Opinión

Por qué Argelia decidió escalar la tensión contra Marruecos

photo_camera Abdelmadjid Tebboune

Las alegaciones argelinas contra Marruecos después del supuesto (y aún no corroborado) bombardeo de tres camioneros argelinos entre las fronteras entre Argelia y Mauritania han hecho saltar las alarmas tanto en las capitales árabes como occidentales, sobre todo en España. Cualquier escalada militar en la región podría tener repercusiones, económicas, políticas y sociales incalculables tanto en España como en otros países europeos.  

Acostumbrado a ver al régimen militar argelino fabricar acusaciones falsas en su contra para desviar la atención de la opinión pública argelina de sus problemas socioeconómicos internos, Marruecos ha ignorado los comunicados acusatorios argelinos, restándoles importancia. El hecho de que el rey Mohamed VI no dedicara en su discurso conmemorativo de la Marcha Verde ni una sola palabra a Argelia ni a sus acusaciones inverosímiles fue una muestra clara de que Marruecos no da importancia a las gesticulaciones y trapicheos, es seguro de sí mismo y determinado a sacarle más tajada al impulso diplomático que ha creado en los últimos años en torno al Sáhara.   

La última escalada de tensión entre ambos países no es sino el colofón de un año de tensión que cogió un giro no visto desde hace muchos años y fue cobrando cada vez más ímpetu hasta tomar proporciones preocupantes en los últimos días. El último brote de tensión no puede entenderse sin tener en cuenta las series de desaires y contratiempos diplomáticos que Argelia ha ido sufriendo a mano de Marruecos desde hace un año a esta parte cuyo punto álgido fue la adopción de la resolución 2602 sobre el Sáhara el pasado 29 de octubre. 

Dicha resolución ha caído como un jarro de agua fría en Argel cuya cúpula militar has visto cómo la campaña mediática que ha lanzado y todas sus gestiones diplomáticas para convencer al Consejo de Seguridad de reconsiderar los parámetros el proceso político no sólo no han surtido efecto, sino que éste ha consolidado los avances diplomáticos que Marruecos ha conseguido.  

Para comprender el significado político de la nueva resolución de la ONU sobre el conflicto del Sáhara, habría que analizarla a la luz del contexto regional en el que fue adoptada: una tensión sin precedentes entre Marruecos y Argelia. Aunque las diferencias político-estratégicas y el conflicto mediático han formado la matriz de relaciones entre estos dos vecinos del Magreb durante al menos cuatro décadas, las hostilidades han dado un giro decisivo y más preocupante en los últimos meses, alcanzando su punto culminante con la ruptura de todas las relaciones de Argelia – diplomáticas comerciales, etc., con Marruecos. 

Y como si esta súbita ruptura diplomática y el festival de acusaciones, argumentos ad hominem y la incesante virulencia mediática contra el eterno enemigo marroquí no fueran suficientes, Argel acaba de publicar un comunicado de prensa tan surrealista contra a la ONU. 

De hecho, apenas un día después de la adopción por parte del Consejo de Seguridad de la ONU de la Resolución 2602, Argel, expresó su disgusto, advirtiendo al Consejo de la ONU contra cualquier continuación del proceso político de la ONU de acuerdo con los parámetros adoptados desde 2007. 

Es un secreto a voces que los hechos de Guerguerat del 13 de noviembre del año pasado y el reconocimiento estadounidense de la soberanía marroquí cambiaron considerablemente el equilibrio de fuerzas de este conflicto regional en torno al Sáhara a favor de Marruecos. 

Marruecos y Argelia

Argelia y el Polisario tratan de causar una guerra  

Durante los últimos doce meses, el Polisario y Argelia han movido cielo y tierra para crear una guerra en la región y empujar al Consejo de Seguridad a intervenir allí. Han multiplicado los comunicados de prensa hablando de la existencia de una guerra entre Marruecos y el frente separatista, dando a entender que la situación podría empeorar si la ONU no cumple con su promesa de organizar un referéndum que permita a los saharauis ejercer su derecho. a la autodeterminación. 

Todas estas gesticulaciones, de Argelia y el Polisario y su discurso beligerante pretendían obtener tres objetivos:  

Primero, que el Consejo de Seguridad hable de los hechos del 13 de noviembre, que condene a Marruecos y le exija restablecer el statu quo que imperaba antes de esa fecha. Por tanto, Argelia procuraba a toda costa evitar que el Consejo de Seguridad ratifique tácitamente la soberanía marroquí sobre Guerguerat. 

Segundo objetivo: lograr que el Consejo de Seguridad reconsidere su posición sobre la preponderancia o la necesidad de una solución política realista basada en el compromiso; que reintroduzca un reajuste del mandato de la MINURSO de modo que vuelva a poner sobre la mesa la opción del referéndum y que ya no se mencione ni se considere a Argelia como parte en el conflicto. 

Tercer objetivo, y no menos importante: reducir la duración del mandato de la MINURSO a seis meses en lugar de un año, como fue el caso entre 2017 y 2018. Para Argel, urge más que nunca presionar más a Marruecos y forzarlo a hacer posibles concesiones susceptibles de consolidar su posición apoyada por Argelia y el Frente Polisario. En otras palabras, en un contexto marcado en gran parte por una serie de victorias diplomáticas de Marruecos, Argel cree que es imperativo poner a Rabat a la defensiva. 

Sáhara

El Consejo de Seguridad da el capítulo de Guerguerat por cerrado  

Para disgusto del régimen argelino, al Consejo de Seguridad no parece hacer caso de las intentonas de Argelia de influir en el proceso político ni toma en serio sus acusaciones infundades en contra de Marruecos. El hecho de que Guerguerat ni siquiera esté mencionada en la última resolución consolida aún más los recientes avances diplomáticos de Marruecos. El lenguaje contenido en la nueva resolución muestra claramente que, para el Consejo de Seguridad, el capítulo de Guerguerat está cerrado y que este territorio que anteriormente formaba parte de las zonas de amortiguamiento ahora está bajo la soberanía marroquí. 

Esto significa que la nueva resolución es un nuevo desaire para Argelia. Porque además de cerrar el capítulo de Guerguerat, el Consejo de Seguridad le ha dicho de una forma que no podría ser más clara que el realismo y el compromiso político -curiosamente la posición marroquí desde el famoso Plan de Autonomía de 2007- es la única forma de zanjar esta disputa territorial. 

Además, al igual que las resoluciones aprobadas desde octubre de 2018, el Consejo de Seguridad mantiene el mismo formato de mesas redondas iniciadas en diciembre de 2018 y considera a Argelia como parte integrante del conflicto y no como observador. Este hecho es de suma importancia política en la medida en que el Consejo de Seguridad considera que Argelia debe participar, al igual que Marruecos, Mauritania y el Frente Polisario, en todas las negociaciones encaminadas a encontrar una solución política, realista, practicable y basada en el compromiso, de conformidad con las resoluciones del Consejo de Seguridad.  

Staffan de Mistura, ONU

Énfasis sobre el compromiso y el realismo  

El lenguaje adoptado por el Consejo de Seguridad desde hace más de dos años corresponde a la posición firme de Marruecos, que en repetidas ocasiones ha pedido a la ONU que reconozca el papel de primer orden que juega Argelia en el conflicto, así como su responsabilidad en la búsqueda de una solución política, consensuada que preservara la estabilidad regional. 

El sumo énfasis en el pragmatismo y realismo político es el otro aspecto significativo de la nueva resolución. Por lo tanto, con la resolución 2602, asistimos a una especie de continuidad con respecto al cambio de paradigma que ha experimentado la diplomacia de la ONU sobre la cuestión del Sáhara durante al menos quince años: el reconocimiento de la imposibilidad --incluso de la ilusión-- de un referéndum de autodeterminación. 

Mas aún, desde la adopción de la resolución 2414 en abril de 2018, el Consejo de Seguridad solo ha vendo enfatizando la preponderancia o la necesidad de entablar negociaciones políticas basadas en el compromiso y el realismo. El término “compromiso” está mencionado tres veces en esta resolución, cuatro veces en la resolución 2440 y luego cinco veces, respectivamente, en las resoluciones 2468, 2494, 2548 y 2602. 

Para medir el alcance político del nuevo lenguaje de la ONU sobre el Sáhara, debe compararse con resoluciones anteriores, en particular las adoptadas entre abril de 2007 y abril de 2017. Durante este período, con la excepción de las resoluciones 1754 y 1783 que no hacen uso del término compromiso político, la necesidad de que las partes se guíen por un “espíritu de compromiso” fue mencionada sólo una vez en cada una de las otras resoluciones. 

Lo mismo ocurre con el término "realismo". Este término no apareció en las resoluciones 1754 y 1783 adoptadas en 2007. De hecho, fue mencionado sólo una vez en cada una de las resoluciones adoptadas entre abril de 2008 y octubre de 2018. 

Sin embargo, la situación cambiará considerablemente con la adopción de la resolución 2440, que menciona la necesidad de que las partes sean guiadas por un espíritu de "realismo" dos veces. Y desde la adopción de la resolución 2464, este principio has sido mencionado tres veces en cada una de las resoluciones, incluida la resolución 2602. 

Esto es tanto más relevante para cualquier análisis del conflicto del Sáhara, cuando conocemos la importancia de cada palabra -verbo, adverbio o adjetivo- en las resoluciones del Consejo de Seguridad o de los demás órganos de la ONU. Y es que las delegaciones de los Estados miembros a veces se toman un día entero para elegir una palabra, un verbo u otro. Por lo tanto, al hacer hincapié en la necesidad de un "espíritu de compromiso" para una alcanzar "solución viable" al conflicto del Sáhara, el Consejo de Seguridad ha dado una vez más al traste con todas las demandas de Argelia y el Polisario sobre la organización de un referéndum de autodeterminación. 

La mayor moraleja que puede sacarse de todas las resoluciones aprobadas desde 2007 es que una solución al conflicto del Sáhara no debe producir ni un ganador ni un perdedor, sino que debe basarse en el compromiso político y un realismo guiado por la preocupación de poner fin a la tragedia de los miles de familias saharauis sin provocar más inestabilidad regional. 

Para Argelia, sin embargo, pulmón financiero, estratégico y logístico de los separatistas saharauis desde más de cuatro décadas, cualquier solución que no desemboque en la creación de un Estado independiente al sur de Marruecos constituye una derrota inaceptable.