El presidente Xi Jinping apuesta por el H-20, Vladimir Putin por el llamado PAK DA y Joe Biden por el B-21 Raider

China, Rusia y Estados Unidos rivalizan por tener el mejor bombardero invisible del mundo

PHOTO/USAF - El secretario de la Fuerza Aérea, Frank Kendall, ha anunciado hace poco más de una semana que en la cadena de producción de Palmdale, en California, hay ya cinco aviones B-21

Las Fuerzas Aéreas del presidente norteamericano Joe Biden, del chino Xi Jinping y del ruso Vladimir Putin están inmersas en una gran competición tecnológica, que pone en juego la capacidad de disuasión de cada uno de los tres países frente a sus potenciales enemigos a partir de mediados de la presente década.

Washington, Pekín y Moscú rivalizan entre sí por añadir lo más pronto posible a su parque de aviones estratégicos una flota de nuevos bombarderos de ataque de largo alcance. El de la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF) se llama B-21 Raider, el chino se conoce como H-20 y el ruso lleva la nomenclatura de PAK DA. Su importancia de tal significación para el dominio del aire que unos y otros se espían para conocer los secretos que cada cual esconde.

Los tres modelos son transcontinentales, de velocidad subsónica ‒no alcanzan los 1.235 km/h‒ y tienen la forma externa de un ala volante, que es el diseño general del bombardero furtivo norteamericano B-2, en servicio desde abril de 1997. Los militares e ingenieros que trabajan en cada uno de los proyectos tratan de conseguir envolver a cada aeronave con una capa protectora física o imaginaria de avanzadas tecnologías que les hagan inmunes a los más sofisticados radares de vigilancia del espacio aéreo.

Todo apunta a que el nuevo bombardero estratégico de ataque B-21 va a tener una fisonomía externa muy semejante a la del B-2, de los que la Fuerza Aérea norteamericana cuenta con 20 ejemplares, pero cuyos resultados y sostenimiento son prohibitivo incluso para la USAFPHOTO/USAF - Todo apunta a que el nuevo bombardero estratégico de ataque B-21 va a tener una fisonomía externa muy semejante a la del B-2, de los que la Fuerza Aérea norteamericana cuenta con 20 ejemplares, pero cuyos resultados y sostenimiento son prohibitivo incluso para la USAF

Como se desprende, las aeronaves stealth ‒cuya traducción al español es sigiloso o furtivo‒, son aquellas que han sido diseñadas para ser muy difíciles, casi imposibles de detectar. Se consigue con una estructura y un diseño capaces de absorber y desviar las señales electromagnéticas de los radares, reduciendo el sonido y la firma infrarroja de los motores, aplicando revestimientos especiales y otras medidas que permanecen en el secreto. 

En definitiva, lo que se pretende en los tres casos es que los bombarderos sean capaces de penetrar en territorio enemigo sin ser descubiertos, soltar su carga letal de misiles hipersónicos ‒con velocidad superior a los 5.000 km/h‒, de crucero de ataque a tierra o nucleares. A continuación, regresar a sus bases tras evadir los disparos de los misiles antiaéreos de mayor alcance y precisión, y evitar las nuevas armas de energía dirigida, principalmente laser.

Kathy Warden, de 51 años, es una de las escasas mujeres que dirige una megacompañía aeroespacial y de defensa de la importancia de Northrop Grumman, contratista principal del B-21 Raider
Bajo el manto de la absoluta discreción

La oficina de Diseño rusa Tupolev, la Corporación de la Industria de la Aviación de China (AVIC) y la megacompañía Northrop Grumman de Estados Unidos ‒esta última dirigida por dirigida por Kathy Warden, de 51 años‒ son las encargadas por cada administración de hacer realidad los nuevos bombarderos. Todos llevan el sello de “alto secreto”, hasta el punto de que la existencia del programa B-21 no se desveló hasta el verano de 2015, cuando la USAF informó de su existencia y de algunas pocas generalidades. 

El Departamento de Defensa y la poderosa industria norteamericana marcan la pauta de este tipo de aparatos y el bombardero intercontinental B-21 es el que se encuentra en un estado de desarrollo más avanzado. “En la cadena de producción en Palmdale, en California, hay cinco aviones”, ha declarado el secretario de la Fuerza Aérea, Frank Kendall, en fecha tan reciente como el 20 de septiembre. Pero ni él ni nadie ha dicho nada sobre las dimensiones, peso, capacidad de carga, armas y principales características del avión.

De 72 años, Frank Kendall es un veterano ingeniero, jurista y ex oficial del Ejército de Tierra norteamericano, en donde sirvió durante 11 años hasta retirarse de teniente coronel. En su faceta política, ha desempeñado importantes cargos en el Pentágono, en las administraciones de los republicanos Bush y Reagan. También en la del demócrata Obama, quien le nombró subsecretario de Defensa para Adquisiciones, Tecnología y Logística, puesto que ejerció entre 2011 y 2017. Fue precisamente Kendall quien en octubre de 2015 seleccionó a Northrop Grumman como contratista principal del B-21.

El chino H-20 está cubierto por una montaña de misterio. De lo poco que se sabe con seguridad es que sustituirá al antiguado H-16, el obsoleto vector aéreo estratégico de China que, aunque modernizado, es una versión nacional del  ruso Tupolev Tu-16 de los años 70

El vuelo inaugural del primer demostrador está previsto para mediados de 2022, al que seguirán ensayos en el aire de uno o dos aviones más. La USAF tiene previsto adquirir un primer lote de 20 aparatos a partir de mediados de los años 2020, con un coste unitario del orden de los 600 millones de dólares. Pero ha expresado que sus “necesidades mínimas” son de un centenar de B-21, con los que quiere relevar en la próxima década a sus 62 bombarderos de geometría variable B-1 Lancer de mediados de los 80 y, más tarde, a los 20 bombarderos furtivos B-2 Spirit, en servicio desde finales de los años 90.

En China trabajan a marchas forzadas en el H-20, del que se sabe muy poco. También con forma de ala, se estima que puede tener un peso máximo al despegue de 200 toneladas, una capacidad para cargar armas de 45 toneladas y una autonomía de unos 12.000 kilómetros. De resultar viable, será el primer avión furtivo chino, es decir, invisible a las emisiones electromagnéticas de los radares y otros sistemas de detección más avanzados.

Hace pocas semanas que el general  Chang Dingqiu, de 54 años, (en la imagen) ha ocupado el cargo de jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea de China. Una de sus principales misiones es crear una Fuerza Aérea estratégica de alcance mundial, que ahora es la rama más anticuada del potente arsenal militar de Pekín
Vladimir Putin no quiere ser menos que Joe Biden y Xi Jinping

Hace pocas semanas ‒el 6 de septiembre‒ que Xi Jinping ha situado al frente de su aviación militar al general Chang Dingqiu, de 54 años, hasta entonces segundo jefe del Ejército del Aire. Con amplia experiencia en operaciones en el Estado Mayor Conjunto y en unidades aéreas de combate, el general Chang Dingqiu sustituye al general Ding Laihang, que tomó el mando de la Fuerzas Aéreas chinas en 2017, cuando tenía cerca de 60 años.

La confianza depositada por Xi Jinping en el experimentado piloto de caza ‒con más de 2.500 horas de vuelo‒ es para que tome las riendas de la aviación y sea capaz de crear para mediados de siglo una Fuerza Aérea estratégica de alcance mundial, que es la rama más anticuada del potente arsenal militar de Pekín. El principal vector aéreo estratégico de China desde los años 70 es el viejo bombardero bimotor H-16, una plataforma nacional fabricada bajo licencia del ruso Tupolev Tu-16. Diferentes lotes se han modernizado a lo largo de los años con nuevos motores (H-16K), para disparar misiles crucero (H-16H) y para lanzar misiles balísticos (H-16N) pero su relevo es urgente. 

Denominado PAK DA en fase de proyecto, se estima que tendrá un alcance superior a los 12.000 kilómetros una capacidad de carga de armas de 30 toneladas y que reemplazará a los supersónicos Tupolev Tu-160 y a los subsónicos turbohélices Tu-95

A la vista de las iniciativas de Washington y Pekín, Vladimir Putin y las autoridades de Moscú no quieren quedarse atrás y aspiran a dotarse por vez primera con un bombardero subsónico de tecnología furtiva. Su apuesta se llama PAK DA, nombre que se le ha asignado en Occidente y que, al menos en apariencia, es el más retrasado de los tres proyectos. Se baraja que podría tener un alcance superior a los 12.000 kilómetros y la posibilidad de embarcar bombas guiadas de precisión, misiles hipersónicos y nucleares hasta un peso total de 30 toneladas. 

Los pocos datos sobre su situación proceden de fuentes rusas, que señalan que la Oficina de Diseño Tupolev trabaja en tres prototipos, pero que “hasta al menos el año 2023” no estarán listos para los primeros ensayos. Les seguirían pruebas más exhaustivas tres años más que, de resultar positivas, supondría su entrada en producción en 2027, como muy pronto. La Fuerza Aérea rusa la pilota el general Sergei Dronov, de 59 años, que cuenta con una amplia flota de bombarderos estratégicos de diferentes modelos y antigüedades.

Los aviones stealth poseen una estructura y un diseño para  reducir el sonido y la firma infrarroja de los motores, disponen de revestimientos especiales y absorben o desvían las señales electromagnéticas de los radares más avanzados

La capacidad de penetración en territorio hostil y de ataque nuclear pesado por aire descansa en el bombardero cuatrimotor supersónico de alas variables Tupolev Tu-160. Es un aparato de grandes dimensiones, en servicio desde mediados de 2000, del que Rusia posee 16 unidades en diferentes configuraciones y estados de mantenimiento. Pero el modelo más numeroso es el veterano cuatrimotor turbohélice Tupolev Tu-95, un diseño de los años 50 cuyos últimos ejemplares fueron producidos a mediados de los 90 y que llama a gritos por su relevo. 

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