Opinión

Recuperar la agenda exterior

photo_camera Unión Europea

La COVID-19 ha paralizado durante mucho tiempo la actividad de la mayoría de los países, desde el punto de vista económico, comercial, social y de relaciones exteriores. Las reuniones telemáticas han significado un remedio de urgencia para salir del paso, pero no han sido suficientes para afrontar con eficacia la resolución de los conflictos. Resulta imprescindible la presencia física, mirarse a los ojos, captar la química y los estados de ánimo a la hora de evaluar la veracidad de las propuestas bordeando siempre los intereses propios.

Ocurrió con el Plan de Reconstrucción de la Unión Europea que exigió varios días de negociaciones cara a cara de los líderes comunitarios. La UE salvó su existencia porque una nueva inacción como la que protagonizó durante la crisis financiera y de empleo de 2008 hubiera significado una sentencia de muerte por parte de unos ciudadanos que necesitan confirmar que sus instituciones sirven para solucionar sus problemas.

Es cierto que ahora toca poner en marcha la aplicación de las medidas acordadas, presentar los proyectos y actuar de una manera coordinada recuperando también la agenda exterior. Por ejemplo, las fronteras de cada país sujetas al movimiento de personas y no solo de mercancías deben coordinarse porque una industria como la del turismo, vital para las economías y empleo en la UE, pueda iniciar realmente la recuperación.

Es cierto que la gestión de la pandemia de cada gobierno entre sus ciudadanos condiciona muchas decisiones a nivel europeo e internacional. Pero, lo que queda claro es que la recuperación de la grave crisis que sufrimos, incrementada por la nueva ola del virus, necesita de la colaboración internacional.

Por eso es imprescindible que el coronavirus no atenace la acción exterior de la Unión Europea en conflictos como el de Libia, en actitudes agresivas y expansionistas como la del presidente turco Erdogan, las necesidades de todo tipo de África que alberga además la amenaza terrorista en el Sahel, el giro geoestratégico en Oriente Medio con las relaciones diplomáticas de Emiratos Árabes Unidos y Bahréin con Israel y las oscuras perspectivas para muchos países de América Latina.

Todo con el condicionante del resultado electoral en Estados Unidos y sus relaciones con China en la pugna por la hegemonía mundial y la recuperación de Rusia en muchos frentes. La crisis del coronavirus y sus demoledores efectos económicos y de desempleo nos obligan a seguir adelante con la internacionalización de España y de sus empresas con especial atención a nuestros vecinos de África, que como dijo Cristina Gallach, secretaria de Estado de Exteriores, en la presentación del informe África de la Fundación Alternativas, tienen que estar mucho más en la agenda española.