Los 8 de Irak: espías de España, y con mucha honra

PHOTO/Ministere des Armées - El 29 de noviembre mes se cumplirá el XIX aniversario del asesinato de los ocho agentes del Centro Nacional de Inteligencia que perdieron la vida en Irak. Quedan cosas por hacer en su honor

El lunes, 10 de octubre, Movistar Plus+ estrena bajo demanda la serie documental de cuatro episodios “Los 8 de Irak”. Narra las circunstancias que envolvieron hace casi 19 años el asesinato de ocho agentes secretos españoles del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) destacados en tierras de Irak en el marco de la operación Libertad Duradera.

De 50 minutos de duración, cada capítulo recrea con secuencias, recuerda con testimonios de jefes y compañeros y analiza de la mano de expertos nacionales y extranjeros la tragedia de ocho espías españoles que se jugaban la vida a diario en un escenario tremendamente hostil. En la región de Mesopotamia, una zona muy conflictiva para las fuerzas de la coalición militar multinacional liderada por Estados Unidos y desplegadas en Irak desde 2003.  

Todos de edades comprendidas entre los 36 y 49 años, estaban a la búsqueda de información de interés, que convertían en informes de inteligencia. La finalidad principal de su trabajo cotidiano consistía en proporcionar seguridad operativa a las tropas españolas enviadas a la zona por el Gobierno del presidente José María Aznar, con la intención de evitar que fueran objeto de ataques, emboscadas, tiroteos y engaños por parte de las fuerzas de la resistencia iraquí.

PHOTO/El Español - Todos de entre 36 y 49 años, los agentes secretos españoles horas antes de que fueran objeto de una emboscada y masacrados a tiros por terroristas iraquíes. Solo uno de ellos logró escapar, con heridas.

Pero fueron ellos los traicionados. Siete de los ocho agentes cayeron acribillados a balazos en la tarde del sábado, 29 de noviembre de 2003, en una emboscada perpetrada a la altura de la localidad de Latifiya, a unos 30 kilómetros de Bagdad.  Circulaban en dos vehículos todo terreno sin blindaje ‒un Nissan Patrol blanco y un Chevrolet Tahoe azul‒ por una carretera que une la capital de Irak con Diwaniya, ciudad esta última donde se encontraba el cuartel general de las fuerzas españolas.

Cercados y hostigados desde todos lados por un nutrido fuego de fusilería y posiblemente con lanzacohetes RPG-7, los que no murieron de inmediato hicieron frente a sus atacantes con sus pistolas y un único subfusil. Solo uno logró salir con heridas y ponerse a salvo, el suboficial José Manuel Sánchez Riera. Los otros siete perecieron en combate desigual.

PHOTO/EFE-ChemaMoya - La cúpula de Defensa en julio de 2018 posa en la sede del Centro Nacional de Inteligencia en Madrid con su secretario de Estado director, el general de Ejército Félix Sanz Roldán, en el centro
El reconocimiento público y oficial que falta

La serie documental también describe como dos meses antes fue asesinado otro agente español en Irak, el sargento 1º del Ejército del Aire José Antonio Bernal. En la mañana del 9 de octubre fue acosado en la puerta de su casa en Bagdad y aunque logró escapar de la encerrona, fue perseguido, tiroteado y muerto a bocajarro unos metros después de iniciar su huida. Todos los caídos fueron recompensados a título póstumo con la medalla al Mérito Militar con distintivo rojo por el Gobierno del presidente José Luis Rodríguez Zapatero, lo que acredita que murieron en una acción de combate. 

Todo lo resumido está recogido con un enorme grado de detalle, fruto de muchas horas de conversaciones y entrevistas con agentes del CNI y familiares de los caídos, en el libro basado en hechos reales “Destrucción masiva. Nuestro hombre en Bagdad” ‒Roca Editorial, 2020‒ del periodista de investigación Fernando Rueda, autor de numerosos libros sobre el CNI y considerado como el máximo especialista español en asuntos de espionaje.

El próximo mes se cumplirá el XIX aniversario del asesinato de los ocho agentes del CNI. Muy probablemente, en la sede central del Servicio de Inteligencia situado en las afueras de Madrid, su secretaria de Estado directora, Esperanza Casteleiro, organizará una ceremonia frente al monumento erigido en recuerdo de todos ellos, a la que se invitará a sus familiares directos. Eso está muy bien. Pero falta algo más de gran importancia. Quizás pueda hacerse realidad con ocasión del XX aniversario del luctuoso suceso o incluso antes.

PHOTO/Ministere des Armées - El entonces primer ministro de Francia, Jean Castex, la titular de Defensa, Florence Parly y el director general de la Seguridad Exterior, Bernard Émié, rinden homenaje en enero a los caídos de sus servicios secretos en acto de servicio

Las altas autoridades del Ministerio de Defensa al que está adscrito el CNI deberían reflexionar sobre la conveniencia de llevar a cabo un reconocimiento público y oficial de los ocho espías ‒sí espías, y a mucha honra‒, que con unas pocas armas individuales, una insuficiente cobertura y unos medios totalmente escasos pagaron con sus vidas la vorágine del Irak de 2003. La serie documental puede dar pie a ello.

Dice un viejo y entrañable refrán español que “es de bien nacidos ser agradecidos”. Desde mi punto de vista, si Movistar Plus+ ha sacado del olvido la lamentable y dolorosa historia de los agentes secretos españoles caídos en Irak, ahora le corresponde hacerlo al Estado español, por el que los ocho espías dieron sus vidas.

PHOTO/EMAD - En la Plaza de la Lealtad de Madrid se encuentra la llama votiva que inmortaliza a los héroes del Dos de Mayo y a los que dieron su vida por España en cualquier momento de nuestra historia
Lo que falta 

En Francia, el 17 de enero del presente año, tuvo lugar en el magno escenario que es el Arco del Triunfo de París una ceremonia en plena noche, para rendir homenaje a los caídos de los servicios secretos franceses en acto de servicio.

Se reavivó la Llama del Recuerdo en un acto que estuvo presidido por el entonces primer ministro, Jean Castex, con la presencia de la ministra de Defensa, Florence Parly y del director general de la Seguridad Exterior, el embajador Bernard Émié, junto con el presidente de la Asamblea Nacional y otras altas personalidades civiles y militares de la República y numerosos familiares y espías, estos últimos con la cara oculta, como se puede observar en las fotografías.

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En España, la Plaza de la Lealtad de Madrid cuenta con una llama votiva que  inmortaliza a los héroes del Dos de Mayo y a todos los que dieron su vida por España en cualquier momento de nuestra historia. Ellos esperan que las altas autoridades de la nación hagan una ceremonia solemne y pública de homenaje a los ocho caídos en Irak. Por supuesto, con la presencia de los espías actuales y veteranos del CNI que, con el rostro cubierto por razones obvias, quieran asistir. Pero pueden haber otras alternativas semejantes o incluso mejores.

En Zamora, ciudad de dos de los asesinados ‒el comandante de Infantería José Carlos Rodríguez Pérez y el brigada, también de Infantería, Alfonso Vega Calvo‒, el Ayuntamiento promovió en 2015 un multitudinario homenaje en la Plaza de la Constitución y ya existe una placa conmemorativa que los recuerda.

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Posdata: estos son los seis militares que completan la lista de los ocho asesinados en Irak: Alberto Martínez González, comandante de Caballería, jefe de los servicios secretos españoles en Irak. Natural de Pravia (Asturias), casado y con un hijo; Carlos Baró Ollero, comandante de Infantería. Madrileño, con un hijo; José Merino Olivera, comandante de Infantería, de Madrid, casado y con dos hijos; José Lucas Egea, brigada de Caballería, de Madrid y casado; Luis Ignacio Zanón Tarazona, sargento 1º del Ejército del Aire, natural de Cuart de Poblet (Valencia), casado y con dos hijos. Descansen en paz.

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