El rey de Jordania busca hacerse un hueco en la región tras la normalización de las relaciones entre Doha y los países del Golfo

Abdalá II inicia una gira diplomática en Qatar con el emir Al Thani

IMAGEN/CORTE REAL HACHEMÍ - El emir de Qatar, Tamim bin Hamad Al Thani, recibe en Doha al rey de Jordania, Abdallá II

La agenda diplomática del rey Abdalá II de Jordania es intensa. Su itinerario le hará recorrer en los próximos días Qatar, Canadá y Estados Unidos para situar a Jordania de nuevo en el mapa y hacerse un hueco en una región efervescente, en plena transformación, que no espera a nadie. Aunque las preocupaciones del reino hachemí son, en realidad, algo más prosaicas. En el palacio de Al-Maquar buscan a la desesperada capear las crisis política, social y, sobre todo, económica, que desembocaron a finales del año pasado en fuertes protestas contra un Gobierno disfuncional controlado por Abdalá II. 

Poco más de 24 horas después de recibir en Amán al veterano primer ministro israelí Benjamín Netanyahu para discutir el mantenimiento del estatus legal de la Explanada de las Mezquitas, el rey de Jordania estaba sentado frente al emir de Qatar, Tamim bin Hamad Al Thani. En la imagen difundida por la Corte Real hachemí se puede ver al propio Abdalá II, ataviado con jersey negro de cuello alto y chaqueta, conversando con un sonriente Al Thani. De fondo se adivina el skyline nocturno de Doha. El ambiente parece distendido. 

Había pasado una semana desde que el rey Abdalá II y el emir Al Thani coincidieron por última vez. Se vieron las caras en Abu Dabi por invitación del presidente de Emiratos Árabes Unidos, el jeque Mohamed bin Zayed. Pero entonces no estuvieron solos, sino acompañados por el sultán de Omán, Haitham bin Tariq, el rey de Bahréin, Hamad bin Isa Al Jalifa, y el presidente egipcio, Abdel Fattah El Sisi. Todos ellos acudieron a una cita de carácter informal que puso de relieve la normalización de las relaciones de Qatar con sus vecinos del Golfo. Fueron significativas, eso sí, las ausencias de Arabia Saudí y Kuwait. 

Amán se puso del lado de Riad, Abu Dabi, El Cairo y Manama en su disputa con Doha, hasta el punto de romper sus relaciones diplomáticas con el diminuto país del Golfo y apoyar el bloqueo económico en 2017. El bloque acusó a Qatar de promocionar el terrorismo y dar cobijo en su territorio a los Hermanos Musulmanes. Sin embargo, Jordania restableció los contactos con el emirato en 2019, influido en gran medida por los cantos de sirena en forma de inversiones que llegaban desde Doha. Los demás seguirían sus pasos dos años después. 

Además, señala el analista Lawrence Rubin, Jordania no consideraba ni al islamismo político ni a Irán ni por extensión la relación de Qatar con estos actores como amenazas de la misma forma que sus vecinos. “Mientras Arabia Saudí, Emiratos y Egipto criminalizaban a los Hermanos Musulmanes, Jordania ha mantenido una relación simbiótica con ellos, permitiéndoles operar abiertamente. Esto no significa que a la Corte Real hachemí le guste, esté de acuerdo o se abstenga de adoptar medidas para reducir la viabilidad política de los Hermanos Musulmanes. Más bien, la Corte reconoce que el movimiento y su partido político, el Frente de Acción Islámica, son una parte importante de la política y la sociedad jordanas”, escribe Rubin en el Instituto para Estudios Estratégicos (IISS). 

La reunión de la semana pasada en Abu Dabi puso de relieve, además, la creciente proximidad que existe entre el Egipto de El Sisi, la Jordania de Abdalá II y las monarquías del Golfo. Una cercanía que quedó refrendada en la tarde del miércoles, cuando el monarca hachemí aterrizó en el aeropuerto internacional Hamad de Doha, recién reformado por el régimen catarí para albergar la Copa del Mundo de fútbol, para reunirse con el emir. Abdalá II viajó acompañado por su ministro de Exteriores, Ayman Safadi, el jefe del servicio de inteligencia, el general Ahmad Husni, y su jefe de gabinete, Jafar Hassan. 

Mohamed bin Zayed

Las partes discutieron durante la velada sobre los últimos acontecimientos regionales e internacionales, “en particular los relacionados con la causa palestina”, recoge la Corte Real hachemí, que añade que “el rey Abdalá reafirmó la importancia de reactivar el proceso para lograr la paz entre israelíes y palestinos sobre la base de una solución de dos Estados, y de poner fin a las acciones ilegales israelíes que la socavan”. Netanyahu se había comprometido con el monarca jordano a garantizar el statu quo que rige el Monte del Templo. Es la monarquía jordana quien gestiona los edificios islámicos del recinto. 

“Qatar es uno de los mayores países inversores en Jordania, ya que sus inversiones en este país han ascendido a más de 4.500 millones de dólares en los sectores inmobiliario, hotelero, de servicios turísticos, bancario, sanitario y energético”, subraya el diario oficialista The Qatar Peninsula. Es precisamente la economía lo que empuja a Amán en brazos de Doha ante la parálisis de Riad. El reino hachemí debe hacer frente a una acuciante crisis económica, con una tasa de desempleo del 22,6%, una deuda pública superior al 110% del PIB del país y un 30% de la población viviendo en la pobreza. El dinero catarí, de momento, fluye. 

El economista político jordano Laith Alajlouni, consultor del Banco Mundial, escribe en Atlantic Council que el Estado jordano “sigue siendo incapaz de reformar su economía a pesar de recibir ingentes cantidades de ayuda exterior”. De hecho, señala Alajlouni, Jordania recibió alrededor de 32.400 millones de dólares durante el periodo 2011-2020 en concepto de ayuda exterior, de acuerdo con los datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). La mayoría no procede de Arabia Saudí ni de Qatar, sino de Estados Unidos. Por eso, Abdalá II tiene previsto reunirse en Washington “con miembros comisiones clave del Congreso”, recoge la Corte Real hachemí. 

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