Opinión

Mali: ¿el final de la intervención francesa a la vista?

photo_camera Barkhane Mali

Mientras Europa vive pendiente de si habrá o no guerra en Ucrania, en otros lugares del mundo donde Occidente y Rusia pugnan por influir la situación sigue es crítica. Uno de estos escenarios es el Sahel, región azotada por el terrorismo yihadista. Recientemente la región ha experimentado una serie de sobresaltos que han puesto sobre la mesa la posibilidad del fin de la presencia francesa: la expulsión del embajador francés en Mali el 31 de enero, la petición de la junta maliense de la retirada del contingente danés de la Fuerza Takuba, a la que siguió la retirada del contingente sueco y finalmente la entrada de Rusia a través del Grupo Wagner y su acogida calurosa por la junta maliense. 

Todo esto viene en un mal momento para la Unión Europea, especialmente para Francia, la cual detenta en estos momentos la presidencia del Consejo de la Unión Europea. Francia ve cómo sus ambiciones de hacer una Europa más autónoma en política exterior a través de su poder político y militar se debilitan con el dilema del Sahel. A escala doméstica, la situación viene en un mal momento para Macron, que se juega su futuro político en dos meses. Aunque aún no ha anunciado su candidatura, ser recordado como el presidente que dejó caer Mali en manos de los yihadistas sería un golpe muy duro para su legado, más si hablamos de un mandatario que ha hecho de la política exterior una característica de su presidencia. 

El previsible fin de Barkhane se empezó a gestar en el 2019. Ese año, dos operaciones militares francesas consternaron a la opinión pública de aquel país sobre la realidad sobre el terreno: en mayo, dos militares de operaciones especiales fallecieron rescatando a unos turistas franceses secuestrados en Burkina Faso y, en noviembre, la colisión de dos helicópteros en Mali durante una misión a causa de una tormenta de arena mató a 13 militares. Este último incidente fue el más letal para Francia desde los atentados contra los paracaidistas franceses en Beirut en 1983. Ambos incidentes tuvieron eco en la prensa francesa, siendo prueba de ello la transmisión en vivo del funeral por los dos militares muertos en la misión de mayo del 20191.  Las muertes en ambas misiones muy probablemente contribuyeron a instalar en los franceses la sensación de que Barkhane era un gasto innecesario de vidas y recursos en un teatro de operaciones que el ciudadano medio francés no encontraba motivos para quedarse. Como resultado el apoyo a Barkhane empezó a caer en Francia: según un sondeo de la revista Le Point de enero del 2021, un 51% de los encuestados se oponía a la presencia francesa en Mali2

Al hastío popular se unió la creciente sensación de que los países de la zona no estaban contribuyendo lo suficiente a luchar contra la amenaza terrorista, a pesar de contar con la ayuda francesa y de la UE. Francia decidió reunir a los países del G5-Sahel y animarlos a asumir más responsabilidades. Sin embargo tales llamadas de atención, más que ser vistas como una manera de cooperar para enfrentarse a un enemigo común, muy probablemente tuvieron el efecto contrario de antagonizar a los países de la zona contra Francia, a la cual vieron como una potencia paternalista regañándoles por su mal comportamiento. En Mali, este sentimiento se acrecentó a raíz de la reacción de la comunidad internacional ante el golpe de Estado de mayo del 2021: Francia decidió cortar su ayuda militar y la CEDEAO cortó relaciones diplomáticas y aisló al país. 

Tal aislamiento muy probablemente influyó para que Bamako se orientase hacia Rusia para hacer frente a la amenaza yihadista, especialmente si tenemos en cuenta que al contrario que la CEDEAO y Francia, Rusia no objetó a que el Gobierno de Mali saliese de un golpe de Estado.

Como resultado, Moscú entró en juego, a través del Grupo Wagner. Es también probable que el apoyo ruso al Gobierno de Bamako esté detrás de la expulsión del embajador francés de Mali y la retirada de los contingentes suecos y daneses. Para la junta militar que rige Mali, la intervención rusa se ajusta más a sus necesidades en términos de firmeza frente a la amenaza yihadista (eliminación del adversario sin importarle las bajas civiles) que la intervención francesa, la cual a ojos de la población maliense ha empeorado la amenaza yihadista. Tampoco podemos obviar los vínculos que unen a los militares malienses con Rusia, pues muchos de los mandos del Ejército de Mali se formaron en Rusia y Moscú es el principal proveedor de armas de Mali. Ambos vínculos probablemente beneficiaron el acercamiento a Moscú a través de buenos recuerdos respecto a la formación militar rusa y la percepción del armamento ruso como prueba de su buena fe con Mali, al contrario de las cortapisas impuestas por París y la CEDEAO.

La entrada de Rusia en Mali y la explícita hostilidad de Bamako a la presencia francesa y europea en la zona han abierto las puertas al fin de Barkhane en Mali. Aunque aún no se ha decretado la fecha de salida de las tropas francesas, se asume que esto ocurrirá. Con ello también es muy probable que se vaya la fuerza Takuba y las misiones de formación de la Unión Europea. Los riesgos de la retirada francesa van más allá de la caída del país en manos de los yihadistas y por ende la desestabilización del Sahel: si Francia y por extensión Bruselas se van de la zona el golpe reputacional a ambos sería durísimo. Más para Bruselas que París, pues es muy probable que la tan cacareada autonomía europea se vea como dependiente totalmente de Francia, nada bueno para un bloque político que se supone no debe depender para su seguridad común de lo que haga un solo país. 

Se une también el dilema de dónde se reasentará Barkhane tras su repliegue de Mali. Es muy probable que Barkhane se desplace a Níger o Burkina Faso, vecinos de Mali, miembros del G5 Sahel y con presencia militar francesa. Sin embargo, en ambos países el sentimiento antifrancés es muy fuerte, factor que muy probablemente contribuya a desestabilizar los Gobiernos de ambos países. Este hecho cobra relevancia en Burkina Faso, donde una junta golpista tomó el poder en enero del 2022 y el país experimenta una degradación de su seguridad causada por el terrorismo yihadista de Mali. Otra opción es moverse a Chad, país que también acoge tropas francesas y que cuenta con un buen Ejército. Sin embargo, está lejos del principal teatro de operaciones (Mali) y su Gobierno no es que sea precisamente el más democrático de la zona, pues lo rige una junta militar transitoria dirigida por el hijo del presidente fallecido. Asentarse en Chad muy probablemente sea visto como un apoyo a su poder, lo cual pondría en entredicho el discurso europeo de promoción de la democracia en la zona ya que saldrían preguntas sobre porqué se apoya a la junta de Chad cuando se trató con mano dura a la de Mali. Con todo, se corre el riesgo de parecer hipócrita, dificultando con ello la posibilidad de explicarle a la opinión pública europea la importancia del Sahel como teatro de operaciones de su seguridad. 

En conclusión, la posibilidad de que Francia se retire de Mali ha aumentado estos dos últimos meses a raíz de la decisión de la junta maliense de expulsar al embajador francés, pedir la retirada de contingentes europeos y acoger calurosamente la ayuda de Rusia. Todo esto tiene el potencial de asestar un duro golpe a la reputación de la UE y Francia que serían vistas como incapaces de gestionar por sí solas su seguridad. Si bien es cierto que el apoyo popular a Barkhane había decaído desde 2019, cuando dos operaciones militares abrieron los ojos a la opinión pública gala sobre la situación en la zona, los golpes de Estado en Mali y la percepción de los países de la zona de sentirse de segunda ante las demandas francesas de poner más recursos contra el terrorismo han sido claves para llegar a la situación actual. Las sanciones impuestas a Mali tras el último golpe de Estado en mayo del 2021 probablemente contribuyeron a que se orientase a Moscú, la cual no ha dudado en brindar su apoyo a Mali a través del grupo Wagner. La retirada de Barkhane de Mali y su más que previsible relocalización en los países vecinos no viene exenta de riesgos, pues estos países cuentan con un fuerte sentimiento antifrancés que muy probablemente se vea reforzado por la presencia de tropas francesas. Además, se corre el riesgo de legitimar a gobiernos golpistas, corriendo el riesgo de parecer hipócrita con unos países (Mali) pero ser permisivos con otros (Chad). 

Referencias: 

1 Véase, “Hommage national aux deux commandos: les cercueils des militaires quittent la cour des Invalides”, France 24, mayo del 2019, https://www.youtube.com/watch?v=MAxxrQO2IbY

2 Sahel : La moitié des Français opposés á la présence française, Le Point, enero del 2021, https://www.lepoint.fr/monde/sahel-la-moitie-des-francais-opposes-a-la-presence-francaise-11-01-2021-2409098_24.php