Mali, la junta y el África occidental

Mali

Cuando llegué a Mali en 2017, el entonces presidente francés, François Hollande, hacía su tercera visita al país. Francia había entrado en Mali para expulsar a los yihadistas y las fuerzas de Barkhane ya habían estado luchando en el norte del país durante 4 años. 

En ese momento Bamako seguía siendo la ciudad pacífica que conocemos a pesar del refuerzo de la seguridad en algunos de sus barrios y hoteles. Junto a la ciudad, que bullía día y noche, el río Níger permanecía en paz y seguía alimentando a personas que vivían en su mayoría en la gran pobreza.

Los años siguientes se caracterizaron por las matanzas generalizadas que afectaron a las poblaciones más vulnerables del norte. 

Desde que llegó al poder, el presidente Macron ha continuado la política de su predecesor. Si bien Francia protege sus intereses en África, especialmente las minas de uranio explotadas por el grupo Orano en el Níger y otras operaciones de África occidental como Total en Mauritania, su presencia en Mali está más relacionada con la seguridad. El país sigue siendo un centro neurálgico junto a Burkina Faso, donde los grupos yihadistas encuentran refugio y proliferan frente a Estados débiles y ejércitos mal equipados.

Un cambio repentino, por no decir un golpe de Estado, el 18 de agosto nos enteramos de que una junta militar había tomado como rehén al presidente Ibrahim Boubacar Keita, anunciando una nueva era. “Nuestro país, Mali, se hunde día a día en el caos, la anarquía y la inseguridad por culpa de los hombres encargados de su destino", acusaron los oficiales golpistas en un comunicado oficial. También declararon que "La misión de las Naciones Unidas Minusma, Barkhane, el G5 Sahel, la fuerza de Takuba siguen siendo nuestros socios", tranquilizando así a los socios europeos y a la opinión internacional. Sin embargo, ha iniciado conversaciones con el Movimiento del 5 de junio-Reunión de Fuerzas Patrióticas (M5-RFP) que se oponía al presidente depuesto desde hace meses y pedía su salida. Sin embargo, de esas negociaciones no surgió ninguna decisión concreta, incluida la tan esperada decisión de devolver el poder a los civiles. Una misión de mediación de la Comunidad de Estados de África Occidental (CEDEAO) terminó el lunes sin haber llegado a un acuerdo sobre las condiciones de una transición.

Si hay un país más afectado que otros por lo que está sucediendo en Mali, es Argelia. Cuando se anunció el golpe de Estado, el tono de Argel fue firme y el vecino del norte rechazó cualquier cambio "inconstitucional" de gobierno. Pero la junta no tiene intención de dar marcha atrás y Argelia comprendió rápidamente que tenía que ocuparse de ello.

Tebboune envió a su ministro de Relaciones Exteriores, Sabri Boukadoum, quien dijo que Mali es "extremadamente importante" para Argelia. "He venido por instrucciones del presidente de la República, Abdelmadjid Tebboune, para escuchar primero, debatir e intercambiar opiniones sobre la situación en Malí, a fin de que el pueblo maliense pueda vivir en paz, serenidad y armonía", dijo en una declaración oficial.

Argelia comparte, de hecho, 1.400 km de fronteras con el vecino Mali. El hormiguero de Malí es un verdadero dolor de cabeza para Argel, que teme con razón un aumento del yihadismo en la región.

En Argelia todos recuerdan todavía los tristes acontecimientos de 2012, un efecto colateral del golpe de Estado de la época en que fue derrocado el presidente Amadou Toumani Touré en un contexto político bastante agitado. En ese momento de la historia del país, por un lado, estaban los tuaregs y su Movimiento de Liberación Azawad exigiendo la independencia, mientras que por otro lado el ya débil ejército era incapaz de hacer frente a los grupos yihadistas y su propagación en la región. 

En este contexto, el Movimiento para la Unidad y la Yihad en el África Occidental (Mujao) había atacado el Consulado de Argelia en Gao y ejecutado a uno de sus miembros. El Cónsul también había perdido la vida. Varios años después, los supervivientes de este triste asunto fueron liberados después de las negociaciones con los servicios secretos argelinos.

Seguirán más eventos tristes. En 2013, tras la intervención francesa en Mali, 16 yihadistas habían tomado como rehenes a occidentales en el yacimiento de gas de Tiguentourine en Argelia. Esta fue una de las más terribles tomas de rehenes en el país y resultó en la muerte de los 37 rehenes. El portavoz de los asaltantes había declarado en su momento que esta operación se produjo "como reacción a la flagrante injerencia de Argelia que autorizó la utilización de su espacio aéreo por la fuerza aérea francesa para llevar a cabo incursiones en el norte de Mali". 

Por lo tanto, este historial de golpes de Estado y Ejércitos mal preparados hace que Argelia intente ahora negociar la paz en Mali. Con una frontera libia porosa de la que escapan y gravitan los grupos armados, el país está más amenazado que nunca. 

¿Tendrá la junta los medios para mantener la paz en Mali? ¿Cuál será su estrategia? Por el momento nadie lo sabe. Pero lo que es seguro es que la inestabilidad del país no augura nada bueno para el África occidental o Europa.

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