La selva amazónica, el bosque más grande del planeta, está en peligro al aumentar la deforestación en un 88,4% en junio respecto al mismo mes del año pasado

Bolsonaro desangra al Amazonas: la deforestación avanza sin cesar

Reuters/Nacho Doce - Pie de foto: Una vista aérea de una parte de la selva amazónica limpiado por madereros y agricultores cerca de la ciudad de Novo Progresso

La deforestación de la mayor selva tropical del mundo aumentó en un 88,4% en junio respecto al mismo mes del año pasado y deja más de 4.500 km² arrasado desde agosto de 2018. La deforestación ilegal se extendió en junio por 920 kilómetros cuadrados, frente a los 488,4 kilómetros cuadrados registrados en el mismo mes del año anterior. Uno de los ejes en la lucha contra el cambio climático global por su capacidad de absorción del dióxido de carbono pierde presencia, y relevancia, a una velocidad vertiginosa. 

Tal devastación es impulsada, de acuerdo con organizaciones ecologistas internacionales, por una política ambiental del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, poco preocupada por su conservación. El aumento de la deforestación de la Amazonía brasileña preocupa ya que se la considera como uno de los últimos bastiones naturales que le hacen frente al calentamiento global y el presidente brasileño ha dado a entender que la preservación del Amazonas, necesaria para evitar el agravamiento del calentamiento de la tierra, no es una de las prioridades del actual Gobierno.

El dato lo publicó el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe, por su sigla en portugués), órgano estatal encargado de monitorizar y divulgar los datos sobre deforestación de Brasil, y llevó a que el organismo entrara en el radar del Gobierno de Bolsonaro, que cuestionó públicamente los datos. El presidente ya había recortado el presupuesto del organismo en un 24% y asegura que el crecimiento económico de Brasil depende de ello y espera que empresas estadounidenses le ayuden. Probablemente su buena relación con el presidente Donald Trump le ayudará. 

Posteriormente a la publicación de los datos, Bolsonaro decidió destituir al presidente del instituto, Ricardo Magnus Osorio Galvao, quien defendió la metodología empleada por el Instituto que dirigía y recientemente nombró a un oficial de la Fuerza Aérea Brasileña (FAB) como nuevo presidente interino. El director definitivo, sin embargo, será escogido en una lista de tres nombres que deberá elaborar un comité especializado mientras que los datos consolidados solo serán divulgados por la entidad a partir de octubre.

Bolsonaro, capitán de la reserva del Ejército y líder de la emergente extrema derecha en Brasil, también critica con frecuencia lo que él denomina como "ecologismo chií", practicado, a su juicio, por las ONG, así como la "industria de demarcación de tierras indígenas" impulsada por administraciones anteriores a la suya.  "Brasil es nuestro, la Amazonas es nuestra", ha declarado el jefe de Estado. Si bien el 64% de la selva amazónica está en territorio brasileño, son más de nueve los países que comparten el Amazonas, entre ellos Colombia, Perú, Venezuela, Bolivia, Ecuador y las Guayanas.

Bolsonaro, un negacioncista de la crisis climática, repite, desde antes de llegar ocupar la presidencia a principios de este año, los llamamientos para "explotar", junto con otros países, los recursos minerales del bosque tropical más grande del planeta. También quiere una mayor explotación forestal y ganadera. "Mi intención es regularizar la minería, legalizarla, incluso para el indígena, que tiene que tener derecho de explotar minerales en su propiedad. Tierra indígena es como si fuera su propiedad. Lógico, ONGs de otros países no quieren, quieren que el indígena continúe preso en un zoológico animal, como si fuera un ser humano prehistórico", afirmó Bolsonaro recientemente.

Por su parte, el coordinador de políticas públicas de Greenpeace, Marcio Astrini  dijo a Efe que "una cosa ha quedado clara: Bolsonaro odia el Amazonas. No se preocupa por deforestación, la violencia y el crimen que provoca destrucción de floresta, cuando abre la boca es para incentivar la violencia en la selva". "El INPE es una institución reconocida a nivel mundial que durante más de 30 años ha brindado excelentes servicios en la monitorización de la deforestación. En lugar de luchar contra estos hechos y los resultados científicos, el Gobierno debería cumplir su función de proteger el patrimonio ambiental de Brasil", subraya Astrini.   

Brasil es el principal exportador mundial de café, azúcar, soja y, más que nada, carne de res. Solo el ganado ocupa más del 60% de las zonas deforestadas, según cifras de Greenpeace. 

Para la ONG Amazon Watch, Bolsonaro "tiene las manos manchadas de sangre" por las "políticas imprudentes de su régimen y su negligencia" para con "las comunidades amazónicas", segun indicó su director de programas, Christian Poirier. Los científicos advierten que el presidente electo de Brasil podría empujar a la selva amazónica más allá de su punto de inflexión, con graves consecuencias para el clima global y las precipitaciones.

La publicación de los alarmantes datos de deforestación en el Amazonas brasileño reaviva el debate impulsado por ambientalistas, que dicen que el nuevo tratado de libre comercio entre Mercosur, bloque económico latinoamericano en el que Brasil es el socio principal, y  la Unión Europea puede incentivar la deforestación del Amazonas brasileño ante la búsqueda de nuevas tierras de cultivo.

Según la UE, ellos han dejado claro las condiciones para aprobar el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, entre ellas el cumplimiento de normas ambientales, lo que implica el cumplimiento de los compromisos climáticos del Acuerdo de París. "Recuerdo que el acuerdo entre la UE y el Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay) no está aún en vigor", indicó el portavoz comunitario de Agricultura y Comercio, Daniel Rosario, durante la rueda de prensa diaria de la Comisión Europea esta semana. 

Investigan el asesinato de un líder indígena en la Amazonía brasileña

La denuncia del asesinato el 30 de julio de un líder de la etnia waiapi en el estado de Amapá, a manos de invasores, según denunció su tribu, es un ejemplo más de la frágil situación en Brasil. Las autoridades brasileñas investigan ahora el asesinato de uno de los líderes indígenas en un supuesto ataque en sus tierras cometido por un grupo de mineros artesanales armados, en el norte del país, confirmaron este domingo fuentes oficiales. Cerca de 1.300 indígenas waiapis viven en toda la región, rica en hierro, cobre y oro.

La impunidad con la que actúan los garimpeiros, buscadores de oro, y otros saqueadores de la selva amazónica desde que Jair Bolsonaro asumió la presidencia de Brasil el pasado mes de enero, es otro de los temas sociales que más preocupan en el país en la actualidad.

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