Sahel: la gran preocupación

Fuerzas de seguridad en el Sahel

Hace tiempo que el Sahel, el inmenso territorio que une el Océano Atlántico y el mar Rojo, es una de las grandes preocupaciones geoestratégicas para Europa. Pero pasan los meses y los años, el peligro aumenta, y el problema contemplado desde Europa se va dejando. El Sahel es una región abandonada a sus perspectivas de desolación y violencia sin que nadie se preocupe de sus setenta y cinco millones de habitantes viviendo en el caos y, en su mayor parte, también en la miseria.

Los doce países africanos que comparten su soberanía sufren la debilidad de sus economías unida a frecuentes conflictos internos que les vuelve incapaces de atender a los habitantes sahelianos que incluyen sus fronteras, en algunos casos mal definidas. Los servicios oficiales básicos no llegan a una gran parte de los poblados. El acceso no es fácil y el calor insoportable. Y quizás, lo peor, es la inseguridad.

A las bandas de forajidos tradicionales galopando a caballo de pueblo en pueblo a la captura de botín, se juntan los terroristas yihadistas que cada vez proliferan más. Existen en la práctica totalidad del territorio. Unos, quizás los más numerosos, pertenecen a Daesh y otros a Al Qaeda. Pero existen otros menos conocidos, unidos por el mismo fanatismo que asaltan los poblados e imponen su autoridad.

Los países más afectados son Nigeria y Chad, donde Boko Haram tiene el dominio; Burkina Faso, donde se han producido las últimas matanzas; y especialmente Mali, que conserva su precaria independencia gracias a la ayuda militar francesa y apoyo de otros países como España, que asume el transporte aéreo de tropas y material. La presión yihadista sobre Bamako, la capital, es constante y ya estuvo a punto de caer en sus manos. Alemania acaba de anunciar que enviará 450 militares más.

Los problemas que se acumulan en el Sahel empiezan por la pobreza. Cinco de los países que tienen parte en el territorio del Sahel están entre los más pobres del mundo. El cambio climático ha agravado la frágil economía de los hogares: el agua escasea hasta para consumo doméstico. Algunos tienen que ir a buscarla a muchos kilómetros. Y sin lluvia y calor las cosechas se angostan y los animales se mueren. Esta situación propicia frecuentes enfrentamientos armados entre las tribus.

Las ayudas extranjeras parecen elevadas, pero divididas entre tantos países y un territorio tan extenso apenas cubren pequeñas necesidades. Una buen aparte de la población es trashumante y se mueve continuamente en busca de mejores condiciones de vida. Esos movimientos, en que a veces cambian de país a través de fronteras incontrolables, complican hacer un censo.

Mientras tanto, la población aumenta como en ningún otro lugar del Planeta. Cada mujer tiene como promedio más de siete hijos. Los doce países sahelianos están, salvo alguna excepción como Argelia y su gas, sin recursos para fomentar el desarrollo necesario. La inversión extranjera no muestra interés alguno y más en la situación de inseguridad creciente que existe. Allí han encontrado refugio seguro los terroristas bien armados con los arsenales libios que tienen el ambiente más propicio para conseguir adeptos.

El Sahel es actualmente la zona más complicada y la que más preocupación política y social, despierta en Europa. Para países como España -y concretamente para las islas Canarias- e Italia es un peligro que solo algunos estrategas valoran. Un peligro que empieza con las avalanchas de emigración descontrolada y concluye con los riesgos de la proximidad de las organizaciones terroristas que tienen a Europa entre sus objetivos.     
 

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