Mali, un nuevo golpe de Estado: entre ausencia de soberanía nacional y competencias por el poder

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Víctima del terrorismo, la pobreza, la corrupción y el desgobierno, Mali ha decidido volver a comenzar. El 18 de agosto de 2020, los militares tomaban las calles de Bamako protagonizando el cuarto golpe de Estado en la historia del país. Así, bajo el pretexto de liberar al pueblo de la corrupción de sus gobernantes, comienza un nuevo capítulo en el cual el panorama político, económico y social es muy similar al que posibilitó el desarrollo de la insurgencia en 2012. Dicha situación dejará al descubierto una compleja telaraña de crisis endógena que el país no consigue superar, así como la continua incapacidad estatal por garantizar la seguridad a lo largo de todo el territorio nacional. ¿Encontrará Mali una solución a sus problemas esta vez?

Trayectoria sociopolítica

Mali ha sido históricamente el centro del comercio transahariano de los tres grandes imperios de África Occidental: el Imperio de Ghana, el Imperio de Songhay y el Imperio de Mali del cual procede su nombre actual. El país sucumbió al dominio francés durante el siglo XIX para unirse, en 1959, con Senegal como la Federación de Mali, por lo que actualmente sus bases sociopolíticas reposan sobre el sistema semipresidencialista francés en el que el presidente es también el jefe de las Fuerzas Armadas malienses (FAMA). Finalmente, con su independencia en 1960, el país entró por fin en una confortable pluralidad política y democrática hasta los últimos años bajo el mandato de Amadou Toumani Touré, presidente electo en el 2002 y reelegido también en el año 2007.

Actualmente, un 95 % de la población maliense profesa la religión musulmana y el 5 % restante se reparte entre cristianos y animistas, lo que provoca continuos enfrentamientos étnicos en la región. El idioma oficial es el francés, seguido de otras lenguas como el bambara, fula, peul, dogón o senufo. Con un 60 % de su población analfabeta y una renta per cápita sobre los 700 euros anuales, Mali es uno de los países más pobres del mundo y peor Índice de Desarrollo Humano (IDH)1. Mayoritariamente desértico, su estructura económica recae sobre la agricultura —con un 90 % de población rural— y la explotación aurífera, cuyos beneficios se esfuman principalmente en manos de empresas extranjeras.

A consecuencia de todo ello, el país se ha caracterizado durante las dos últimas décadas por un letargo intermitente de golpes de Estado, protagonizados siempre por el poder militar. De facto, el mayor periodo de crisis e inestabilidad sufrido en el país surge en 2012 con el alzamiento del capitán Sanago y la insurgencia de los rebeldes tuareg —vinculados con Al Qaeda—, quienes dominaban la zona norte del país provocando el desalojo del presidente Touré2. Los rebeldes reclamaban la independencia de los territorios del norte —región de Azawad—, y la imposición de un Estado islámico apoyados por grupos como el Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad (MNLA), los islamistas radicales de Ansar Dine, y la organización Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental (MUJAO)3.

Para hacer frente a tal situación, Francia se vio obligada a una intervención urgente con el despliegue de tropas que frenasen el avance yihadista que amenazada la integridad del país. La operación fue auspiciada por Naciones Unidas (ONU) bajo el nombre de la Operación Serval4, por la que las tropas francesas lograron recuperar las ciudades asediadas por los terroristas. La operación fue reemplaza en 2014 por la Operación Barkhane para combatir el terrorismo en toda su extensión, con la que Francia delegó el control en la ONU a través de la Operación MINUSMA.

Atalayar_ Geopolítica de Mali

La crisis sufrida en el país y los acontecimientos de violencia continuada desde el 20126, dejaron al descubierto la incapacidad del Estado de ejercer su soberanía 

nacional a lo largo de todo el territorio, así como la evidencia de las importantes deficiencias que presentaban sus propias FAMA. Finalmente, en 2013, lograron celebrarse las elecciones que traerían la victoria a su nuevo presidente, Ibrahim Boubacar Keita7, al frente del partido Rassemblement pour le Mali (RPM), cuya misión sería reconstruir la integridad territorial, la unidad nacional y la vuelta de la democracia, aunque su logro principal llegaría en 2015 con la firma de un acuerdo de paz con los rebeldes tuareg8.

Cómo se ha llegado hasta aquí

Si bien Keita llegó con mucha fuerza al poder en 2013, rápidamente su credibilidad fue desvaneciéndose al verse rodeado de numerosos escándalos de corrupción9, lo que supuso que comenzase a perder el control sobre un territorio aún por cicatrizar. Por otro lado, aunque el despliegue internacional de 2012 consiguió recuperar las ciudades norteñas como Gao y Tombuctú, los grupos armados no fueron eliminados por completo, reorganizándose durante todo este tiempo hasta reactivarse con más fuerza en la actualidad.

Aunque el presidente Keita fue reelegido en 2018, los malienses comenzaron a reclamar por el incumplimiento de sus promesas electorales como la erradicación de la corrupción, e incluso lo acusaron de manipular las elecciones parlamentarias. Por si esto fuera poco, las continuas masacres entre diferentes etnias como en la región de Mopti el 23 de marzo de 201910 —en la que fallecieron más de 150 personas víctimas de la violencia yihadista y grupos étnicos—, nuevamente evidenciaban la gran debilidad del gobierno por garantizar la seguridad en toda la región.

Mali se encontraba, una vez más, rumbo al desconcierto mientras su presidente Keita se debilitaba a pasos agigantados. Así, el pasado marzo de 2020 —y a las puertas de una crisis sanitaria—, los ciudadanos malienses acudían a las urnas con un enorme descontento por un presidente incapaz de atender las necesidades básicas de su pueblo que, para colmo, comenzaba a sufrir las consecuencias devastadoras de la llegada de la COVID-1911. Mientras Keita hacía un llamamiento por la unidad nacional para combatir las crisis que continúan abiertas en el país, la situación se agravaba aún más a consecuencia del secuestro, el 25 de marzo de 2020, del líder de la oposición — Unión por la República y la Democracia (URD)—, Soumaïla Cissé, y 11 de sus acompañantes, cuando hacía campaña electoral cerca de la ciudad de Tombuctú.

La desaparición de Cissé —el cual continúa en cautiverio—12 impulsó la celebración de manifestaciones de corte conservadora y la formación de una coalición opositora denominada Movimiento 5 de junio (5M) bajo el paraguas del imán wahabí, Mahmud Dicko13, expresidente del Alto Consejo Islámico en 2019. El 5M, integrado también por el Frente para la Prevención de la Democracia (FPD) —el cual reúne múltiples partidos— y el Movimientos Esperanza Mali Koura, expresaba la continua desazón de la población por la inseguridad nacional, la pobreza y la intervención extranjera, en especial la francesa y de la ONU. Mahmud Dicko cuenta, desde entonces, con decenas de miles de seguidores y un discurso alienado con el padecer y la insatisfacción de los malienses, lo que alentó aún más el malestar en el país poniendo decisivamente contra las cuerdas a su presidente Boubacar Keita.

Y así es como llegamos a los últimos acontecimientos. El pasado 18 de agosto de 2020 —apenas ocho años después de la crisis del 2012—, y tras continuas manifestaciones durante los últimos meses, tuvo lugar el cuarto golpe de Estado en la historia de Mali. Los militares, liderados por el coronel Assimi Goita, tomaron las calles de Mali para liberar al pueblo del poder corrupto obligando a la dimisión inminente del presidente Keita14. Cabe resaltar que, a pesar del tiempo transcurrido, ambos acontecimientos guardan importantes similitudes entre sí: corrupción gubernamental, inseguridad territorial, violencia yihadista y hartazgo popular.

Con su arresto y el de su primer ministro, Boubou Cissé, tuvo lugar la disolución del Gobierno y del Parlamento. «No deseo que se derrame más sangre por mantenerme en el poder»15, declaraba Keita para el canal oficial maliense. Sin hacerse esperar, la junta militar que lideró el golpe de Estado anunciaba el 19 de agosto la creación de un Comité Nacional para la Salvación del Pueblo (CNSP)16 con la intención de celebrar nuevas elecciones que permitiesen restaurar el orden en el país de manera democrática. A la cabeza, la junta militar liderada por Goita asumía el poder y las funciones como jefe de Estado de Mali a través de una nueva acta fundamental recogida en el Diario Oficial de Mali del 27 de agosto de 2020.

Las primeras reacciones internacionales no se hicieron esperar. La Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO) —presidida por Goodluck Jonathan—, el secretario general de la ONU —António Guterres— y la propia Unión Europea condenaron el golpe y solicitaron urgentemente la liberación de Keita17 y de todas las figuras políticas retenidas, pidiendo sanciones contra los líderes del golpe y la vuelta inminente al orden constitucional. Al mismo tiempo, los representantes del 5M y la Agrupación de Fuerzas Patrióticas (RFP, por sus siglas en francés) mantenían su respaldo al golpe y se ofrecían a la junta militar para ocupar puestos de responsabilidad durante la transición.

Durante los próximos días, encontraremos una institución transitoria (CNSP) compuesta por 24 miembros representantes del ámbito civil y militar, así como asociaciones de mujeres, colegios de abogados, la diáspora maliense, partidos políticos y, por supuesto, integrantes del partido opositor 5M-FRP, siendo este último una pieza clave en la puja interna por el poder. Entre todos ellos deberán designar una figura líder para un periodo de transición aprobado ya por la junta militar —tras una segunda ronda de consultas— de 18 meses de duración18. Se trata de un plazo con el cual la coalición 5M-FRP muestra ya su total desaprobación, dada la «necesidad urgente» de estos por celebrar las elecciones cuanto antes aprovechando el «tirón popular» actual.

Ahora toca decidir cuándo deberán convocarse las nuevas elecciones que permitan devolver el orden constitucional al país19, y quién debería presidir dicha transición. Si el elegido fuese de carácter civil —exigencia de la confluencia 5M-FRP—, esta proclamaría su victoria. Sin embargo, si fuese un representante del ámbito militar, la agrupación, y con ella gran parte de la oposición popular, no dudaría en intensificar el desacuerdo por su parte. En cualquier caso, la insatisfacción está garantizada. Partidarios de ambos lados se manifiestan ya en las calles revindicando su correspondiente modelo transitorio20. Quizá deberían plantearse que la cuestión más importante de abordar no sería si un civil o un militar, sino cuál será el propósito de su mandato.

Interpretación de los hechos

Claramente, Mali y el resto de los Estados del Sahel conforman una región subdesarrollada con serios problemas estructurales de índole social, económica y política. En primer lugar, la corrupción habitual de Gobiernos e instituciones y los continuos enfrentamientos étnicoreligiosos son el caldo de cultivo para la insurgencia y el estallido de conflictos violentos. A su vez, el Gobierno suele favorecer a un sector étnico del país —en función de sus propios intereses—, motivando revueltas internas en el resto de la población al sentirse excluidos del sistema o no tomar parte de los beneficios que se generen. A consecuencia de esta situación, los esfuerzos estatales se concentran continuamente en «intentar» garantizar la seguridad y la estabilidad nacional sin poder hacer frente de manera contundente al desarrollo económico de la sociedad.

Atalayar_Pirámide social y política Mali

A pesar de sus riquezas naturales, el país importa del extranjero por encima de sus exportaciones, lo que arroja automáticamente un resultado negativo en su balanza comercial manteniendo un déficit permanente. Entre otros, el sistema agrícola está obsoleto y el sector aurífero se encuentra en tensión a consecuencia del aumento de atentados terroristas en las canteras por el control de los recursos. Por si esto fuera poco, la estructura económica y las relaciones comerciales se basan principalmente en sistemas informales de efectivo construyendo una trama de economías sumergidas que favorecen la operatividad de los grupos terroristas. Además, el frágil control fronterizo y la corrupción de funcionarios dificulta seriamente un control fiable sobre cualquier «producto» o persona en circulación, permitiendo el libre desplazamiento de yihadistas, la interconectividad entre organizaciones y la total impunidad para la perpetración de sus atentados a lo largo del territorio21.

Por todo ello, hasta la fecha en el escenario del Sahel y, en concreto, en Mali han primado las intervenciones de acción militar. Sin embargo, a pesar de todas las operaciones desplegadas –—tanto internacionales como de forma conjunta con las fuerzas regionales22— la seguridad territorial continúa sin garantizarse. De facto, hoy en día, la ONU mantiene 15 000 soldados en Mali por valor de 1000 millones de euros anuales23, ya que a medida que se sofocan unos conflictos, surgen continuos focos de violencia que nuevamente ponen en peligro la estabilidad territorial.

Esto último explicaría el creciente rechazo de la población autóctona al despliegue de los operativos internacionales que, incapaces de garantizar protección al pueblo, comienzan a ser percibidos como el invasor. Si hay clara una cuestión es que el país no ha alcanzado la estabilidad en ningún momento, ni siquiera con la operación in extremis del año 2012. Mientras tanto, la población maliense continúa sumergida en un auténtico remolino de pobreza, violencia, corrupción y desgobierno.

Otra de las complicadas heridas que mantiene abierta Mali es su importante división territorial interna. Por un lado, el sur del país a la cabeza con su capital, Bamako, reclamando un mayor protagonismo político y económico en el norte. Por otro lado, un norte separatista que revindica una independencia gestionada por los tuaregs y sus élites radicales, cuyas estructuras sociales se basan en alianzas tribales y relaciones bilaterales con la propia organización de Al Qaeda Magreb Islámico (AQMI). Precisamente es en esta zona norteña donde encontramos uno de los principales avisperos terroristas en el Sahel que sirve de catapulta para extender la violencia yihadista de noreste a sur entre sus vecinos Níger y Burkina Faso24.

Esta problemática sería uno de los objetivos clave que el Gobierno de transición debería abordar con mayor preocupación. Sin embargo, encontrar una solución a través del diálogo que finalmente comprometa al cese de las armas en el norte del país, continúa siendo ardua tarea dado el entramado de intereses económicos de grupos armados, alianzas tribales y grupos terroristas, en su afán por el control económico y territorial del espacio que mantienen en común.

Así llegamos una vez más al mismo punto, la incapacidad del Gobierno por garantizar la estabilidad y seguridad a lo largo de todo el territorio. A consecuencia, surgen vacíos de poder que rápidamente serán ocupados por grupos armados u organizaciones terroristas que sabrán aprovecharse de la debilidad del Estado para expandir su propaganda yihadista. Este es exactamente el patrón recurrente en la historia de Mali, la ausencia de soberanía nacional. ¿Quién podría contar actualmente con una nueva oportunidad para ocupar dicho vacío de gobernabilidad?

Si del reciente golpe de Estado podemos identificar un claro vencedor, ese sería Mahmud Dicko, cuyas cartas han virado a su favor a pesar de que comenzó apoyando al expresidente en su primera campaña electoral25. Keita necesitaba la afinidad del imán al ser una de las figuras más populares de la política islámica actual, por lo que, contando con su apoyo, ganaría una importante cuota de aceptación entre la población maliense mayoritariamente musulmana. La contraprestación consistiría en dar un mayor protagonismo a la religión islámica en el ámbito público. Sin embargo, Dicko terminó por ser la figura clave en la caída de Keita el pasado 28 de agosto26.

Su agenda ha terminado por tener una doble cara. Por un lado, dar el salto al ámbito político y, por otro, aprovechar la crisis del gobierno para fortalecer su discurso religioso enmascarado por la corrupción estatal y la degradación de la sociedad. Ahora, Dicko se ha convertido en uno de los actores indispensables en la transición de la sociedad maliense. Un hecho que nos daría que pensar —teniendo en cuenta la vertiente ultraconservadora del expresidente del Alto Consejo Islámico—, es que nos encontramos ante una nueva situación discriminatoria, pero en esta ocasión es al revés. Ahora sería el norte con una interpretación más estricta del islam quien sacase tajada, cuyo efecto colateral podría ser el beneficio indirecto de grupos armados y terroristas que ya se extienden sobre las tres cuartas partes del país.

Conclusión

En definitiva, los malienses han perdido totalmente la confianza en sus gobernantes y necesitan más que nunca instituciones sólidas que lo levanten. El nuevo golpe de Estado ha arrastrado al país al más profundo desastre aumentado considerablemente la incertidumbre y la inseguridad en toda la región, sobre todo en la zona norte del país pudiendo comprometer los acuerdos de paz adoptados en 2015 entre el Gobierno y los tuareg, quienes podrían reclamar nuevamente la independencia de Azawad.

Para un país que se sostiene sobre unos cimientos que bien parecen arenas movedizas, será difícil estimar cuánto tiempo aguantaría el sistema maliense hasta la llegada de un nuevo temporal, teniendo en cuenta además que, a raíz de la crisis sanitaria de la COVID-19, su situación económica empeora gravemente. En estos momentos, el futuro de Mali es impredecible, dependiente a su vez de un comité responsable del último desorden nacional. Su descontrol y desgobierno afectaría gravemente a sus principales vecinos Níger y Burkina Faso y, con ellos, la total desestabilidad de la región. En esa misma línea, el descontrol del Sahel amenazaría seriamente los intereses de la comunidad internacional y principalmente los de la Unión Europea con Francia a la cabeza.

El país es un auténtico desafío en materia de seguridad y urge la necesidad de establecer un nuevo statu quo que garantice su continuidad, por no hablar de la clara debilidad de las instituciones estatales al ser incapaces de controlar las insurgencias de sus propias Fuerzas Armadas. Sin duda alguna, el futuro Gobierno de Mali tendrá por delante una complicada agenda repleta de importantes desafíos sociales claves para pasar al siguiente nivel con alguna garantía de solvencia, la soberanía nacional en todo el territorio.

Ana Núñez Cifuentes. Máster en Asuntos Internacionales, Univ Pontificia de Comillas.

1 - Oficina de Información Diplomática. Ministerios de Asuntos Exteriores. Ficha País Mali, mayo 2019. Datos básicos. Disponible en: http://www.exteriores.gob.es/Documents/FichasPais/MALI_FICHA%20PAIS.pdf
2 - NIEVAS, D. “Rebelión y Sharía en el Sahel: una aproximación al estallido de la rebelión Tuareg y la ocupación del norte de Malí por grupos yihadistas e islamistas armados”, Universidad Autónoma de Madrid, 2014. Disponible en: https://www.redalyc.org/pdf/767/76729583008.pdf
3 - JORDÁN, J. “Los grupos yihadistas en el Sahel, un año después de la operación militar en Malí”, Grupo de Estudios en Seguridad Internacional, 2014. Disponible en: http://www.ugr.es/~gesi/analisis/1-2014.pdf 
4 - ALCALDE, J.D. Malí: decisiva y contundente reacción militar de Francia para frenar el avance yihadista, Instituto    Español    de    Estudios    Estratégicos    (IEEE),    2013.    Disponible    en: http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_analisis/2013/DIEEEA06- 2013_Reaccion_de_Francia_en_Mali_JDA.pdf
5 - “La geopolítica de Malí”, El Orden Mundial (EOM), 2020. Disponible en: https://elordenmundial.com/mapas/geopolitica-mali/
6 - La crisis libia fue un factor determinante para el MNLA gracias al alto número de retornados de la tribu Tuareg a la zona norte de Mali. El MNLA proclamó unilateralmente la independencia de las principales regiones: Tombuctú, Gao y Kidal sin reconocimiento internacional alguno.
7 - “Les temps forts de la journée d'investiture d'IBK au stade du 26 mars de Bamako”, Malí Jet, 20/09/2013. Disponible en: http://malijet.com/a_la_une_du_mali/82151-%20devant-une-vingtaine-de- chefs-d’etat-%3A-ibk-a-pris-l’engagement-d.html
8 - ALCALDE, J.D. “La estabilidad en el Sahel. Un análisis prospectivo”. Capítulo I. G5 Sahel: debilidades y fortalezas nacionales frente a la seguridad y el desarrollo en el Sahel occidental, Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), Mali, 2018, p. 22. Disponible en: http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_trabajo/2019/DIEEET05-2018bisSahel.pdf
9 - Con tan solo un año en el poder, Keita invirtió 30 000 000 euros —la misma cantidad que Mali recibe en ayuda humanitaria— en la compra de un avión de lujo presidencial. Su hijo Karim también ha sido objeto de ensañamiento al difundirse un vídeo protagonizado por él mismo en un yate de lujo en el extranjero.
10 - “Mali: crece el reclamo por falta de seguridad tras la masacre en Ogassagou”, France24, 26/03/2019. Disponible en: https://www.france24.com/es/20190326-mali-seguridad-ataque-aldea-etnia
11 - HERRÁEZ P.S. El Sahel en tiempos de pandemia: ¿Aún peor?, Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), 2020 Disponible en: http://www.ieee.es/contenido/noticias/2020/07/DIEEEA24_2020PEDSAN_pandemiaSahel.html 
12 - “Soumaila Cissé a contacté sa famille par lettre”, BBC News, 21/08/2020. Disponible en: https://www.bbc.com/afrique/region-53829968
13 - De corte conservadora y radical, Mahmud Dicko frenó, en 2009, la aprobación del código de la familia, una ley aprobada por el Parlamento sobre los derechos de la mujer. En 2018, se opuso a la publicación de un manual escolar que hablaba de homosexualidad. Además, Dicko ha sido uno de los grandes impulsores del diálogo con los terroristas más buscados del país.
14 - “Mali: défaire le coup d’Etat sans revenir en arrière”, International Crisis Group (ICG), 21/08/2020. Disponible en: https://www.crisisgroup.org/fr/africa/sahel/mali/mali-defaire-le-coup-detat-sans-revenir-en- arriere
15 - “El golpe de Estado en Malí fuerza la salida del presidente después de meses de inestabilidad”, El País, 19/08/2020. Disponible en: https://elpais.com/internacional/2020-08-18/sublevacion-militar-en- mali.html?ssm=TW_CM
16 - CNSP: institución político-militar creada en Malí por los militares tras el golpe de estado de 2020 que destituyó al presidente Ibrahim Boubacar Keïta.
17 - Tras una semana retenido Keita, su primer ministro y otros cargos del gobierno fueron liberados en buenas condiciones físicas. Actualmente Keita abandona el país rumbo a Emiratos Árabes Unidos.
18 - “Au Mali, le mouvement de contestation rejette la proposition de transition de la junte au pouvoir”, Le Monde, 13/09/2020. Disponible en: https://www.lemonde.fr/afrique/article/2020/09/13/au-mali-la-junte-au- pouvoir-s-engage-a-une-transition-de-dix-huit-mois_6051974_3212.html
19 - “Coup d'Etat au Mali: entre questions et incertitudes”, BBC News, 07/09/2020. Disponible en: https://www.bbc.com/afrique/54020425
20 - “La oposición de Mali rechaza la propuesta de transición de la junta militar”, France24, 13/09/2020. Disponible en: https://www.france24.com/es/20200913-mali-la-junta-militar-acuerda-transición-de-18- meses-previa-a-nuevos-comicios
21 - CIFUENTES, A.N. Sahel y financiación terrorista: diversidad y oportunidades del sistema financiero, Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), 2020. Disponible en: http://www.ieee.es/contenido/noticias/2020/05/DIEEEO77_2020ANANUN_Sahel.html
22 - “La compleja realidad de Malí”, Revista Española de Defensa, septiembre 2020. Nº375. Despliegue internacional en el Sahel, p. 49. Disponible en: https://www.defensa.gob.es/gabinete/red/
23 - “Golpe de Estado en Malí: ¿Qué significa y por qué debería importarnos?”, EURONEWS, 21/08/2020. Disponible en: https://es.euronews.com/2020/08/21/golpe-de-estado-en-mali-que-significa-y-por-que- deberia-importarnos
24 - RODRÍGUEZ, A. “Entre dos orillas. La cólera se apodera de Mali”, Atalayar, 19/08/2020. Disponible en: https://atalayar.com/content/la-cólera-se-apodera-de-mali
25 - MESA, B. “El dulce golpe de Estado de Malí, ¿por qué ahora?”, Esglobal, 21/08/2020. Disponible en: https://www.esglobal.org/el-dulce-golpe-de-estado-de-mali-por-que-ahora/
26 - “Mahmoud Dicko: Mali imam challenges President Keïta”, BBC News, 27/07/2020. Disponible en: https://www.bbc.com/news/world-africa-53176083

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