Túnez, salir del círculo vicioso

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El país magrebí "tiene la fuerza y los ingredientes para redinamizar su economía y convertirse en un ‘tigre del Mediterráneo’, sin embargo, este potencial nunca parece materializarse", concluye el experto en esta tribuna.

Los últimos acontecimientos en Túnez han mostrado la ceguera y las luchas internas de la clase política frente a un pueblo cada vez más impaciente, revelando un golpe a la naciente democracia; una crisis que continúa de manera más compleja, ante la falta de claridad y de visión, la ambigüedad del escenario y la incapacidad de los partidos políticos.

Con un estancamiento económico que parece insoluble y unas críticas internacionales cada vez más duras, el presidente tunecino Kaïs Saïed se enfrenta a una situación compleja con las arcas del Estado que se están vaciando y su poder cuestionado, Túnez necesita un Gobierno creíble y eficiente, no solo un ente para recaudar ayuda internacional.

La búsqueda del consenso y la negociación en los últimos años han permitido al país abrir los caminos hacia una democracia parlamentaria sin caer en el caos o la violencia. Las transiciones políticas son difíciles, requieren su tiempo. Este proceso necesita también un consenso para impulsar un plan de rescate económico para satisfacer las aspiraciones de los tunecinos, sobre todo los jóvenes, y la transparencia en la administración del Estado.

El aumento de la desigualdad es una fuente continua de malestar, 11 años después de la revolución, las regiones costeras siguen beneficiándose de una mejor infraestructura y de las economías diversificadas, mientras que las comunidades del interior luchan con altos índices de pobreza, con niveles más bajos de educación y, en algunos casos, la dificultad de acceso a las necesidades básicas como el agua, la sanidad, las carreteras y la energía.

Desaceleración económica

La economía de Túnez ha experimentado una fuerte desaceleración entrando en varios periodos de recesión debido a una serie de factores que amplían su vulnerabilidad a los actores internos y externos que podrían frustrar el proceso democrático. Este contexto genera una situación política interna compleja: la caída de la inversión, de las exportaciones, especialmente a la Unión Europea, su principal socio comercial, de la producción de sus sectores no manufactureros y de los ingresos por turismo.

Como consecuencia, esto ha aumentado la tasa de desempleo y ha afectado directamente su recuperación. El turismo es su principal industria, aportando el 10% del PIB y el 15% de empleos, de manera que el golpe a este sector daña la estabilidad política y económica.

El modelo económico actual ha llevado a una baja inversión, una baja productividad y un bajo valor añadido. Hay una necesidad urgente de llevar a cabo una reforma fundamental en todos los sectores de la economía; sobre todo, de las leyes bancarias y de inversión. La economía ha experimentado una fuerte caída desde 2011, y sólo ha conseguido crecer algunos años un 3%, muy por debajo del 7% necesario para proporcionar puestos de trabajo y mejores niveles de vida.

Paradoja económica

Túnez presenta una paradoja económica. Tiene la fuerza y los ingredientes para redinamizar su economía y convertirse en un "tigre del Mediterráneo", sin embargo, este potencial nunca parece materializarse. Dispone de una fuerza de trabajo bien formada, situada entre el Mediterráneo y el Sáhara, actúa como un enlace de negocios para Europa y África. 

El país tiene apertura económica, turismo y fuentes energéticas, factores importantes para conseguir atraer la inversión, pero tendrá que apostar por un sistema que proteja la economía y que dé garantías a los inversores, eliminando restricciones y trámites burocráticos, una situación muy relacionada con la anterior etapa de corrupción. 

El éxito económico es vital para el progreso político y su futuro. Túnez debe reintegrar a los jóvenes desilusionados en la vida económica y política. Consolidar su apuesta por la modernización, la educación, los derechos de la mujer, y el papel de los agentes sociales, y demostrar que es posible cambiar por las urnas sin caer en la trampa de golpes, una vuelta de la dictadura o el despotismo. 

Es urgente reforzar la democracia, la paz, la seguridad y el desarrollo. La voluntad y el arduo trabajo de los tunecinos conseguirá transformar el país en un modelo a seguir, pero la carrera será larga.

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