Otra desgracia en Guinea Ecuatorial

Teodoro Obiang Nguema

Es la mayor tragedia accidental sufrida en toda su historia por Guinea Ecuatorial, la única colonia exespañola en el África subsahariana. Dice el presidente Teodoro Obiang Nguema que la causa de la cadena de explosiones que causó al menos 20 muertos, casi medio centenar de heridos y la destrucción total o parcial de numerosos edificios de Bata, fue “el manejo negligente de dinamita en la base militar” de Nkuantoma, situada precisamente en la ciudad considerada como la capital económica del país. Promete una investigación a fondo y el castigo correspondiente a los culpables de esa negligencia.   

Hacía mucho que el país con la mayor renta per cápita del continente, y tildado hace unos años de “la Suiza africana” no saltaba al primer plano de la actualidad. Ahora lo ha hecho merced a esta desgracia, para paliar la cual el régimen de Malabo ha pedido ayuda internacional urgente. 

Desde que España concediera la independencia a Guinea Ecuatorial el 12 de octubre de 1968 el país no ha conocido más régimen que el de una férrea dictadura, primero bajo Francisco Macías Nguema, y luego bajo su sobrino, Teodoro Obiang Nguema. No deja de ser una ironía que la España franquista de entonces legara a su antigua colonia algo que ella misma no poseía: una Constitución y un sistema democrático articulado mediante partidos políticos. Ambos fueron abolidos a los pocos meses de la independencia por Macías, que impuso en su lugar un régimen de terror asociado a una corrupción sin límites. 

La bendición… o maldición del petróleo

El golpe de Estado con el que Teodoro Obiang Nguema derrocó a su tío en 1979 hizo concebir esperanzas a la pequeña población del país (hoy de apenas 1,3 millones de habitantes), máxime cuando se descubrieron los gigantescos yacimientos de petróleo, que las compañías españolas no habían logrado ni siquiera oler en sus prospecciones. Efectivamente, la renta per cápita del país se disparó aunque tan desigualmente repartida que casi 40 años después la mayoría de la población se las apaña con menos del equivalente a dos euros diarios para sobrevivir. La familia del presidente y su círculo de confianza acaparan por lo tanto la riqueza procedente de la (escasa) contribución de las compañías que explotan su petróleo, en especial el vicepresidente del país, hijo de Teodoro Obiang Nguema, y máximo favorito para suceder a su padre, tratado éste de cáncer y al que no pocas veces se le ha situado al borde de la muerte. A sus 79 años, Obiang Nguema, y con más de 40 en el poder, es ya el  dirigente más longevo del mundo. 

La pandemia del coronavirus ha sacudido con saña al país, al encontrarle sin los medios sanitarios adecuados para combatirla y con un sustancial recorte en los ingresos de su industria petrolífera por el fuerte descenso de los precios del crudo. La directora de la Organización Mundial para África (OMS), la doctora Matshidiso Moeti, certificó que Guinea Ecuatorial era el país más afectado del continente en relación con su población. Obiang reaccionó echando del país a la representante de la OMS al tiempo que procedía en el pasado otoño a una completa remodelación de su Gobierno, al que culpaba así implícitamente de la caída del PIB de entre un 5,8 y un 8,9%. 

Todas estas desgracias no han movido a Teodoro Obiang a suavizar la dureza del régimen. La mayoría de los líderes opositores permanecen en el exilio mientras que los que se arriesgan a volver y/o ejercer sus presuntos derechos políticos acaban detenidos y encarcelados, cuando no directamente desaparecidos. 

Teodoro Obiang Nguema Mangue, el hijo, vicepresidente y previsible sucesor de su padre, tiene aún numerosos e importantes pleitos con la justicia de Francia, Estados Unidos y Brasil, lugares en los que no ha tenido empacho alguno en mostrar y airear un insultantemente lujoso y despilfarrador nivel de vida. No parece a priori que, paliada la actual desgracia, con la correspondiente ayuda internacional de buena fe, la población ecuatoguineana tenga muchos motivos para suponer que las cosas cambiarán y que tendrán acceso a algunas migajas más de los frutos con que la Naturaleza ha bendecido al país. Pero, como afirma el opositor más constante y conocido fuera del país, Severo Moto, “nunca perderé la esperanza ni me resignaré a que las cosas no puedan cambiar y convertir a Guinea Ecuatorial en un país verdaderamente democrático”.     

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