Opinión

Los hispanos de Estados Unidos y Norte América

photo_camera bandera-española-colon-america-norteamerica-hispanos-estados-unidos

El presidente Biden se refirió en dos momentos a la raíz histórica de los hispanos norteamericanos. El 11 de octubre de 2021, mediante una proclama presidencial, declaró que ese día, además de ser el Día de Colón, sería también y por primera vez a nivel federal el Día de los Pueblos Indígenas.

El 28 de junio de 2022, en comparecencia con nuestro Rey en Madrid señalo: “Algunos sugieren que no hubiéramos sido un país independiente sin ustedes” y también: “Y esto es interesante, creo que 24 de cada 100 estudiantes norteamericanos entre el grado 1 y el grado 12 (entre los 6 y los 17 años) hablan el español como lengua materna”. 

Choca con la verdad histórica equiparar a Colón y nuestra posterior relación con los indígenas con la suerte reservada a los indios en Norte América.

Las Leyes de Indias de España sancionaron los matrimonios mixtos entre españoles e indios, dando lugar al extenso mestizaje, seña de identidad en Hispanoamérica. Por el contrario, los estadounidenses, ya independientes, o aniquilaron a los indios (como los británicos de las 13 colonias) o los recluyeron en Reservas. Ya los westerns clásicos de Hollywood indicaban que “el único indio bueno es el indio muerto”.

En California, durante el siglo XIX, la razzia contra la población indígena redujo sus efectivos, en 50 años, de 150.000 a 15.000.

Si hoy hay sólo 2,5 millones de indígenas o mestizos en Estados Unidos (menos de un 1% de la población), los ratios en muchos países hispanoamericanos son abrumadoramente distintos: un 96% en Honduras, un 88% en Bolivia, un 85% en México y Perú o un 82% en Nicaragua y Guatemala.

Equiparar a Colón -cuyos viajes a América han dado lugar a la Hispanoamérica de hoy- e igualarlo a unas comunidades indígenas que han sido aniquiladas conscientemente por quien dice querer dignificarles es pretender alterar completamente los hechos históricos. Sólo los WASP anglosajones sacan beneficio de este ultraje a la verdad histórica, pretendiendo minimizar el orgullo de millones de personas del hemisferio, al denigrar sus raíces. Todo ello sin añadir que la conquista de México no hubiera sido posible sin la ayuda de muchas tribus indígenas que no podían soportar por más tiempo la tiranía azteca.

El presidente Biden tampoco parece tener claro la aportación española a la Independencia de los Estados Unidos. Sólo habría que recordar que la ayuda de Bernardo de Gálvez (en el Misisipi y en Florida) fue de tal calado que, en 2014, el Congreso de los Estados Unidos, bajo el impulso del presidente Obama, le confirió la condición de “ciudadano honorario norteamericano” como a Winston Churchill, la madre Teresa de Calcuta y sólo otras cinco personalidades más.

El presidente Biden se refirió también a la gran explosión demográfica, en el seno de los Estados Unidos, de los hispanos, primera minoría étnica hoy día. Los números son tozudos: según la Oficina del Censo de los Estados Unidos, en 2020 la población hispana superó los 62 millones de habitante. La población hispana ha pasado del 13% en el año 2000 al 19% en 2020 y las proyecciones muestran que en 2060 constituirán el 27% de la población norteamericana.

Nada de extrañar, por tanto, que los dos partidos políticos norteamericanos –el demócrata y el republicano- estudien estrategias para captar el voto de los hispanos, que hace unas décadas votaban mayoritariamente –cerca del 90%- a candidatos demócratas.

El presidente Trump “inició el viraje republicano: si bien empezó su presidencia (enero 2017 -enero 2021) demonizando a los mexicanos y suprimiendo la web en español de la Casa Blanca (seguramente por nostalgia del movimiento “English Only”), al final de su mandato cambió el rumbo. Quiso proteger –por una orden ejecutiva del 26 de junio de 2020- las estatuas de Colón, Fray Junípero Serra y Juan de Oñate del vandalismo mientras fueran propiedad federal e invitó al rey de España, en abril de 2020, a una visita de Estado que, finalmente, no tuvo lugar por la COVID-19. Quien sí fue meses más tarde fue el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Eso da idea de, en el contexto de una contienda electoral muy apretada, la importancia para los republicanos de restar votos demócratas de entre la población hispana.

La estrategia no dio del todo el resultado apetecido porque el presidente Trump perdió las elecciones en noviembre de 2020. Pero sí sirvió para que, desde 2016, los republicanos vayan paulatinamente restando porcentajes de voto hispano para el candidato presidencial demócrata.

Una vez en el poder, el presidente Biden se parece al primer Trump. Su proclamación presidencial de octubre de 2021 vuelve a minimizar la herencia española de los hispano-norteamericanos. Sería muy oportuno que enmendara el rumbo ahora en 2022, con ocasión de la proclamación del mes de la Herencia Hispana en Estados Unidos (15 de septiembre – 15 de octubre de 2022).

Comprendiendo el dislate que significa, que, a día de hoy, la mayor minoría étnica -los hispanos- no tenga aún su Museo en el Smithsonian de Washington –como sí tienen los nativos americanos desde 2004 y los afroamericanos desde 2016- ambos partidos han comprendido que había llegado la hora de empezar a programar un Museo “Latino” (sin haber oído a los hispanos sobre si quieren que se les llame “latino” o “hispano”) en el Mall de Washington.

Pero, como señala el profesor Felipe Fernández-Armesto de Oxford en su reciente artículo “Los pecados del Museo Latino en Estados Unidos”, en la web del Smithsonian dedicada a la contribución de los hispanos a la historia estadounidense, o se denigra o se olvida sin más el papel de España en la exploración y colonización de una extensísima parte de los actuales Estados Unidos, así como su contribución al éxito de la Independencia de los Estados Unidos. Concluye Fernández-Armesto: “La realidad del pasado es el único punto de partida disponible para construir nuestro futuro”.

Ya el profesor Powell escribió sobre la leyenda negra de España en los Estados Unidos, con su libro “The tree of hate” en 1971. Los actos de vandalismo contra las señas de identidad de lo hispánico (Colón, Fray Junípero Serra y Juan de Oñate) son sólo una actuación más de los WASP –a través de sus peones de izquierdas e indigenistas- para mantener bajo mínimos la dignidad y autoestima de gran parte de la población hispana.

Esperemos que los estrategas de los WASP oigan el mensaje del profesor Fernández-Armesto y que, cuando el Museo sea una realidad en una década, los visitantes hispanos salgan con el orgullo redoblado por sus orígenes.

Tal vez haya llegado el momento del entendimiento entre anglosajones e hispanos. Seguro que los hispanos de Estados Unidos lo agradecerían. E Hispanoamérica también.

En definitiva, es el momento en que los partidos demócrata y republicano de Estado Unidos deben decidir si se apartan o no de la hasta ahora tradicional política de los WASP. Hispanoamérica está mirando, muy atenta e interesada.

Álvaro Alabart, embajador de España/The Diplomat