Minerales escasos

Minerals

La rivalidad entre las potencias hegemónicas que ya son los Estados Unidos y China lleva camino de ser más pronto que tarde una situación que se da en todos los ámbitos. Ciertamente en el político, donde China aspira a dominar en Asia y Estados Unidos le planta cara en el Indo-Pacífico creando nuevas alianzas (QUAD, AUKUS) o apoyándose en las existentes (ASEAN). Taiwán y el Mar de Sur de China son las dos muestras más evidentes de esta confrontación peligrosa. En el plano comercial la pugna se manifiesta con sanciones que penalizan prácticas fraudulentas, la piratería de propiedad intelectual, las barreras arancelarias y regulatorias etc. En el tecnológico es conocida la competencia por las redes 5G de las que dependerán las ciudades inteligentes o el Internet de las Cosas que precisan velocidad, capacidad y mínima latencia. En el terreno de la Inteligencia Artificial, cuyo dominio según Brookings determinará cuál es la potencia hegemónica a fin de siglo, China lleva ventaja con 300.000 millones de dólares ya invertidos. La competencia se extiende a muchos otros ámbitos como un océano Ártico progresivamente navegable y explotable, el espacio donde EEUU aún domina, pero China hace grandes progresos, y el ciberespacio que se convierte en una herramienta de enfrentamiento híbrido cada vez más utilizada porque permite tirar la piedra y esconder la mano.

Menos conocido es que el enfrentamiento entre China y los Estados Unidos se da también por el control, explotación y procesamiento de ciertas materias primas importantes para la revolución tecnológica y la revolución digital que estamos viviendo. Un estudio publicado en el NYT por Dionne Searcey, Michael Forsythe y Eric Lipton pone el acento en la lucha por hacerse con el coltán, un mineral gris poco abundante que se encuentra asociado a los depósitos de cobre y al que hasta ahora se prestaba poca atención. Pero el coltán es necesario para la fabricación de las baterías que mueven los coches eléctricos que quieren desplazar de la circulación a los motores de combustión interna más contaminantes. No es que los eléctricos no lo sean porque la electricidad se obtiene mayormente con gas, pero ensucian menos y eso es importante para luchar contra el calentamiento global de la atmósfera. Un coche eléctrico Tesla necesita cinco kilos de cobalto, que es un mineral que también llevan los teléfonos móviles. Y resulta que China se está haciendo con casi todas las minas de cobalto que hay en el mundo y en particular en el Congo, obligando a los fabricantes occidentales de coches eléctricos a recurrir a reciclar baterías o a hacerlas con otros materiales menos eficaces. Según la Agencia Internacional de la Energía habrá escasez de cobalto en 2030 y no es descartable algún sobresalto a partir de 2025, o sea a cuatro años vista. Esto de entrada encarecerá los vehículos eléctricos, que ya ahora no son baratos.

Que China se haga con el cobalto no es casualidad sino producto de un diseño geopolítico que se engloba en el Plan Made China 2025 que pretende crear campeones industriales nacionales capaces de competir en el mundo y a buscar las materias primas que necesitan. Y para ello cuenta con todo el dinero que haga falta porque no procede de fondos empresariales sino estatales. Las empresas chinas tienen bolsillos ilimitados y así es difícil competir con ellas. La compañía China Molybdenum ha comprado de esta manera en los últimos cinco años dos de las minas más grandes del Congo (Kisanfuy Tenke y Fungurume) donde se calcula que hay millones de toneladas de cobalto esperando ser extraídas. Hoy China posee 15 de las 19 minas de cobalto que hay en el Congo y a cambio ha ofrecido también a Kinshasa desde estadios a hospitales y carreteras... que además endeudan al país y lo hacen más dependiente de China. El objetivo de Pekín no es controlar solo el coltán sino el negocio de las baterías eléctricas en el mundo a muy corto plazo.

Hoy China procesa el 65% del cobalto, el 40% del cobre, el 85% de las tierras raras, el 35% del níquel y el 55% del litio. Se ve que tanto americanos como europeos nos hemos dormido y los chinos nos “han madrugado”en esta carrera hacia el poder porque Xi Jinping sabe que si China cayó bajo dominio occidental en el siglo XIX es porque perdió la batalla de la tecnología y no está dispuesto a permitir que eso vuelva a suceder.

Jorge Dezcallar, embajador de España

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