de 2018 para Economía y Finanzas y al que Mattarella se negó en rotundo a aceptar por ser este un declarado enemigo de la moneda única, solucionándose el conflicto mandando a Savona al Ministerio de Asuntos Europeos y designando a Giovanni Tría, catedrático universitario y economista ortodoxo, para Economía y Finanzas.

Ciertamente, conceder Agricultura e Infraestructuras y Transportes a Salvini es algo que Meloni puede aceptar. Pero que no sea alguien de su confianza quien esté al frente de Reformas Constitucionales y, menos aún, que sea una persona tan conflictiva como Salvini quien vuelva a dirigir los temas de Interior van a ser dos temas de fuerte discusión entre estos dos líderes del centroderecha.

Respecto a lo que pueda solicitar Forza Italia, más allá de Asuntos Exteriores hay que pensar en qué ministerios pueden ser de su interés, toda vez que la mayor parte de sus anteriores ministros están fuera de la política o del partido: por poner un ejemplo, las dos ministras que Forza Italia designó para el Gobierno Draghi están ahora en “Il Terzo Polo” de Renzi y Calenda, y el tercero (el veneciano Renato Brunetta) ha decidido retirarse de la política. Así que hay que pensar en ministerios para figuras destacadas como Maurizio Gasparri o Maurizio Lupi, pero no será fácil encontrarlos. Donde seguro que no estarán será en Justicia, donde Meloni ya tiene nombre desde hace meses: Justicia, cartera a la que debe ir a parar el prestigioso magistrado Nordio, candidato por cierto de Meloni en las elecciones a la Presidencia de la República en enero de 2022.

En todo caso, la joven política romana va a contar con dos importantes aliados, y son las dos figuras de más prestigio del país: Sergio Mattarella, presidente de la República, y Mario Draghi, primer ministro en funciones. El primero tiene mandato hasta 2029 y goza de una inmensa popularidad y prestigio entre los italianos, mientras el segundo sigue siendo la figura de más peso en círculos económicos y financieros. Y ambos tienen en común una pésima relación con Salvini: a Mattarella no se le olvida que le quiso echar encima a la población transalpina con el llamado “caso Savona” y la celebración del aniversario de la República (2 de junio) del año 2018; y Draghi, a su vez, culpa a Salvini de la caída de su Gobierno, porque, aunque Cinque Stelle se hubiera marchado, entre la Liga y Forza Italia aseguraban la continuidad de la “maggioranza”, pero Salvini prefirió hacer caer el Gobierno Draghi para finalmente acabar pagándolo en las elecciones, haciendo bueno aquello de que “quien hace caer un gobierno, luego lo paga en las urnas”.

La realidad es que aún queda tiempo. Primero tienen que constituirse las Cámaras, elegir sus respectivos presidentes y formar las comisiones que trabajan dentro del poder legislativo. Luego llegará la hora de formar gobierno, y, mientras tanto, los periodistas transalpinos podrán seguir con un “deporte” favorito: el llamado “toto-nomi”, o lo que os lo mismo, dar y dar nombre de ministros para futuras carteras hasta que se conoce la lista definitiva. Pero, en todo caso, a la futura presidenta del Consejo de Ministros le espera más de un quebradero de cabeza en la conformación del Gobierno que presidirá porque Salvini va a combatirla hasta la extenuación sencillamente porque, durante años (básicamente, junio de 2018 a febrero de 2021) pensó que sería él, y no Meloni, el futuro primer ministro, y esa derrota a manos de una rival que casi tenía ni en consideración no se asume así como así, y menos tratándose de Salvini.

Pablo Martín de Santa Olalla Saludes es profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Nebrija y autor del libro “Historia de la Italia republicana (1046-2021” (Sílex Ediciones, 2021).