Opinión

Vacunas para todos

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Ómicron se ha convertido en la mayor amenaza para la estabilidad internacional, aunque los expertos explican que su carga viral es menor y causa menos daños. Pero la rapidez y la facilidad de transmisión está poniendo en jaque a todo el mundo. En Europa, Francia, Italia, Países Bajos, Reino Unido sufren récords de contagios diarios. En España, este lunes conoceremos datos muy preocupantes de la expansión de la sexta ola de un virus que llevan condicionando la vida de millones de personas en todo el mundo y golpeando duramente a la economía y al empleo. El dato que se conocía este domingo era estremecedor: 5.000 vuelos se habían cancelado en el mundo en los días de Nochebuena y Navidad afectando a miles de personas que no han podido trasladarse como era su deseo o necesidad.

El cierre de comercios, del ocio nocturno, de la hostelería es la solución más recurrente en los diferentes países, pero hay que señalar que esos sectores pagan los platos rotos de una situación mal planificada y donde demasiados dirigentes políticos han pecado de exceso de triunfalismo rebajando las medidas de seguridad. Y donde los ciudadanos debemos exigirnos un esfuerzo de responsabilidad personal y colectiva a la hora de afrontar la lucha contra el virus.

Resulta de enorme dificultad compaginar las medidas necesarias para afrontar la nueva variante ómicron con la realidad imperiosa de no cerrar la economía para no destruir empleos. La pandemia dura ya dos años, pensábamos que la victoria estaba al alcance de la mano y, de repente, ha surgido una nueva variante del virus que nos recuerda con toda la cruda realidad que mientras no esté vacunado todo el mundo, es decir al menos el 85% de todos los habitantes de este bendito planeta llamado Tierra, no estaremos en disposición de pensar que, al menos, el coronavirus ha pasado a formar parte de nuestras vidas, como el virus de la Gripe, y que tenemos los medios necesarios para mantenerlo bajo control.

Las vacunas siguen siendo la solución, pero siempre que la mayor parte de la población de todos los países, sean europeos, americanos, africanos, asiáticos o de Oceanía sean vacunados. Logísticamente es complicado, tiene costes elevados, sin duda, pero el daño que provoca que surjan nuevas variantes es muchísimo más elevado en vidas humanas, secuelas físicas, mentales, psicosis con los test y en las economías y el empleo de todos los países. Y algo que ya ha surgido, en la confianza de los ciudadanos, y en la credibilidad de quienes deben tomar decisiones. No solo los negacionistas deben ser convencidos de la necesidad de vacunarse, sino que todos, en nuestra vida diaria debemos mantener muy alto el respeto al virus.