Opinión

Resolución UE-Marruecos: desatino europeo e intereses ocultos

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Aún resuenan los ecos de la resolución aprobada hace unos días en la Eurocámara contra Marruecos en la que, entre otras cosas, se instaba a "respetar la libertad de expresión y prensa”. Una resolución no vinculante y que no supone que la UE deba hacer nada concreto, pero que esconde un extraño tufillo ciertamente sospechoso y que bien podría acarrear consecuencias inesperadas para la UE.


Lo cierto es que no es muy usual que la Eurocámara impulse este tipo de controversias hacia Marruecos, especialmente debido a las relaciones estratégicas que la UE mantiene con el reino alauí, de ahí lo extraño e inusual. Aunque esta vez se ha producido en un contexto particular: el escándalo de corrupción en la Eurocámara por el llamado Qatargate.


Dicha resolución tuvo una rápida respuesta por parte de las instituciones marroquíes. En primer lugar, desde el Consejo Supremo marroquí del Poder Judicial, el Consejo de la Comunidad Marroquí en el Extranjero, o el Consejo Nacional de la Prensa. Y finalmente, como era de esperar del propio parlamento marroquí, desde donde se declaró que “condenamos enérgicamente los intentos hostiles de dañar los intereses, la imagen de Marruecos y las relaciones de larga data entre Marruecos y la Unión Europea”. Incluso el parlamento árabe expresó su malestar, tachando de “injerencia flagrante continua” la actitud del Parlamento Europeo en los asuntos internos de Marruecos.


Durante la sesión del parlamento marroquí, se escucharon expresiones como “neocolonialismo” o “complejo de superioridad”, y donde los propios parlamentarios hicieron alusión a la doble moral de los europarlamentarios, recordando como desde Bruselas no se condenan otro tipo de abusos de derechos humanos, como por ejemplo los que sufren los refugiados en Tinduf por parte del Frente Polisario. Finalmente, como era de esperar, desde el parlamento marroquí se tomó la decisión de "reconsiderar las relaciones con el Parlamento Europeo sometiéndolas a una reevaluación global con vistas a tomar decisiones firmes y apropiadas".


Llegados a este punto no estaría de más recordarle a Europa que, antes de dar lecciones desde el mal llamado primer mundo, con un cierto complejo de superioridad y arrogancia, debería mirar más a menudo hacia su patio trasero. Así a vuela pluma, podemos recordar la reciente Resolución del Parlamento Europeo de 15 de septiembre de 2022, que hablaba de la existencia de un riesgo claro de violación grave por parte de Hungría de los valores en los que se fundamenta la Unión, especialmente en materia de derechos humanos. O el fallo del Tribunal de Justicia de la Unión Europea contra Polonia por socavar su independencia judicial y la separación de poderes. Algo de lo que por cierto en España tampoco podemos presumir mucho.


El Eurodiputado socialista y Presidente de la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior de la UE, Juan Fernando López Aguilar, también puso el foco en lo sospechoso de esta resolución. Primeramente, se mantuvo firme en su respaldo al vínculo con el Reino de Marruecos, al que se refería diciendo que "solo puede construirse desde el respeto mutuo, tragando sapos si hace falta", al tiempo que rechazaba la decisión de la Eurocámara.


Pero luego acusó a los impulsores de dicha resolución afirmando haber oído recientemente "discursos flamígeros y muy ofensivos contra Marruecos" en las instituciones europeas. Contra Marruecos y todo su entramado institucional, desde su sistema político y judicial hasta su monarquía. "Es insensato que cualquier persona con responsabilidad de Gobierno pueda usar un lenguaje semejante ¿Aceptarían ver en televisión intervenciones despiadadas contra España en el extranjero? ¿No pensarían que algo huele a cuerno quemado?".


Esta última afirmación de López Aguilar coincide con lo que planteaba al principio de este artículo. Ese extraño tufo a que hay algo más detrás de todo esto más allá del aparente Qatargate. En este asunto el Parlamento Europeo es sólo un instrumento, y el papel de Francia y sus relaciones con Argelia son evidentes en esa instrumentalización. Una verdadera guerra de influencias donde parece que todo vale. Detrás de esta moción, aparte de la izquierda europea, está el Eurogrupo parlamentario de centro-liberal ‘Renovar Europa’ y del ‘Grupo de Los Verdes/Alianza Libre Europea’.

En cuanto a los primeros, es un grupo con gran influencia francesa, donde más de una cuarta parte de sus componentes son diputados galos (la mayoría concretamente del partido Renaissance, al que pertenece el presidente Macron). Con respecto a los segundos, cuentan entre sus miembros con dos eurodiputadas francesas de origen argelino, Karima Delli y Salima Yenbou, tradicionales azotes de Marruecos en Bruselas, con habituales condenas en sus intervenciones europarlamentarias.


Las cuentas pendientes con Marruecos del presidente Macron al hilo del tema Pegasus, el no apoyo explícito en la guerra de Ucrania, o el progresivo alejamiento de la esfera francesa en favor del bloque que conforman Estados Unidos e Israel podrían ser, entre otras, algunas de las causas de este desatino. Y si esas cuentas pendientes pueden ajustarse subrepticiamente, usando de pantalla a la UE sin tener que dar la cara, la jugada es perfecta. También el propio acercamiento de Argelia a Francia, al calor del debilitamiento de su tradicional aliado Rusia a cuenta de su mediocre desempeño en Ucrania, con el consiguiente intento de aproximación argelina a occidente. O viceversa, en razón al constante incremento del gasto en defensa de Argelia y los intereses económicos que ello conlleva.

Ese ‘viceversa’ no es una afirmación gratuita, fue el propio Emmanuel Macron el que dijo recientemente sobre las relaciones franco-argelinas que "Francia no puede pensar en sí misma sin Argelia y viceversa". Si este acercamiento pasa por intentar debilitar al incomodo vecino marroquí a los ojos de Europa con el apoyo francés, los argelinos estarán encantados. Pero el error de cálculo minando las importantísimas relaciones de la UE con Marruecos, vecino y socio estratégico para España y Europa, es gravísimo a todos los niveles. Y en esto, la torpeza del Eurogrupo sacando adelante esta innecesaria resolución no tiene parangón. Veremos las consecuencias.