Reconstrucción asimétrica

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, apareció de nuevo en la televisión para anunciarnos la nueva normalidad que, tras una transición prudente, nos tendrá en arresto domiciliario en nuestras casas hasta finales de junio. Todo ello, si las cuatro fases que ha diseñado su equipo de propaganda se van cumpliendo con el permiso de la COVID-19. La desescalada –que la RAE nos perdone- nos sitúa en un horizonte de libertad vigilada de otros sesenta y cinco días de incertidumbres por delante. Hablemos de julio para poder salir de la provincia.

Simón

A su manera

En su larga exposición mediática, el comandante en jefe del Mando Único, se mostró más seguro que anteriores comparecencias, pero siguió sin explicar por qué en España se han infectado casi 40.000 sanitarios, por qué seguimos en el ranking mundial de fallecimientos por cada millón de habitantes (más de 500), por qué no llegan las mascarillas, los guantes y los trajes de protección para los soldados de primera línea; por qué no se cuentan los muertos colaterales (unos 12.000 más). Estamos cerca de las 35.000 víctimas del virus chino. En el mejor de los casos, al final de la pandemia se habrán ido para siempre 40.000 seres humanos.

Tras la rectificación de la OCDE, -que nos situaba en el octavo país del mundo en la toma de test con los datos facilitados por La Moncloa- esta organización rectificó y nos puso en el sitio correcto: en el decimoséptimo. No sorprendió que Sánchez insistiera en el error–una mentira, un bulo inmenso- y se congratulara de estar por encima de Alemania. La verdad es la primera víctima de un gobierno que ha hecho del estado de alerta, un estado de excepción. Su hambre de masas, -“la opinión está conmigo”-  debe pensar con los datos cocinados por el CIS de Tezanos, le hace creer que la política siempre la hace y la vive a su manera.  

Parapetándose en la trinchera de los asesores y de los técnicos invisibles, el inquilino de La Moncloa toma las decisiones con su Nuevo Directorio (Iván Redondo y Miguel Ángel Oliver) como si no existiera un mañana. Así se desprende segundos después de que el líder de la oposición y los presidentes de las CCAA respondieran que “no conocían ninguna de las medidas de la hoja de ruta”. Eso sí, se considera el campeón del diálogo y de la transparencia para exigir el apoyo incondicional (la sumisión) a sus planes para sobrevivir en palacio. ¿Errores? Ninguno.

Pablo Casado

¿Súbditos o ciudadanos?

Las medidas tomadas por el gobierno social comunista no han quedado claras. El turismo y los bares están tocados de muerte. Si los hoteles no pueden ofrecer desayunos continentales y los bares deben reducir su espacio a un 30 por 100, no parece económicamente viable abrirlos. No podrán pagar ni la luz. ¿Cuántos industriales y pequeñas empresas no podrán abrir sus persianas?

Habló Sánchez de su mantra de unidad y solidaridad. Aquí y en la UE. Se refirió a los 100.000 millones de avales, cargando contra los bancos y anunciando ese Fondo de Bruselas por 1,3 trillones de euros. (La cifra barajada aún sin confirmar por la Comisión y el Consejo es de 1,5 billones de euros). La diferencia es sustancial e impropia de un doctor en derecho. Lo que avanzó meridianamente claro el comandante contra el coronavirus, fue que seguirá pidiendo en el Congreso autorización para prorrogar las veces que haga falta el estado de alarma.

Por tanto, habrá nuevos confinamientos para que él siga aprobando decretos leyes de dudosa constitucionalidad, mismamente, porque ninguna de esas medidas extraordinarias lleva el sello de urgencia. ¿Era urgente, digno y necesario aprovechar el estado de autoritarismo para incorporar a los secretos del CNI a Pablo Iglesias?  ¿Era urgente regular el futbol femenino a partir de 2022? ¿Era urgente introducir el desmantelamiento de la enseñanza especial para 38,000 familias con hijos que necesitan una enseñanza específica? ¿Y qué decir del traspaso del dinero de las clases pasivas de las arcas de Hacienda a las de la quebrada Seguridad Social?

Y, por último ¿era urgente con 24.000 muertos oficiales modificar la ley para que sean los fiscales –dependientes jerárquicamente del gobierno- los que instruyan las causas procesales, en vez de los jueces que solo dependen de su conciencia? Sin duda, es un paso más en el control del Poder Judicial en línea con los ataques directos del dirigente de Unidas Podemos (UP) desde la sede de Prensa del palacio de la Moncloa (no desde la sede del partido) El Ejecutivo del insomnio podría empezar a pensar en unificar sus partidos y pasar a llamarse la Unión Patriótica (UP) para alcanzar el próximo objetivo: la independencia de la Justicia.

Este nuevo confinamiento sabe y huele ya a represión premeditada. Mientras cumplimos a rajatabla el encierro, el Gobierno nos está cambiando el estatus de ciudadanos a súbditos. “Habrá que cambiar la Constitución”, enfatizó Pedro Sánchez pretextando la consolidación del Estado de Bienestar. Amordazada la verdad, el próximo paso será controlar a los disidentes o, por decirlo con otras palabras: reinterpretar las libertades. Incluso en Presidencia sopesan dar ayudas a la prensa por puntos en relación directa a la adhesión a la causa. En dos palabras: impresentable.

Palacio de Hielo de Madrid

Asalto al futuro

El coronavirus ha venido para quedarse durante largos meses. La crisis sanitaria todavía sin resolver y sin poder contar los muertos uno a uno tras “quedarse sin beso, muchos labios”, está dejando una lava de hambre, desesperanza y desempleo, que va a necesitar de otros cirujanos de enciclopédica incompetencia.

He aquí datos incuestionables: 21 millones de personas (somos 47 millones de españoles) dependemos a partir de hoy del Estado. (8,9 millones de pensionistas; 4,1 M de afectados por el ERTE, 3,7 M de parados, 3,2 M de funcionarios, 919.173 autónomos. La nómina del Estado se dispara hasta los 25.000 millones. En resumen: la renta mensual del 44% de los españoles depende ya parcial o totalmente de Hacienda. La Encuesta de Población Activa (EPA) del Primer Trimestre sitúa la tasa de paro en el 14,41%.

Y un dato escalofriante: 1,073 M de familias no perciben ningún ingreso. Hablamos de hambre, como lo certifica el Banco de Alimentos. A principios de mayo, habremos superado, desgraciadamente, el 30% de desempleados. El paro registrado del 2 de mayo será más trágico que la invasión napoleónica.

Ante este atardecer desesperado -el coronavirus se ha vengado con los mayores y el desempleo castiga sin piedad a nuestros jóvenes- el Gobierno sigue sin compartir ni una llamada de teléfono con la oposición constitucional. Sánchez se ha uncido a Iglesias y sigue subido a lomos de la prepotencia -él lo confunde con humildad- reclamando lealtad a los constitucionalistas para que apoyen el carro del Pacto por la Reconstrucción sin tender la mano a los únicos partidos que creen en España. Presentaron la propuesta de una Comisión Parlamentaria por separado (PSOE y UP) sin tomar en consideración ni una sola de las decenas de propuestas de populares, centristas y voxeros.

Abandonados por los separatistas -los compañeros de viaje que le llevaron en volandas dos veces a La Moncloa-, el Gobierno sigue desafiante para asaltar los cielos y plantea, entre otras medidas, un nuevo impuesto a los ricos, a las empresas y a las clases medias, lo que implicará en este tiempo de sufrimiento, más recesión, más paro y más hambre. El gobierno ha asumido el monopolio del patriotismo progresista para echar todas las culpas del coronavirus y de los Pactos por la Reconstrucción (inasumibles de momento) al PP, a la Patronal y, cómo no, a Franco. Por fachas y antipatriotas.

Este Directorio Civil estudia controlar los movimientos ciudadanos por una aplicación telefónica (geolocalización) con posibilidades reales de grabar las conversaciones privadas mientras lanza globos sonda sobre más nacionalizaciones. Es un asalto a la intimidad más grave que la propia crisis sicológica, social y económica.

El nuevo comienzo

La nueva normalidad es una variante del “nuevo comienzo” de Nicolás Maduro, lanzada el pasado año, para anestesiar a los venezolanos prometiendo una nueva era regeneracionista, multiplicando salarios por la noche mientras la inflación los llevaba a la miseria al amanecer.
Volver a la nueva normalidad significa sacrificios para todos, empezando por reducir el Gobierno, las Administraciones Públicas y los políticos. La Mesa del Congreso ha rechazado que Ana Pastor, exministra de Sanidad y extitular de la Cámara Baja, presida el Pacto por la Reconstrucción. Tampoco esta vez los grupos parlamentarios que forman parte del gobierno han presentado un borrador de trabajo. Todo por escrito, con luz y taquígrafos. Sánchez no es de fiar.

Previamente, urge un Plan de choque para resolver el drama de 9 millones de españoles que quieren trabajar y no pueden. Como apunta Cayetana Álvarez de Toledo, “la reconstrucción de España por el trolavirus no puede hacerse a costa de las libertades”. Será una reconstrucción asimétrica. Desigual. A Pedro Sánchez se le han otorgado poderes excepcionales para que salve vidas y haciendas, no para que nos lleve a la antesala del infierno ni a un cambio de régimen, cual César visionario. Si no baja del pedestal -lo veo subido en un caballo durante el próximo siglo, o, quizás, en el Falcon 900B-, nos arrastrará a todos a la miseria hasta los nuevos locos años 30.

Con tanto hambre de masas del presidente y del vicepresidente segundo, la renta mínima vital nos hará más dependientes, el aprobado general, más ignorantes, la subvención de las televisiones afines al régimen, más manipulables, con la ocultación del dolor colectivo, insensibles; con el confinamiento, más esclavos, con los Decretos Ley, liliputienses ante el poder y con la utilización del BOE, impotentes ante la erosión del Estado de Derecho y de las Libertades. Pura ingeniería social.

Aunque no haya luto oficial, sugiero una placa en la Puerta del Sol para recodar su memoria. Como a los héroes del 2 de mayo de 1808 y a las víctimas del 11 de marzo de 2004. Ni un paso atrás. La Constitución es nuestra filosofía de vida y de solidaridad. Los demócratas constitucionalistas no nos rendiremos.

Y al final, las cerezas se quedarán sin recoger esta primavera porque hasta los parados le dan la espalda al campo. La nueva normalidad viene cargada de incertidumbres. 

Antonio Regalado dirige el blog Bahía de Ítaca
 

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