Las islas, portaaviones del turismo Mediterráneo

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Las islas del Mediterráneo han experimentado un gran desarrollo en los últimos años con la expansión de su sector turístico. El turismo integra muchos elementos positivos, genera oportunidades laborales, especialmente para jóvenes y mujeres, mejora ingresos estacionales, impulsa la construcción de infraestructuras, desarrolla tecnologías y servicios, y facilita el intercambio cultural y social que tanto enriquece al viajero y al destino. Sin embargo, hay una gran diferencia entre el crecimiento y la distribución justa y coherente de los ingresos, y hoy sabemos que "volver a la normalidad" no es la forma de construir un futuro próspero y sostenible. 

Con la COVID-19 las islas han sufrido unas pérdidas de miles de millones de euros de actividad, tanto directa como indirecta. El mundo ha atravesado una fase dolorosa, pesada y costosa en su largo enfrentamiento al virus, y la batalla continúa. Por eso estamos ante una oportunidad de reiniciar el sector y ofrecer un nuevo modelo de turismo post-COVID-19. 

Los retos presentes y futuros, para el Mediterráneo en general y sus islas en particular, pasan por convertirse en un destino turístico sostenible e imponen una responsabilidad compartida basada en los tres pilares de la sostenibilidad: económico, ambiental y social. El turismo del futuro incorpora objetivos de desarrollo equilibrado y focalizado, y precisa un cambio de actitud de toda la cadena de valor: destinos, empresas y turistas. 

El Mediterráneo es el primer destino turístico y supone el 30% de los ingresos a nivel mundial y el 12% de PIB regional un porcentaje similar del empleo registrado. Ahora sus islas requieren un apoyo vital que facilite su transformación hacia un nuevo modelo más resiliente, verde y azul, que fortalezca las economías locales de forma equilibrada y sostenible. Las islas deben convertirse en el portaviones de ese nuevo turismo regional.

Las islas del Mediterráneo deben coordinarse. Deben trabajar por sus objetivos comunes y para hacer frente a sus problemas comunes: el cambio climático, la rentabilidad, la estacionalidad, Es preciso un proyecto de cooperación de un mercado turístico mediterráneo coherente y eficiente. Consolidar una "Marca Mediterránea" y un turismo rentable y alineado con los Objetivos de Desarrollo.  Sin un plan integral que consolide su liderazgo, la recuperación y la sostenibilidad a largo plazo están en peligro. No podemos comprometer las necesidades futuras por una mala estrategia y gestión hoy.

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Las islas son destinos de vacaciones especiales, están en nuestra cultura e imaginario, en ningún lugar más que en el Mediterráneo en verano. Pero, el impacto que tiene el modelo turístico actual, como la basura marítima en las playas, es especialmente visible en las islas. Hay que aprovechar la situación generada por la pandemia para repensar el modelo.

En momentos pasados, el sector turístico demostró su capacidad para superar crisis y adaptarse a los cambios, impulsar el crecimiento y crear puestos de trabajo, a pesar de los desafíos económicos, geopolíticos, del terrorismo o de los desastres naturales. 

Las islas del Mediterráneo pueden salir de la pandemia fortalecidas, y seguir siendo un motor de la economía. Pero los gobiernos y el sector privado deben trabajar juntos para superar el impacto de la pandemia y esta crisis social y económica sin precedentes.

Es importante poner en valor el turismo en las islas Mediterráneas. Pero será necesaria una estrategia e instrumentos en que todos los actores implicados deberían implicar. Los responsables de las política nacionales y regionales deben utilizar nuevos enfoques para dar una respuesta sólida que ayude a la recuperación del sector.

Son precisos marcos normativos, regulatorios e institucionales con incentivos suficientes para estimular el desarrollo de la oferta y la capacidad productiva. Una estrategia común que garantice que el sector turístico mediterráneo se vuelva resiliente, sostenible, inclusivo y competitivo. 

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El turismo impulsado por la comunidad también promueve el comportamiento responsable del consumidor al fomentar un intercambio cultural y una comprensión más profundos que el turismo tradicional de sol y playa. No hay que olvidar la importancia de la concienciación del visitante. Los consumidores son un poderoso motor de cambio. Sus voces y demandas tienen el poder de mejorar la economía y el bienestar.

La pandemia puede ser el punto transformador de las economías de las islas mediterráneas y desde ahí, de toda la región. Sabemos que debemos reducir a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero. Vivimos una Cuarta Revolución Industrial, con nuevas herramientas digitales, que son un poderoso acelerador de la inclusión, la competitividad y la cooperación que mejora la sostenibilidad. Desde la crisis financiera mundial de 2008, sabemos que hay que evolucionar. Si bien históricamente, el turismo ha demostrado una gran capacidad para adaptarse, innovar y recuperarse de la adversidad, esta situación sin precedentes requiere nuevos enfoques, una respuesta sólida y asociación a varios niveles.

Ferdinand Braudel decía que el Mediterráneo no es un paisaje sino innumerables paisajes. No es un mar sino una serie de mares. El Mediterráneo es un mar de islas y por ello atrae millones de visitantes de todo el mundo. Ante la pandemia, la incertidumbre económica y el desafío continuado que plantea el cambio climático podemos enfrentarnos a los retos del futuro para la perdurabilidad a largo plazo de las islas Mediterráneas.

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