El país oceánico tiene un problema con las bandas organizadas de neonazis, según el jefe de la Inteligencia, y también afronta desafíos en lo que se refiere a la injerencia de hackers chinos

Australia alerta de amenaza de la extrema derecha y de espionaje extranjero

photo_camera AAP/DEAN LEWINS - El primer ministro de Australia Scott Morrison

La amenaza de la extrema derecha es “real y creciente” en Australia, país que además afronta un peligro del espionaje y la injerencia extranjera “sin precedentes”, según ha alertado el jefe de Inteligencia, Mike Burgess.

En un discurso pronunciado a principios de semana sobre la Evaluación Anual de las Amenazas, el jefe de la Organización Australiana de Seguridad e Inteligencia (ASIO, por sus siglas en inglés) indicó en Camberra, la capital, que, además del peligro que supone para el país el terrorismo islámico, la violencia de los grupos neonazis y supremacistas ha de ser tenida en cuenta.

Burgess dijo que, si bien las organizaciones de extrema derecha han estado en el centro de atención desde hace algún tiempo, su vigilancia se acentuó con el ataque supremacista contra dos mezquitas perpetrado por un australiano en marzo de 2018 en Nueva Zelanda, que se saldó con 51 muertos.

“En Australia la amenaza de la extrema derecha es real y está creciendo. En los barrios en toda Australia, las pequeñas células se reúnen regularmente para hacer el saludo nazi, inspeccionar armas, entrenar en combate y compartir su ideología de odio”, precisó. Asimismo, recalcó que estos militantes buscan vincularse con sus pares en el extranjero a través de foros en internet.

En su discurso, Burgess también alertó sobre el peligro del espionaje extranjero en Australia, país que ya ha tomado diversas medidas legales y preventivas contra la interferencia extranjera y los ataques a sus sistemas informáticos, que, se sospecha, provienen de China. “Hay más agentes de inteligencia y colaboradores operando en Australia que en el culmen de la guerra fría y muchos de ellos tienen la capacidad, las intenciones y la persistencia de causar un daño significativo a nuestra seguridad nacional”, apuntó.

Burgess mencionó el caso de un agente enviado por los servicios de inteligencia extranjeros, cuya identidad y nacionalidad no mencionó, que permaneció “durmiente durante varios años” y que se vinculó a la comunidad y al sector empresarial local. Este espía comenzó a proporcionar información sobre disidentes expatriados, lo que motivó el acoso a estas personas y sus familiares en el extranjero, además de proveer el apoyo logístico de otros agentes para que realicen trabajos de inteligencia en Australia.
 

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