El diplomático español José Antonio Sabadell se convierte en el nuevo embajador de la UE en la nación norteafricana

¿Cuáles son los retos a los que se enfrenta el nuevo enviado especial de la UE en Libia?

photo_camera PHOTO/AFP - Un residente camina entre los escombros de un edificio que fue dañado cuando las fuerzas leales al hombre fuerte del este, bombardearon el barrio residencial de Znatah en la capital libia, Trípoli

El Alto Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, ha nombrado este martes al español José Antonio Sabadell nuevo jefe de la delegación de la UE en Libia, en sustitución al maltés Alan Bugeja. Sabadell es  actualmente director de planificación política del Ministerio de Asuntos Exteriores de España, aunque previamente había trabajado como embajador de la UE en Mauritania o como director de la división para el Norte de África, así como de jefe del Componente Civil y asesor político para el Equipo de Reconstrucción Provincial en Badghis (Afganistán). 

Uno de los principales objetivos de la UE es promover la paz y sus valores. Sin embargo, la paz se ha convertido en un espejismo en Libia, una nación que sufre las consecuencias del conflicto desde 2011, tras la muerte del dictador Muamar el Gadafi. El distanciamiento entre la UE y Turquía por su presencia en Libia o Siria o el futuro de la operación Irini son algunos de los retos a los que se enfrenta José Antonio Sabadell tras su nombramiento como delegado de la UE en la nación norteafricana. 

Evitar la fragmentación de la UE en el complejo escenario libio 

La UE ha intentado en reiteradas ocasiones acabar con la injerencia militar y política de potencias extranjeras en el polvorín libio. La nación norteafricana es víctima de una guerra de legitimación tanto política como religiosa; una guerra que ha acabado con la vida de miles y miles de personas y que ha llamado la atención de grandes potencias como Turquía o Rusia por sus yacimientos petrolíferos. Las autoridades del este lideradas por el general Jalifa Haftar controlan la mayor parte del país y desde abril de 2019 intentan extender su poder en las regiones que están aún en manos del Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA), presidido por Fayez Sarraj. 

Miembros de las fuerzas de seguridad afiliadas al Ministerio del Interior del Gobierno Libio de Acuerdo Nacional (GNA)

Haftar cuenta con el respaldo de Jordania, Arabia Saudí, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Sudán, Rusia y Francia; mientras que el Gobierno de Trípoli, respaldado por los Hermanos Musulmanes y reconocido internacionalmente por Naciones Unidas o Italia, recibe ayuda militar de Turquía y Qatar.  La UE se enfrenta en estos momentos al desafío de encontrar una postura común sobre la presencia de países como Italia o Francia en  el escenario libio. Durante las últimas semanas Francia se ha acercado a Rusia, mientras que Italia se ha alineado con Erdogan, mientras que Grecia advierte de que el comportamiento de Turquía podría ser un problema para el viejo continente. 

Reforzar la seguridad internacional y acabar con la “economía de guerra”

En este contexto además participan una serie de actores como las redes de crimen organizado o milicias armadas. Esta situación se recrudece por la porosidad de las fronteras y la inseguridad estructural presentes en la región. Todo ello ha favorecido la aparición de una economía de guerra de la que se benefician amplios sectores de la población, grupos de crimen organizado o redes de terrorismo. Además, en 2016 Libia se convirtió en el principal punto de concentración de personas con el objetivo de migrar a Europa a través de la ruta del Mediterráneo Central, huyendo de conflictos armados o crisis humanitarias, y buscando asilo y refugio. 

La pobreza e inseguridad alimentaria, el subdesarrollo o la corrupción son algunas de las amenazas que se han instalado a las puertas de Europa (en lo que se conoce como frontera avanzada de seguridad europea) poniendo en riesgo la seguridad de los países vecinos.  A estos acontecimientos hay que añadir las crisis multidimensionales provocadas por el terrorismo y el crimen organizado transnacional. Por ello, el conflicto que asola en estos momentos a Libia corre el riesgo de amplificar las fragilidades y tensiones presentes en este país y es un asunto de vital importancia para la UE y otras regiones vecinas, que temen que estas amenazas se vean multiplicadas con la presencia de potencias extranjeras. 

Los refugiados y migrantes que llegaron a la isla de Lesbos después del 1 de marzo, se encuentran en el puerto de Mytilene junto al portaaviones militar que los alberga en la isla de Lesbos el 7 de marzo de 2020

Por otra parte, los flujos migratorios hacia la Unión Europea desde países en conflicto (por ejemplo, desde Libia hasta Grecia) y la crisis de refugiados son otras dos de las causas que han alarmado a los países vecinos provocando el aumento de los populismos y posiciones anti-establishment en los sistemas democráticos europeos. El apoyo a los partidos políticos de extrema derecha se ha incrementado en los cuatro países más poblados de la UE: Alemania, Reino Unido, Francia e Italia, al igual que en Estados miembros como España, Austria, Bélgica, Dinamarca, Grecia, Hungría, Holanda, Polonia, Suecia y Suiza.

Fomentar la paz a través de la Operación Irini 

La política exterior y de seguridad común de la UE, concebida para resolver conflictos y promover el entendimiento internacional, se basa en la diplomacia y el respeto de las normas internacionales. Entre sus objetivos destacan el de mantener la paz y reforzar la seguridad internacional, así como la cooperación entre países, algo que la UE ha intentado hacer con la puesta en marcha de la Operación Irini. 

El Alto Representante de Asuntos Exteriores de la UE, Josep Borrell

“Únicamente las soluciones políticas y el pleno respeto del embargo de armas de las Naciones Unidas podrán resolver la crisis libia. Pero la diplomacia no puede tener éxito si no es respaldada por la acción. Esta operación será esencial y constituirá una clara contribución al fomento de la paz en nuestra vecindad inmediata mediante un alto el fuego permanente”, aseguraba el alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad mientras presentaba esta iniciativa, cuyo significado en griego es paz. El principal objetivo de la operación Irini es aplicar el embargo de armas impuesto por las Naciones Unidas a través de medios aéreos, satélites y recursos marítimos. 

Hasta la fecha, Irini ha intervenido en 130 ocasiones ante barcos sospechosos de transportar armas a la nación norteafricana. Borrell ha presentado estos datos durante una rueda de prensa tras la reunión de los ministros de Defensa de a UE, en la que además ha pedido más recursos navales y aéreos para fortalecer la operación. “Es seguro que (Irini) podría estar haciendo más y mejor, pero ya está dando los resultados para los que fue creada”, ha manifestado. 

Crear un espacio de entendimiento para encontrar una solución al conflicto libio 
Un buque de guerra turco impidió que la nueva misión naval de la UE que aplica el embargo de armas a Libia inspeccionara un carguero sospechoso frente a las costas de este país

El nuevo embajador de la UE en la nación norteafricana también tendrá que analizar el impacto de la decisión de Turquía de abrir fronteras para que crucen a territorio comunitario muchos de los refugiados que se encuentran en su país. “Decidimos no detener a aquellos que querían ir a Europa. Los alimentamos y vestimos durante nueve años. Ahora quieren ir a Europa y no los detenemos. (La UE) pensaba que estaba bromeando. Ahora lo ven”, aseguraba el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan el pasado mes de marzo. Turquía y la UE firmaron un acuerdo migratorio en 2016, por el cual Ankara se comprometió a mantener en su territorio a demandantes de asilo a cambio de 6.000 millones de euros de fondos comunitarios para atenderlos. 

La violencia y la inestabilidad se han convertido en una constante en Libia a raíz del acuerdo firmado el pasado mes de noviembre entre Turquía y el GNA. En el marco de este acuerdo de seguridad y cooperación económica, el país presidido por Erdogan ha intensificado su presencia en Libia, con el envío de cientos de mercenarios y decenas de cargamentos de material militar. Esta intervención ha otorgado a Ankara una posición clave en el proceso de resolución del conflicto libio. En este contexto, el ministro de Asuntos Exteriores de Malta, Evarist Bartolo, ha sugerido crear una coalición entre la UE y EEUU para “ganarse la confianza de los libios y ayudarles a poner fin al conflicto que sufre este estado desde 2011”, según ha destacado el diario The Lybian Observer. 

La Unión Europea tiene el reto de crear un espacio de diálogo y entendimiento que permita a las partes beligerantes encontrar una salida pacífica a este conflicto y demostrar a las víctimas de esta guerra que un alto el fuego permanente es posible. Libia ha sido desde siempre una nación caracterizada por su complejo sistema tribal, así como por su diversidad étnica y su homogeneidad religiosa. En este complejo escenario, la UE tiene que empezar a desarrollar un papel más activo para contribuir a una solución pacífica, en virtud de lo  establecido en la Conferencia de Berlín. 

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