Perú, los presidentes… ¡A la cárcel!

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En Perú tal parece que el destino de los presidentes de la República es pasar por los juzgados y acabar en la cárcel. El último que ha pasado de las pompas del poder a la incomodidad de una celda de la Policía que le investiga es Pedro Castillo, el maestro nacional del sombrero ridículo que en los últimos dieciocho meses protagonizó la inestabilidad que mantiene al país al borde del caos.  Espera detenido a ser juzgado por intentar dar un autogolpe de Estado ni siquiera con el apoyo de su enésimo Gobierno y hacerse con el control total de una democracia permanentemente amenazada que lleva mucho tiempo enfrentando con valentía la supervivencia.

Castillo en prisión no se encontrará aislado, aunque sea con cierta distancia entre celdas. No muy lejos estará cumpliendo condena permanente en una prisión militar el vituperado Alberto Fujimori, quien una vez elegido democráticamente presidente constitucional, se empeñó, metralleta en mano contra los terroristas, en convertirse en dictador, igual que ahora lo ha hecho, aunque de forma pacífica, todo hay que decirlo, su último sucesor. Pero se ve que las cárceles peruanas son espaciosas porque allí están también cumpliendo condena por corrupción o esperando a ser juzgados, los igualmente expresidentes Pedro Pablo Kuczynski, Ollanta Humala y Alejandro Toledo.

Cinco expresidentes encarcelados o en espera de serlo, es evidente que son muchos. El sexto, que había ejercido el cargo en dos ocasiones, Alán García, evitó semejante trance optando por suicidarse. Quien asumirá desde ayer la sucesión de tan dramática trayectoria de jefes del Estado es una mujer, Dina Boluarte, de sesenta años, que accedió al cargo desde la Vicepresidencia que ocupaba con Castillo y lo hizo de manera constitucional y prometiendo propósitos tranquilizadores. Es la primera mujer que asume la Presidencia y lo hace con el respaldo popular, incluida la oposición,  que le proporciona la angustia de los ciudadanos ante la desintegración del Estado que se estaba empezando a sentir.  

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