La Operación Balmis como tal morirá el día que acabe el estado de alarma, pero la COVID-19 no, y por eso se mantendrán algunas actuaciones en el tiempo

Balmis repliega para dejar paso a la “nueva normalidad” en España

PHOTO/MARÍA SENOVILLA - Un soldado de la Compañía de Ingenieros del Primer batallón de Intervención en Emergencias (UME) se coloca el EPI para entrar a desinfectar un centro de salud mental en Madrid

La desescalada de las intervenciones militares que realiza el Ejército desde el 14 de marzo, en el contexto de una crisis sanitaria insólita, se está llevando a cabo de una forma casi desapercibida. Se ha pasado de tener desplegados 8.000 efectivos por día a no superar los 4.500 en las últimas jornadas. La desescalada de las actuaciones militares en España ya es un hecho. Lo primero que se ha suprimido es la presencia de efectivos por las calles. “La finalidad de estas patrullas era dar tranquilidad a la población, y ya no es necesario”, aclara el general jefe Adjunto de Operaciones José Manuel Vivas. 

Las Fuerzas Armadas tampoco realizan ya tareas relacionadas con el traslado de pacientes o de fallecidos, la parte más dura. Y los hospitales de campaña que se levantaron en tiempo récord, en Segovia y junto al Gregorio Marañón de Madrid, se han terminado de desmontar esta misma semana. “Balmis acabará cuando se ponga punto y final al estado de alarma, pero el coronavirus continúa”, insiste el general Vivas. Por eso desde el MOPS seguirán atendiendo las peticiones de ayuda de todas las comunidades autónomas. 

El MOPS (Mando de Operaciones) es el centro neurálgico desde donde se controlan normalmente las misiones en el exterior en las que participa el Ejército español. Está en Madrid, en la Base de Retamates. Y cuando se declaró la pandemia, se convirtió en “la cabeza de la bestia” que coordina todos los movimientos relacionados con la Operación Balmis.

María Senovilla

La operación se ha bautizado así en honor al médico militar Francisco Xavier Balmis (Alicante, 1753). Este científico lideró la primera expedición humanitaria de la Historia, para llevar la vacuna contra la viruela al Nuevo Mundo, en el año 1803. Lo hizo llevando consigo a 22 niños, a los que inoculó previamente, para poder transportar la vacuna en el viaje hasta Puerto Rico y Caracas, dirigiéndose después a la Patagonia. En aquella época, la viruela tenía una tasa de mortalidad de más del 20%.

Hoy, la COVID-19 deja un balance en España en torno a los 200 fallecidos por día (en contraste con los más de 900 muertos diarios que hubo durante las semanas en las que se registró el pico más alto de mortalidad). Acorde con estos datos, han descendido también las peticiones de ayuda al Ejército para luchar contra la pandemia.  

La previsión es que el volumen de peticiones siga bajando día a día, pero en ningún caso se va a presionar desde el estamento militar para realizar el repliegue de forma precipitada. Todo lo contrario, ya se cuenta con mantener algunas intervenciones en el mes de mayo, como la desinfección del albergue provisional que el Ayuntamiento de Madrid ha instalado en IFEMA para las personas sin hogar. 

Del mismo modo, se seguirá prestando apoyo principalmente a residencias, centros sociales y hospitales que lo soliciten. Y los esfuerzos también irán encaminados a compartir la experiencia adquirida en esta crisis sanitaria con otros servicios especializados, mediante acciones divulgativas.

Un efectivo de la UME rocía con desinfectante las instalaciones de un centro de salud mental en Madrid
Una jornada de trabajo en el JOC 

“Hemos trabajado a demanda durante estas semanas, y lo seguiremos haciendo hasta que haga falta”, explica Vivas desde el puesto de trabajo que ocupa en el JOC. Se trata del Centro de Operaciones Conjuntas, ahora dedicado exclusivamente a Balmis. Allí, una enorme pantalla muestra a tiempo real los despliegues que se están realizando. Rodeados de ordenadores y papeles, una decena de hombres permanecen atentos a los datos que se van mostrando. En ese instante, más de 3.000 efectivos desempeñan su trabajo en diversas instalaciones sanitarias y otros 2.000 lo hacen a pie de calle por todo el territorio nacional. 

En este JOC, antes se coordinaban las operaciones permanentes y las misiones internacionales –las 17 en las que participan las FAS en estos momentos–. “Ahora se coordinan desde otra sala, para separar al personal” dice el Jefe de Operaciones Actuales, el capitán de Navío Alberto Cartelle, para aclarar por qué hay tantas mesas vacías en este espacio. “En total son 12 personas en turnos de 12 horas, día y noche. Pero han llegado a ser 20 durante las semanas de mayor incidencia de la enfermedad”, añade. 

Por la mañana supervisan las intervenciones; por la tarde, analizan las peticiones que llegan de todos los puntos de España, y se asignan a las cadenas orgánicas de Tierra, Aire, Armada y UME. Y por la noche, donde solo quedan trabajando 4 personas, se recopilan y graban todos los datos. Un sistema de trabajo que no han tenido que inventar. “Los procedimientos ya estaban establecidos, son los mismos que se usan para coordinar una operación en Irak o en Mali, aunque en este caso ha sido necesario movilizar a todas las FAS contra este enemigo invisible”, prosigue Cartelle.

Trabajos de desinfección en las áreas comunes de un centro de salud mental en Madrid

Tampoco han tenido que adquirir demasiados medios. El Ejército ya tenía la mayor parte del material que se está empleando para realizar las desinfecciones. También el que se ha utilizado para levantar los hospitales de campaña, así como las camas de UCI y las dos morgues móviles que se han estado utilizando semanas atrás. Es el material que se emplea en las misiones en el exterior. 

En los primeros 50 días de Operación Balmis, se han contabilizado más de 18.000 intervenciones y se han desplegado casi 160.000 militares repartidos por todas las provincias. Y todo ha pasado por esta sala de pantallas, donde se ha trabajado a demanda de las peticiones que siguen llegando a través de las delegaciones de gobierno. “Hemos recibido llamadas de muchos actores sociales, pero las peticiones tienen que llegarnos oficialmente a través de las delegaciones”, insiste Cartelle. 

Las que continúan llegando -muchas menos que hace tres semanas-, están muy focalizadas en las tareas de desinfección. La UME es la unidad que más actuaciones de este tipo ha realizado (un 45% del total), actuando como punta de lanza de la Operación Balmis. El Ejército de Tierra ha acometido un 34%, la Armada un 16% y el Ejército del Aire el 5% restante.

Dos soldados de la UME se ajustan los EPIs antes de empezar una desinfección
El peso de la UME

La Unidad Militar de Emergencias ha intervenido en más de 8.000 ocasiones, además han impartido cursos exprés a otras unidades del Ejército de Tierra o de la Armada para instruirlos en las tareas de desinfección. También los especialistas en NBQ han llevado a cabo este tipo de formaciones para capacitar a otros cuerpos. Pero el número de actuaciones de la UME ha superado al de cualquier otra unidad de las que han participado en la operación.

Estos trabajos de desinfección van más allá de la simple descontaminación de un recinto. Los equipos de la UME también dan protocolos de actuación a los encargados de los centros que solicitan ayuda. Así, les explican desde cómo proteger las entradas (con cubetas con lejía para que las personas que entren se desinfecten el calzado), hasta cómo proteger al propio personal y establecer las distancias de seguridad necesarias. 

En lugares de más riesgo, donde hay personas contagiadas con COVID-19, se procede a una desinfección más profunda con nebulizadores de hipoclorito sódico, que son los que han empleado, por ejemplo, en el hospital de IFEMA y en las residencias de ancianos más afectadas. En poco más de siete semanas han sido 8.773 desinfecciones, en su mayor parte de residencias de mayores (4.129), pero también de hospitales (1.734) e infraestructuras críticas (2.909). La UME ha trasladado 1.186 pacientes y 1.692 personas fallecidas. Y ahora se están centrando en misiones de formación y divulgación, para preparar a personal civil, cuerpos de bomberos, etc. de cara a continuar con las desinfecciones o de optimizar las medidas de higiene en centros concurridos para minimizar contagios.

Tras llevar a cabo una intervención, un equipo de la UME recoge el material que han empleado
Zendal no se pondrá en marcha

En ningún momento se han llegado a realizar patrullas conjuntas entre Policía, Guardia Civil y Fuerzas Armadas, pero “no hubiera supuesto ningún problema” según el general Vivas. De hecho, sí estaban contempladas en la planificación de la Operación Balmis. Vivas es uno de los mandos que aboga por normalizar el uso del uniforme militar, aunque sea para los trayectos de casa al trabajo, convencido de que los ciudadanos ya no se inquietan cuando ven a un militar de uniforme por la calle. 

Tampoco se implementará la Operación Zendal, que toma su nombre de otro miembro de la expedición conducida por Francisco Xavier Balmis, en este caso, de la cuidadora del hospicio de donde procedían los niños-vacuna que el científico llevó en su viaje. 

Zendal estaba enfocada en realizar test de coronavirus “a domicilio” para agilizar el estudio epidemiológico. Sin embargo, la polémica surgió cuando se cuestionó el hecho de que los militares realizaran estos test vestidos de uniforme. Finalmente, el Mando de Operaciones dio la orden de paralizar la búsqueda de personal militar con formación en atención sanitaria, y serán las comunidades autónomas las que se encarguen en los próximos días de tomar la primera tanda de muestras aleatorias para su posterior análisis.

La Birigada de Ingenieros de Salamanca desmonta el hospital de campaña que instaló semanas atrás junto al Gregorio Marañón (Madrid)

Pero el trabajo continúa en el MOPS. El teniente general Fernando López del Pozo, al mando de la Operación Balmis, reitera el buen funcionamiento de este engranaje. “No ha sido necesario cambiar los sistemas de actuación, ni incrementar el número de personas que trabajan en este centro operativo”. 

López del Pozo apunta algunas claves a su llegada al Mando de Operaciones, donde va a asistir a una reunión conjunta en una de las salas cercanas al JOC. Diseñar una operación de estas dimensiones ha sido complejo, pero las FAS contaban con los efectivos, la formación y el material, y se hizo en muy pocos días. “No ha sido necesario traer a nadie nuevo al MOPS, con nuestras capacidades podemos coordinar todo”, añade.

Ya en la sala donde se va a proceder a la reunión, toman asiento todos los asistentes, encabezados por López del Pozo. Dejan más distancia de lo normal entre unos y otros. Todos con mascarilla. La disciplina que se ve en cuanto a medidas de prevención es férrea. Su voluntad de seguir combatiendo la pandemia, también.
 

GALERÍA FOTOGRÁFICA:

1 - Instante durante los trabajos para desmontar el hospital de campaña del Gregorio Marañón de Madrid, en los que participaron una treintena de efectivos (PHOTO/MARÍA SENOVILLA)

2 - Dos soldados de la Brigada de Ingenieros desmonta una de las siete carpas del hospital de campaña que ha permanecido durante un mes junto al Gregorio Marañón, con capacidad para 70 pacientes (PHOTO/MARÍA SENOVILLA)

3 - Parte del personal del Centro de Operaciones Conjuntas (JOC), donde se trabaja las 24 horas, en turnos de día y de noche (PHOTO/MARÍA SENOVILLA)

4 - El capitán de navío Alberto Capelle, Jefe de Operaciones Actuales del MOPS, explica cómo es el sistema de trabajo para coordinar la Operación Balmis (PHOTO/MARÍA SENOVILLA)

5 - Vista general del Centro de Operaciones Conjunto (PHOTO/MARÍA SENOVILLA)

6 - Uno de los militares que trabaja en el Mando de Operaciones monitoriza a tiempo real todos los datos relacionados con Balmis (PHOTO/MARÍA SENOVILLA)

7 - Reunión conjunta en el MOPS, encabezada por el teniente general Fernando López del Aro, al mando de la Operación Balmis (PHOTO/MARÍA SENOVILLA)

8 - Parche distintivo que se entregó a algunas unidades al principio de la Operación Balmis, antes de que se diseñara el oficial (PHOTO/MARÍA SENOVILLA)

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