Moderna pisa el acelerador

COVID-19

La de Oxford no es la única vacuna en fase clínica de ensayo, de acuerdo con Jarbas Barbosa, subdirector de la Organización Panamericana de la Salud (OPS-OMS), actualmente hay 150 proyectos candidatos a vacuna y a terapias para tratar al SARS-CoV-2.

Un total de seis ensayos son los más avanzados para lograr una inmunización efectiva:  1) la vacuna de Oxford con un acuerdo con la farmacéutica británica AstraZeneca; 2) China National Pharmaceutical Group Corp. conocida como Sinopharm, la empresa estatal china está en fase 3 en colaboración con el Instituto de Virología de Wuhan y ha pasado a probarla también fuera de sus fronteras en voluntarios en Emiratos Árabes Unidos; 3) la estadounidense Moderna Therapeutics que entrará en fase 3 de su vacuna a partir del lunes 27 de julio y comenzará a probarla en 30.000 personas en distintas partes de la Unión Americana; 4) la alemana BioNTech, con un acuerdo con la farmacéutica norteamericana Pfizer, avanzará a la fase 3 antes de que concluya julio y empezará a estudiarse en 30.000 voluntarios; 5) la china CanSino Biologics en fase 2 está inyectando su vacuna en soldados de su Ejército y ha participado el Instituto Científico Militar; 6) otra china, Sinovac Biotech, también está por pasar a la fase 3 y probará su inmunización tanto localmente como en Brasil.

Rusia ha dicho, por su parte, que su vacuna es igualmente efectiva, la prensa rusa cita tanto al Ministerio de Defensa, como al encargado de Sanidad, aseverando que ha sido elaborada en colaboración con el Ejército y el Centro Nacional de Epidemiología y Microbiología Gamaleya; los primeros en inyectarse son militares.

“El proyecto de la vacuna de Gamaleya está basado en adenovirus humano, un virus del resfriado común, mezclado con la proteína del SARS CoV-2 para estimular una respuesta inmune. Tiene algunas similitudes con una vacuna desarrollada por la corporación china CanSino Biologics, que ya está en fase 2 de ensayos en Canadá”, indicó Defensa.

A su vez, Alexei Repik, director de R-Pharm, confirmó que la farmacéutica rusa que él dirige recientemente firmó un convenio de colaboración con la británica AstraZeneca para que ellos produzcan en Rusia la vacuna de Oxford a fin de exportarla a países de Oriente Medio y de Asia.

Por su parte, el Departamento de Salud y el Ministerio de Defensa de Estados Unidos, cerraron un acuerdo con Pfizer y BioNTech por 1.950 millones de dólares para adquirir 100 millones de dosis de la vacuna del coronavirus.

Con tal cantidad de proyectos de vacunas, ¿cuántas vacunas del coronavirus habrá? ¿Cada país podrá autosuministrarse la suya propia o bien hay reglas internacionales al respecto? ¿Y qué pasará con los países que ni están investigando cómo obtener una y solo tienen la opción de comprarla en el exterior?

En la pasada reunión de prensa pregunté al respecto a Barbosa para conocer la postura oficial de la OMS-OPS, a lo que me respondió que hay mucha expectativa en todo el mundo sobre las vacunas y primero que nada “todavía no tenemos la vacuna” por eso, reiteró el directivo, es muy importante continuar con las medidas de prevención.

La vacuna debe probar que es segura y eficaz a lo largo de todos los ensayos preclínicos; luego se prueba en la fase 1, 2 y 3 en seres humanos y si bien la última fase es definitoria, esta puede demorarse meses porque se tiene que aplicar a grupos de entre 30.000 a 50.000 personas y ver, una a una, las reacciones y contraindicaciones generadas. 

Pero sobre que habrá vacunas, las habrá, a juicio de Barbosa, porque hay otras decenas de proyectos en fase 1 o fase 2 que podrían estar en 2021 y eso permitirá “muchas oportunidades” y después está el reto de “repartirlas” equitativamente.

Barbosa reitera la necesidad de que todos los países trabajen de forma coordinada, a fin de evitar que unos la tengan primero y otros se queden en la última fila en el tiempo.

A colación

Me preocupa que en los últimos días han circulado diversas versiones que dan cuenta de sendas presiones de las farmacéuticas hacia las autoridades sanitarias de sus respectivos países y hacia los grandes reguladores mundiales del medicamento para deslindarlos de toda responsabilidad en caso de que las vacunas del SARS-CoV-2 aprobadas provoquen efectos adversos. 

Hay que tomar en cuenta que esta premura ha desatado una carrera por la vacuna para que, en cuestión de meses, esté lista para ser producida cuando en condiciones normales tomaría años; la ciencia es prueba y error. 

Temo porque al final todos terminaremos siendo cobayas de laboratorios que, es verdad, saben de la urgencia sanitaria, pero no podemos negar que subyace un profundo interés pecuniario. ¿Usted, amigo lector, se pondrá la vacuna contra el coronavirus? 

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