Zamparse el planeta a dos carrillos

Earth

Desde el 22 de agosto la Tierra vive a crédito. Ese día marca el momento del año en que los 7.700 millones de personas que pueblan el planeta han agotado todos los recursos que se producen en un año. Así pues, hasta el 31 de diciembre todo lo que se gaste o se consuma supone en términos reales acelerar un poco más la desaparición de las reservas y su menguante renovación. Es el día conocido como el de la sobrecapacidad (Overshoot Day), que marca desde 1970 el momento en que cada año el ser humano se ha comido literalmente los recursos alimentarios, energéticos y ecológicos que la Tierra es capaz de producir o renovar. Lo mide Global Footprint Network (GFN), el instituto de investigación internacional de California, que utiliza para ello una lista de 15.000 datos establecida por Naciones Unidas. 

Desde 1970, la fecha anual en que la humanidad agota los recursos no ha hecho más que avanzar, con la sola excepción precisamente de este 2020, en que el confinamiento general a causa de la pandemia del coronavirus ha dado un respiro a la madre naturaleza. En efecto, tanto el año 2018 como el 2019 el overshoot day fue el 29 de julio. Ello demostraría que solo la adopción de medidas drásticas universales puede detener e incluso revertir la tendencia a destruir las capacidades de nuestro planeta. Bien es verdad que el confinamiento no fue una medida voluntaria, tomada en beneficio de la Tierra, sino impuesta como el medio más eficaz de paliar el incontenible avance del virus COVID-19. Como afirma el presidente del GFN, Mathis Wackernagel, “si no se acompaña ahora de un cambio sistémico de nuestros modos de producir y consumir no servirá de nada”.

Desde la instauración de este calendario en 1970 el balance de cada día de la sobrecapacidad marca diversos periodos de aceleración, coincidiendo los más dramáticos con aquellos en que se fue imponiendo la costumbre del usar y tirar. Así, entre 1971 y 1995 el deterioro del planeta fue avanzando hasta marcar el 4 de octubre en 1995 como la fecha del agotamiento anual. Desde entonces la producción y consumo masivos, con su correspondiente generación de verdaderas cordilleras de basura no reciclada, ha disparado la contaminación, el calentamiento global, la desaparición del permafrost y de numerosos glaciares. La humanidad agoto sus recursos el 23 de septiembre en el año 2000, el 25 de agosto en 2005 y el 5 de agosto en 2015, para dispararse después hasta el citado 29 de julio en 2019. El retroceso de este año señala por lo tanto que no es imposible hacer cambios importantes y rápidos para revertir el impacto en la huella ecológica. Porque, de seguir por la senda actual, el  GFN advierte de que sería necesario el equivalente a seis planetas Tierra para colmar nuestras necesidades de beber, comer, calentarnos o desplazarnos. 

Los más despilfarradores

No todos los humanos contribuyen en igual medida a que al planeta se le rompan las costuras. En una simulación, recogida por el diario Le Monde, se establece una clasificación de los mayores consumidores de recursos. El cuadro coloca a Qatar a la cabeza, de manera que si los 7.700 millones de seres humanos pudieran y quisieran adoptar su modo de vida haría falta el equivalente a 8,9 planetas Tierra cada año, seguido de Luxemburgo, que precisaría de 7,9 Tierras. El modo de vida americano trasladado a todo el mundo necesitaría 5 mientras que si todos viviéramos conforme a los modos, usos y costumbres de India sólo sería preciso el 0,3, o sea la Tierra tendría un superávit de dos tercios. 

El GFN muestra su pesimismo respecto de que las lecciones positivas extraídas por el confinamiento –fuerte descenso del dióxido de carbono en la atmósfera, ríos y mares más limpios, recuperación por la fauna de parte de sus territorios perdidos-, no cuajen en medidas globales. China, por ejemplo, desde que empezó a atenuar sus drásticas medidas de confinamiento en marzo ha vuelto a los niveles de emisiones de contaminación industrial previos a la pandemia. Una tendencia que se teme se produzca en el resto de Asia. En América y África los enormes incendios de la Amazonia y la franja entre el ecuador y los trópicos aumenta la devastación, la desertificación y la erosión del planeta, cuyas aguas marinas y dulces presentan cada vez mayores índices de contaminación por plásticos y metales, con ejemplos contundentes en los océanos Atlántico y Pacífico, o a escala más pequeña en el Mar Menor, antaño joya cristalina de la costa levantina española, hoy convertido en una laguna muerta. 

El Global Footprint Network ofrece a los gobiernos una prospectiva más optimista. Si hubiera acuerdo para reducir en un 50% los gases de efecto invernadero, el overshoot day retrocedería nada menos que en 93 días. Y si en ese mismo 50% se redujera el despilfarro alimentario se ganarían otros 13 días más. Y el dato definitivo, si la humanidad fuera capaz de ganar 5 días cada año hasta 2050, volveríamos a tener para entonces un planeta suficiente para, sin estresarse ni romperse, renovarse y aportarnos todo lo necesario para la vida.      
   

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