Opinión

Los aliados no quieren otro Hitler

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A Hitler le demoró dos semanas ocupar Austria, Checoslovaquia y Polonia. Cuando sus tropas llegaron a Polonia, entonces Reino Unido y Francia le declararon la guerra. Si de algo sabe Europa es de guerras.

Podría hacerse un compendio magno de guerras en el Viejo Continente, la gente se ha matado por prácticamente todo: por cualquier pretexto a lo largo de la Historia de este continente tan complicado. Quizá en su ADN lleve esa fiereza de autodestrucción. 

Las últimas dos grandes guerras mundiales han sido devastadoras. La Primera Guerra Mundial, el detonante fue el asesinato del archiduque Francisco Fernando heredero del Imperio Austrohúngaro; en la Segunda Guerra Mundial, la ambición de Hitler por recuperar la grandeza de Alemania que para él había sido humillada por el Tratado de Versalles tras perder la Primera Guerra Mundial.

Él tenía tal obsesión con el tema que la rendición de Francia conseguida por las tropas alemanas fue signada el 22 de junio de 1940 y se llevó a cabo en el mismo vagón de tren en el bosque de Compiègne, en el que fue signado el Tratado de Versalles, el 11 de noviembre de 1918. Hitler vivía en su imaginario con la revancha y con el supremacismo alemán.

El próximo 14 de agosto se cumplirán 77 años de la culminación de la Segunda Guerra Mundial que no solo dejó millones de muertos, de dolor y de devastación también originó un nuevo orden mundial. 

La invasión de Rusia a Ucrania, el 14 de febrero pasado, ha obligado a los 30 países aliados que forman la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a unirse a través de un consenso que condena moralmente la ocupación militar de un país bajo el asedio, la destrucción y la muerte de civiles solo porque en el imaginario del dictador ruso, Vladimir Putin, orbita la idea de que Rusia debe recuperar la grandeza –o la posición– que tenía bajo la URSS. 

El presente corre el riesgo de parecerse mucho al pasado. Por ejemplo, el antecedente de Hitler y lo que hizo apropiándose de los Sudetes (octubre de 1938) que pertenecían a Checoslovaquia contando con el beneplácito de los gobiernos de Reino Unido y Francia; las pretensiones de Hitler no pararon entonces. 

Los aliados no pueden correr el mismo riesgo con Putin porque después de Ucrania, podrían seguir los Estados bálticos o Polonia y extenderse con la intención de reinstaurar la potestad rusa en los países de Europa del Este que alguna vez formaron parte de su órbita de influencia soviética. 

Puede ser solo una especulación. Podría ser una realidad si lo lleva Putin en la mente desde hace tiempo, quizá desde siempre como Hitler con el agravio del Tratado de Versalles. 

Estos días que cubrí la Cumbre de la OTAN en Madrid, elegida para participar junto con otros 1999 periodistas de todas partes del mundo,  he podido ver cómo el miedo a Putin ha unido más que nunca antes a los líderes de una treintena de países que saben bien que ante un enemigo poderoso y amenazante como Putin, la unidad  es un paraguas de protección y de fortaleza.
    
Los países más pequeños del Este de Europa que alguna vez formaron parte de la URSS y que luego obtuvieron su independencia en 1991 son los que más temen que si Ucrania cae en manos del dictador ruso, entonces en verdad, sigan ellos en la fila de prioridades.

La OTAN acusa a Putin de volverse impredecible y de que solo una Rusia que saque sus tropas de Ucrania y retorne al respeto de la soberanía y sea predecible podría reconducir la situación. Por lo pronto, el anuncio desde la Cumbre de la OTAN es más gasto militar, más armas, más tropas sobre todo para reforzar los flancos más débiles hacia el Este y hacia el Sur. 

Ucrania sale convertida en esta Cumbre como la última frontera, la última atalaya entre la democracia y la tiranía y no debe caer por nada del mundo; así lo sienten los líderes de la Alianza que están dispuestos a seguir dando más dinero y más armas a Zelenski para debilitar al invasor a pesar de todos los daños colaterales en el bolsillo del ciudadano de a pie derivados de las sanciones y del impacto en el comercio de materias primas. 

Zelenski que ya le tomó la medida al resto de los países europeos está pidiendo 5 mil millones de dólares mensuales para soportar el asedio, según lo expresó por streaming, durante la Cumbre de la OTAN. Por lo pronto, Biden le enviará 800 millones de dólares. 

De este encuentro me quedo con la sensación de que la guerra que se libra en Ucrania será larga y  costosa; muy costosa para todos porque los miembros de la OTAN están dispuestos a pagar el golpe económico con todos los estragos sociales consecuentes con tal de no cometer los errores históricos: Hitler vio en la debilidad de Europa una enorme oportunidad para sus apetitos  expansionistas y de dominación. Los aliados quieren extenuar a Putin a través de Ucrania como escudo.