La COVID-19 frustra los sueños de los miles de personas que pertenecen a la new urban middle class africana

¿Cómo afecta la pandemia del coronavirus a la clase media africana?

REUTERS/THOMAS MUKOYA - Línea de ferrocarril mientras se acerca un tren de cercanías, en medio de la propagación de la COVID-19, en los barrios bajos de Kibera, en Nairobi, Kenia, el 6 de julio de 2020

La revolución demográfica que azotó a África durante la segunda década del siglo XXI favoreció la aparición de la denominada new urban middle class. Durante aquellos años, algunas de las principales instituciones internacionales como el Banco Mundial, incidieron en que la clase media se había triplicado a nivel global tan solo entre 1990 y 2015. En concreto, este sector de la población comenzó a crecer a un ritmo vertiginoso y creó el escenario perfecto para la aparición de determinados movimientos sociales que exigían regímenes más democráticos o acabar con la corrupción que caracteriza a muchas de estas naciones. Sin embargo, en 2020 esta situación cambió por completo. Los aires de cambio y esperanza que habían conquistado gran parte del continente durante los últimos años se han estancado por la aparición del coronavirus, un patógeno que ha cambiado el mundo tal y como lo conocíamos hasta ahora.  La pandemia que ha provocado la muerte de más de 12.000 personas en África y que ha infectado a alrededor de 522.2000 se ha llevado por delante las esperanzas de los miles y miles de personas que pertenecen a la clase media africana. 

Personas con máscaras faciales para protegerse contra el coronavirus, caminan por la calle en el centro de Johannesburgo, Sudáfrica, el lunes 11 de mayo de 2020

Las medidas decretadas para detener la propagación de este patógeno han obligado a decenas de personas a quedarse sin trabajo: desde taxistas hasta empresarios tecnológicos o aquellos que vivían del sector turístico.  Sin embargo, durante los últimos años estas personas han sido el principal motor económico del continente africano. Al aumentar su poder adquisitivo ha crecido también su capacidad para crear nuevas empresas y, a la vez, contratar nuevas personas. La economía africana ha crecido a un ritmo vertiginoso durante los últimos años y aunque la pobreza sigue siendo una lacra muy presente en este continente, África ha hecho y está haciendo todo lo posible para dejar atrás este gran problema. 

Según World Data Lab, una organización dedicada a la investigación y análisis de datos, hace una década, en países como Etiopía o Ghana, más de la mitad de la población vivía en la pobreza máxima. Aun así y a pesar de que la economía ha mejorado, las previsiones del Banco Mundial no son nada optimistas, ya que este organismo prevé que el 87 por ciento de la población más pobre del mundo viva en África Subsahariana en 2030, si el crecimiento económico sigue la misma trayectoria recorrida durante los últimos años. 

Una cajera del supermercado Spar en el suburbio Norwood de Johannesburgo, cuenta su dinero al final de su turno

En este sentido, distintas organizaciones internacionales han alertado de que “este colapso de la clase media podría tardar varios años en recuperarse”, de acuerdo con las declaraciones recogidas por el diario estadounidense The New York Times. El número de africanos pertenecientes a la clase media se ha triplicado en los últimos 30 años hasta alcanzar los 313 millones de personas, es decir, más del 34% de la población del continente, según un informe elaborado por el Banco Africano de Desarrollo (BAfD).  

El abandono de la cultura agrícola o el aumento del poder adquisitivo han creado el escenario perfecto para la aparición de una clase media más fuerte y empoderada. Este documento revela que, a lo largo de los decenios, las cifras han aumentado constantemente, pasando de aproximadamente 111 millones o el 26% de la población en 1980 a unos 151,4 millones (27%) en 1990. Esta cifra volvió a cambiar con el comienzo del actual siglo ya que la cifra de 2010 muestra un aumento significativo del 60% con respecto a la cifra de la década del 2000 que se refería al 27,2% de la población total. Entre los países con un mayor porcentaje de clase media se encuentran Túnez, Marruecos o Egipto; así como Gabón, Botswana, Namibia, Ghana, Cabo Verde, Kenia o Sudáfrica, entre otros. 

Hombres que usan una máscara facial para protegerse contra el coronavirus, pasan frente a un cartel publicitario en Soweto, Sudáfrica, el lunes 29 de junio de 2020

El desarrollo de la tecnología o la apuesta por el turismo favoreció la aparición y el posterior desarrollo de esta clase media que, en estos momentos, se enfrenta a una crisis sanitaria sin precedentes. Los Gobiernos africanos se han caracterizado por su capacidad para gestionar esta pandemia y así evitar colapsos en sus sistemas sanitarios. Además, la medida de edad en gran parte de las poblaciones africanas, en comparación con el envejecimiento que caracteriza a Europa, o el menor tráfico aéreo internacional han hecho que este patógeno se haya propagado a un ritmo más lento. No obstante, y dado que el continente tiene un largo historial en lo que a gestión de pandemias se refiere, las autoridades pertinentes supieron cómo actuar de cara a esta enfermedad. Aun así, esta pandemia, como han demostrado los últimos acontecimientos, ha afectado principalmente a la clase media africana, dependiente en muchas ocasiones, de trabajos relacionados con la tecnología o el turismo, que han tenido que parar su actividad por esta enfermedad. 

Compradores pasan por delante de una tienda Edgars en un centro comercial de Lenasia, al sur de Johannesburg

En el caso de Nigeria se suma además la crisis provocada por el colapso de los precios del petróleo. La nación de África occidental se enfrenta en estos momentos a unas altas tasas de desempleo y a una recesión que podría durar más de un año, según el Fondo Monetario Internacional. La sombra de la crisis del oro negro y la COVID-19 han llevado al continente africano y a gran parte de la comunidad internacional al borde del abismo. Tanto Angola como Nigeria dependen del crudo para sobrevivir. Ambos países el obtienen el 90 por ciento de los ingresos de exportación y más de dos tercios de los ingresos de petróleo a través de la venta de petróleo, de acuerdo con el FMI. 

Universidad de Lagos, en Lagos, el 20 de marzo de 2020. El gobierno nigeriano ha cerrado todas las escuelas federales del país, incluyendo universidades, colegios y escuelas secundarias como medida de precaución contra la propagación del coronavirus

Son malos tiempos también para el emprendimiento. El continente africano necesita ahora más que nunca personas dispuestas a investigar la industria y que quieran trazar un plan de diferenciación para sacar a África de la crisis económica, social y sanitaria en la que está sumida desde la aparición de este patógeno.  

La primera recesión en los últimos 25 años 
Centro comercial de Ciudad del Cabo (Sudáfrica)

La volatilidad provocada por la pandemia del coronavirus – una enfermedad que se está cobrando la vida de miles y miles de personas – ha afectado directamente a la clase media africana.  Este patógeno le costará a la región de África subsahariana entre 37.000 y 79.000 millones de dólares en pérdidas de producción solo en este 2020, lo que reducirá la productividad agrícola, debilitará las cadenas de suministro, aumentará las tensiones comerciales, limitará las perspectivas de empleo y exacerbará la incertidumbre política y normativa, de acuerdo con los últimos datos del Banco Mundial, quien prevé que en esta región se prevé que el crecimiento económico se contraiga del 2,4% en 2019 a entre el -2,1 y el -5,1% en 2020, lo que provocará la primera recesión de la región en 25 años.

El colapso de la actividad económica provocado por las medidas adoptadas para prevenir los contagios y la inestabilidad macroeconómica que caracteriza a este continente han puesto en peligro los trabajos de miles y miles de personas.  Así, el Banco Mundial pronostica que el crecimiento se debilité de manera drástica en las dos zonas con mayor desarrollo – la Unión Económica y Monetaria del África Occidental y la Comunidad del África Oriental- debido a “la debilidad de la demanda externa, las perturbaciones en las cadenas de suministro y la producción interna”, han aseverado. 

Fotografía de archivo de un centro comercial en construcción y puestos de mercado en el mercado Mercato de Addis Abeba el 18 de noviembre de 2015

Además, durante los últimos años el continente africano se convirtió en la segunda región donde más crecía la cifra de visitantes, un aumento que supieron aprovechar algunos países que, vieron en el turismo, una manera de transformar su modelo económico y mejorar su PIB.  No obstante, esta realidad se ha convertido en papel mojado tras la aparición del coronavirus. De acuerdo con esta institución económica, “el sector del turismo se contraerá debido a las graves perturbaciones que sufre actualmente esta área”. “Es probable que los países que dependen de la exportación de productos extractivos también sean los más afectados por la COVID-19, ya que el crecimiento disminuirá hasta siete puntos porcentuales en los países exportadores de petróleo y más de ocho puntos porcentuales en los exportadores de metales”, han alertado. 

Nigeria. Angola y Sudáfrica – las tres economías más potentes de la región – han sufrido en gran parte las consecuencias de esta pandemia.  Mientras tanto, alrededor de 640 millones de personas continúan viviendo sin electricidad en este continente, de las cuales 210 millones se encuentran en países frágiles o que sufren las consecuencias de la guerra.  “Los niveles de deuda pública y el riesgo de endeudamiento están aumentando, lo que podría poner en peligro la sostenibilidad de la deuda en algunos países”, ha señalado el Banco Mundial. 

Un vendedor ambulante sudafricano espera a los clientes en el municipio de Alexandra, en el telón de fondo de las Torres Sandton, uno de los principales y más prestigiosos centros comerciales de África, el 26 de agosto de 2014 en Johannesburgo (Sudáfrica)

Esta transformación se está produciendo al mismo tiempo que África se enfrenta a uno de los mayores retos del último siglo: un crecimiento demográfico excesivo. El aumento de la población ha provocado que muchos jóvenes no hayan podido incorporarse a la fuerza del trabajo.  Las estimaciones elaboradas por el BM advierten de que “esta fragilidad está costando al subcontinente medio punto porcentual de crecimiento al año”. “Las diferencias entre los géneros persisten e impiden que el continente alcance su pleno potencial de crecimiento e innovación”, apunta esta organización que ha alertado de que esta crisis ha llevado a más de 416 millones de africanos a vivir en la pobreza extrema. Mientras tanto, el coronavirus continúa propagándose en África llevándose por el camino los sueños de miles de familias que, durante los últimos años, han luchado por mejorar su calidad de vida. 

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