Opinión

No aprendemos

photo_camera Elecciones generales españolas

Son precisamente estas ocasiones y situaciones por las que demostramos nuestra capacidad de desastre y egocentrismo en las que toma mucho más valor la frase atribuida a Bismark, sobre la resistencia y solidez de España, pese al empeño de los españoles por destrozarla y que copio a continuación, por si alguien a estas alturas, aun no la haya escuchado o leído en su vida “España es el país más fuerte del mundo: los españoles llevan siglos intentado destruirlo y no lo han conseguido”.

Llevamos cuatro años en constante proceso electoral, dos veces ganadas por Rajoy y otras dos por Sánchez y ninguna con la mayoría suficiente como para poder formar un gobierno estable con los votos del propio partido y solo en una de todas ellas, Rajoy consiguió formar un gobierno unicolor aunque con el peligroso apoyo del inestable Rivera, por culpa del cual así le ocurrió. Un Albert Rivera, padre y origen de toda intriga y salsa política, que acaba de presentar su dimisión por su nefasta gestión tras haber estado muy cerca de liderar la posición.

Movimiento, persona y partido este al que no quiero dedicar muchas líneas de este trabajo  porque nunca han sido santos de mi devoción. Falsos, cambiantes y emboscados; siempre dispuestos a poner la zancadilla al propio apoyado y a plagar los campos de la negociación de todo tipo de minas, remilgos y reparos, para hacerse los interesantes, guapos, acertados y sacar finalmente todos los réditos posibles para su bolsa y cargo. 

Me alegra, que por fin en este caso, los españoles hayamos sabido darle el trato merecido y espero que en breve –a la próxima- les pase lo mismo que ellos provocaron con UPyD con aquel abrazo del oso; así como a Rajoy por favorecer y levantar el camino para aquella su moción de censura, en la que nadie, salvo ellos, pensaban y salió. Aunque como resultado de su mala cabeza, fue Sánchez el que se aprovechó y desde entonces estamos sufriendo un calvario casi peor que el mismo Jesucristo, antes de ser crucificado, padeció. 

Sánchez, recogió aquel judaico señuelo y se vio aupado a la presidencia del gobierno en base dicha idea y a una frase colada de remolón en una sentencia amañada, ilegal y despreciable. Escrita por un juez reprobado  por aquello en la Audiencia Nacional -un año más tarde- y que le sirvió para iniciar un largo camino de mentiras, plagios, señuelos, gastos desmesurados, alocadas intenciones y levantiscas pasiones con las que dividir, de nuevo, a los españoles y capaces de producir una inmensa vergüenza local e internacional.

Aunque ganó las pasadas elecciones, su pírrica victoria no le daba lo suficiente para gobernar con plena libertad como quería y se mantuvo a la greña con Iglesias (el Coletas) por darle paso al gobierno a él, a su pareja o a alguien más; hasta que se dio cuenta que aquello, según sus propias palabras, le produciría un insomnio terrible que no le dejaría vivir en paz.  
Su consejero de cabecera, el terrible Iván Redondo (rebotado de aconsejar a varios peperos), al ver que con aquello no llegaban a nada, inventó una jugada maestra; pero como suele ocurrir en esto de sacarse cosas de la manga, se pasó de frenada y le sorbió la cabeza antes del verano cuando le aconsejó calma y dejar pasar el cáliz; que Sánchez y su Doña se fueran al coto de Doñana a reposar y broncearse, mientras los españoles y los podemitas se cocían en su salsa -aunque por diferentes motivos- y así nada se iba a arreglar lo que podía esgrimir como un coto a su intención de gobernar.

De seguir con su argucia y consejo, le prometió muchos escaños y facilidad para gobernar en solitario si de nuevo, elecciones volvía a convocar. Así lo hizo y quedamos todos emplazados a meter de nuevo nuestros votos en las urnas por cuarta vez en cuatro años. 

Situación que se prometía muy feliz desenlace, si se aderezaba con historias y hechos que pronto vamos a describir a base de  todo tipo de tracas, fuegos de artificio, malabarismos, palomas de chistera y los desvergonzados y miserables informes de un tal Tezanos, que han echado por tierra todo el trabajo demográfcio que durante muchos años ha presentado el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), cuyo prestigio y seriedad ya jamás o en muchos años, van a poder recuperar.  

Contra todo anterior, equilibrado, serio y buen criterio, desenterró a Franco para lo que tuvo que retorcer por varias veces la nefasta Ley de Memoria Histórica de la que “Su objetivo es controlar el discurso político de la historia y del pasado. Crear una historia de la opresión, ser víctimas, el discurso por el victimismo. Significa presentar la historia con una sola cara, sin libertad de expresión, de crítica, anular la investigación, salvo la que supuestamente sirva para dichos fines con todo tipo de ilegalidades”.  Forzó el “apoyo legal” del Tribunal Supremo y prohibió  a los deudos enterar de nuevo sus restos donde les plazca o desearan según el Derecho Canónico y la propia Ley electoral y nos presentó tamaña chapuza como el mayor éxito de la democracia; falacia sin par y la mayor de las que se pueden inventar.    

Tras años y meses dándose el pico con los separatistas, independentistas y golpistas catalanes, cuando ya la situación de presión sobre el gobierno se sobrecargó, debido a la cantidad y entidad de las cesiones y privilegios, de imposible encaje legal, por ellos solicitadas; se vio forzado “oficialmente a cortar”, que no “romper” su relación de comparsa, mamporrero y amistad, dejándola en suspenso a la espera de tiempos mejores o una nueva e imperiosa necesidad. 

Influyó en el llamado juicio del Procés de tal burda manera que al puro estilo de las cloacas del Estado obligó a la Abogacía del mismo nombre a cambiar de criterio para lo que no reparó hasta en sonoras dimisiones por abuso y falta de congruencia con lo que realmente ocurrió en Cataluña.  Movimiento inicialmente no bien entendido, pero que por otro lado, sirvió para que el Tribunal Supremo tuviera un asidero y estribo por donde subirse y sentarse al caballo del cambio de criterio. Argucia ideada por alguna mente diabólica  de las que rondan y sobrevuelan por el gabinete del gobierno. 

Argucia, nada nada inocua ya que, a pesar de lo dicho y probado durante la instrucción y el propio juicio, finalmente el tribunal por unanimidad entendió que todo aquel jaleo solo fue una ensoñación y por ello sólo se les condenó por Sedición y no Rebelión, aunque acompañada en algunos casos, de una no muy cuantiosa malversación. Las penas resultantes fueron en su menor cuantificación y a pesar de todo este bodrio y gran farsa o muchas tragaderas, según sea la versión; los cachorros de los presos se lanzaron a ocupar las calles, carreteras, estaciones de tren y aeropuertos de Cataluña con la precisión y efectividad de una más que organizada banda criminal terrorista poniendo la región en pie de guerra, mientras el gobierno miraba para otro lado, por no molestar a su amarillo interlocutor.

Pese a todo lo ocurrido durante días, en los que en vivo y en directo vimos a los enardecidos encapuchados actuar donde, cuando y hasta el momento en que ellos quisieron o decidieron; el gobierno socialista en funciones, con Sánchez a la cabeza y de la mano de otro gran chasco nacional del mismo y nefasto gobierno, el ministro Marlaska -otrora juez de solvencia y prestigio en la Audiencia Nacional- se avino a calificar tales desmanes de meros problemas de orden público sin más. 

Se miró para otro lado, se dejó pegar inmisericordemente a Mossos y Policía Nacional, mientras se mantuvieron acuarteladas a Unidades de élite de la Guardia Civil y, para colmo del despropósito, se ha consentido que el primer agitador de la revolución y los CDRs; el señor Torra, no solo no cumpliera con su deber y se riera del Tribunal Constitucional; sino que además, esté dispuesto a depurar y penalizar a los policías que, a su juicio, se les fue la mano mientras las hordas terroristas, incendiadas y embrutecidas les intentaban matar de verdad. 

Por último y nada despreciable problema, en Bruselas no se tragan los bocetos y mensajes de intenciones presupuestarias; nos ponen muchas trabas por irrealizables o muy engordados, fuera de onda o verosimilitud y apuestan por otras macro cifras mucho menos favorables para nuestro futuro inmediato ante una más que posible recesión.

Con todo este background o respaldo en su cuenta particular, el Señor Sánchez se presentó a las elecciones del 10 de noviembre, con la esperanza de ganar con la mayoría suficiente para gobernar en solitario; mejorar, para ello, en bastante el número de escaños; anular a Podemos traspasando sus votos a su nueva marca “amiga” o más amable y cercana, la del esquirol Iñigo Errejón que le ha dado miedo o vergüenza llamarla Más España; mantener en la recamara algún partido separatista por si fuera necesario y dejar al centro-derecha embebido y enfrascado en sus cuitas y problemas, partido en tres cachos irreconciliables y cada uno tirado para su propio lado.  

Así fuimos ayer a votar con argumentos basados en encuestas serias y en las ya mencionadas del CIS que daban esperanzas e ilusiones por barrios y tendencias o miedos y precaución para otros, como así finalmente ocurrió. La tarea y resultados demoscópicos, como toda ciencia en la que se debe fiar uno de la honestidad del interpelado, suele fallar, aunque en muchos casos, el resultado está bastante bien refinado y a pesar de algún tiro disperso o anómalo, como ha sido el de Ciudadanos, el resto queda más o menos ajustado a lo previsto tras el análisis serio y riguroso de miles de encuestados.
A pesar de que algunos serios demoscópicos -que por cierto, son los que más se han ajustado al resultado final- avisaban de lo que iba a pasar; los españoles erre que erre seguíamos en nuestros trece y salvo los que se han cansado ya -a Dios gracias- de Rivera y comparsa por sus movimientos y pensamientos volubles, cambiantes y desnortados; la mayoría, siguió dando vueltas a la misma ruleta, como los animales –generalmente equinos- sacando agua del pozo atados a una noria sin parar de pisar el mismo camino o senda una vez y otra más.

Se sabía que Sánchez iba  perder fuerza, votos y escaños, que Casado y su semi nuevo PP, estaba en disposición de acercarse a los 90-100 escaños, que Vox iba a duplicar, UP resistía, que Errejón seria residual y que CS se iba a descalabrar; pero también se sabía que con este panorama NADA se PODÍA ARREGLAR. Sólo la concentración de todo el voto de Centro-derecha en el partido con más garantías de éxito real podría suponer, quitarle la mano a Sánchez y desalojare de la Moncloa. Se anunció, explico, suplicó y dijo por activa y pasiva que esto iba a ocurrir; muchos hasta nos desgañitamos, pero a la gente les dio igual.

Anoche, salvo independentistas, filoterroristas, regionalistas y partidos ciertamente extraños, que lo celebraron cual gordo de la Lotería, cosa que no era de extrañar; solo unos pocos quedaron contentos o satisfechos realmente. En el PSOE se vio claramente su enfado por lo que tardó Sánchez en salir al tablado con una forzada alegría (aún no sé de qué se reía) a celebrar haber “ganado” con 120 escaños aunque perdiendo tres y muchos cientos de miles de votos con respecto a los anteriores comicios. El PP de Casado, alcanzó 88 no llegó a los 90 mínimamente deseados, aunque recuperando algo más de 20 desde el pasado descalabro y solo en seis meses; pero se les ve un tanto ahogados por considerar que no es suficiente. En Unidas Podemos, el miedo aún les llegaba al cuerpo, cuando el coletas salió, con voz acongojada y ronca, a dar la “buena noticia” de que otra vez, no habían perdido tanto como se esperaba y de que ahora Sánchez sí o sí, tendrá que aceptarles en su gobierno (incluido él) si es que algún día pretenden gobernar. 

Los de Vox entonaron repetidamente el Viva España, mientras se ondeaban al viento banderas de gloria y sonaba de fondo el Himno Nacional. Se contentaron, como niños, por haber más que duplicado su legado anterior y llegar a 52 escaños, con lo que poder así recurrir directamente las Leyes que no les gustan ni convencen ante el Tribunal Constitucional y por haber pasado, en menos de un año, de la nada a ser la tercera fuerza política en todo el Estado. Pero su alegría puede ser efímera como ya anunció el propio y avispado Abascal, poniendo la venda antes del parche.

La única verdad clara y patente, es que después de tanta euforia cierta o impostada, no tenemos nada entre manos que nos pueda indicar que haga posible la vía al trato o coalición consistente y necesaria para poner orden de una vez en España y en muchas de sus leyes que, amoldada, en su día, a situaciones y exigencias pasadas nos han llevado a este carajal, empezando por la Electoral.

De las parcas declaraciones de Sánchez anoche en la calle Ferraz ante una escuálida y forzada hinchada y de las de su mozo de estoques –de familia le viene a profesión- Ábalos, esta mañana, mucho más reposadas y pensadas; no se extrae una solución posible, salvo la amalgama (gobierno Frankenstein) de partidos revanchistas, nacionalistas, comunistas, socialistas y regionalistas, que buscan no solo ascuas, sino también su propia sardina por lo que contentarlos a todos nos va a costar un auténtico pastizal. No lo quisiera mencionar; pero esta situación me empieza a recordar a tristes y sangrientos momentos vividos en España por culpa de socialistas, comunistas y Esquerra Republicana de Cataluña en 1934 y, por cierto, no incluidos en la Ley de Memoria Histórica.     

Veremos cómo reacciona Europa tras esta “euforia” desmesurada y sin fundamento de todos aquellos que no buscan lo mejor para España ni en aras de su Unidad, sino un acomodo para sus “portentos” una forma de vivir del cuento y poner todas las trabas posibles a la marcha del desarrollo nacional.

En Bruselas ya no se creían nuestras cuentas antes de las elecciones, ni tampoco los cuentos que les mandamos para intentar engañarlos. Nos conocen y saben que siempre que estamos en manos de los socialistas, vamos de cabeza a la perdición, no paramos de meter mano al cajón y dispuestos a dejar nuestras arcas más limpias que el hueso de un buen jamón. Da igual que este sea Pata Negra o Serrano, siempre es bueno y por eso pronto se comió.

Hemos dejado un Hemiciclo mucho más fragmentado (16 partidos representados); lleno de grupos y lenguas como la Torre de Babel y situación perfecta para lo que debía ser el Senado, con Bildu formado Grupo por separado y hasta la misma CUP sentada en una sala donde nunca se le debió permitir entrar ni para hacer una visita y luego marchar. 

Y, ahora, tras tamaño bodrio y desaguisado, yo me pregunto, ¿Quién tiene la culpa de todo esto? ¿Qué ha pasado? ¿Cuál será el camino a partir de mañana mismo? Y ¿Si podremos arreglarlo? 

Muchas preguntas de fácil respuesta; la culpa está a medias entre el ególatra Sánchez que se creyó lo que Iván Redondo y el perverso Ábalos le susurraron al oído el verano pasado e busca de su acomodo personal y en benéfico de su partido y, por otro lado, los poco serios y nada formados españoles, que le siguen votando por mucho que diga y haga en contra de España, espante a propios y extraños y esquilme sus mismos bolsillos. Pero en este reparto de culpas, no hay que olvidarse, ni mucho menos, de aquellos que, habiendo votado durante años al PP, tras una mala época y un presidente miedoso y poco acertado, se han caído del caballo y se han montado en otro, que como ya sucedió a la UCD, UPyD y a Ciudadanos, tendrán su fulgurante brillo y esplendor; pero que realmente, el tiempo demuestra tarde o tempranos, que son unos luceros que pronto pierden su luz y vigor. Los votos tirados a la basura por votar a Cs o a Vox son los que, de nuevo han dado a Sánchez la posibilidad de seguir donde está, continuar engañando y medrando  y hasta de hacerlo mucho peor. Menuda diferencia hubiera resultado de haberlo hecho así.

Nadie quiere darse cuenta de la realidad de lo mucho y grave anunciado y hasta hoy mismo no ven ante sus ojos, y no todos ellos porque algunos se han quedado totalmente ciegos, el verdadero resultado. Todos tan contentos y mañana, como hace años, volverán llorando. 

El camino a seguir será de sangre, sudor y lágrimas para aquellos que irremisiblemente perderán su empleo, su casa o la capacidad de préstamo que gozan y para los muchos, que con mucha seguridad tendrán que volver a sus orígenes –la casa de sus padres- para encontrar cobijo, sustento, luz y asiento a la lumbre.

No lo arreglaremos, hasta que no hagamos caso a los que saben de esto, los que tienen todo estudiado y dejemos de votar con el corazón sin tener en cuenta lo que dice y dicta nuestra cabeza que es la que realmente rige y calcula las necesidades de todo el cuerpo y del ambiente que nos rodea. De seguir en este empeño, no salimos hasta que, como en ocasiones anteriores, el agua nos llegue al cuello y estemos al borde del duro e impertérrito secuestro europeo. Al tiempo.