Pekín está utilizando la crisis sanitaria para extender, aún más, sus lazos con países sudamericanos, a través de donaciones y venta de servicios sanitarios

China y la “diplomacia de las mascarillas” con América Latina

photo_camera REUTERS/CARLOS GARCÍA - El presidente de China Xi Jinping y el presidente de Venezuela Nicolás Maduro, en Caracas el 21 de julio de 2014

Septiembre de 2018. Asamblea General de Naciones Unidas. Donald Trump se dirige a los allí presentes desempolvando una vieja estrategia que ha llevado a cabo su país y que parecía olvidada: la Doctrina Monroe. “Aquí en el hemisferio occidental, estamos comprometidos a mantener nuestra independencia de la intrusión de potencias extranjeras expansionistas”, dijo el mandatario norteamericano. “Ha sido la política formal de nuestro país desde el presente Monroe que rechacemos la interferencia de naciones extranjeras en este hemisferio y en nuestros propios asuntos”, añadió. Esa doctrina, utilizada para expandirse por todo el hemisferio y finalizada por Barack Obama en 2013, que tenía por bandera el lema “América para los americanos”, era, así, recuperada por Trump.

Con estas palabras, el presidente quería dejar claro que ninguna nación extranjera extendería sus poder por América Latina, señalando, aunque sin nombrarlo, a China. Sin embargo, el gigante asiático ha aumentado su presencia tanto económica como política en el Cono Sur en los últimos años, y ya figura como principal socio comercial de Argentina, Brasil y Perú, y el primer destino de las exportaciones de Brasil, Chile, Cuba, Perú y Uruguay.

El presidente de Estados Unidos Donald Trump escucha al expresidente boliviano Evo Morales hablar en una reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en septiembre de 2018

Igual que en África, China ve en los países de América Latina unos socios comerciales y donde invertir con el beneficio de extender su influencia y convertirse en el gran aliado de la mal llamada “puerta de atrás de Estados Unidos”.

Pekín se presentó como la alternativa a Estados Unidos, y no condicionó sus inversiones a las garantías democráticas de los países, por lo que Caracas, La Habana o Managua le recibió con los brazos abiertos. De hecho, ya durante la crisis económica de 2008, China financió e impulsó las economías latinoamericanas al adquirir productos básicos como petróleo, madera y minerales metálicos.

Aunque el crecimiento de la dependencia de los países latinoamericanos puede llegar a generar un fuerte endeudamiento de estos países con China, las condiciones que el país asiático impone para las devoluciones financieras es mucho más liviana que los exigidos, por ejemplo, por el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional.

Especialistas médicos de China, con máscaras faciales para frenar la propagación del nuevo coronavirus, posan durante su llegada con suministros médicos en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de La Guaira, Venezuela
“Diplomacia de las mascarillas”

En contra de lo que anunciaba Donald Trump en Nueva York durante su discurso en Naciones Unidas, su política para con América Latina se ha centrado en la inmigración, para así “proteger sus fronteras de violadores y asesinos”, como manifestó en unas declaraciones, y no tanto basada en la cooperación internacional. Lo que se ha visto con la crisis del coronavirus es que la ausencia de liderazgo de Norteamérica ha sido reemplazada por Pekín. A mediados de abril, Trump anunciaba la detención de entrega de recursos a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y siguió adelante con los recortes presupuestarios a la Organización Panamericana de la Salud, organismo para prevenir y contener los brotes de enfermedades contagiosas.

La pandemia ha puesto en el centro tanto a los sistemas de salud, como a las economías y también a las relaciones diplomáticas. Y ante la dejadez de Washington con América Latina, esta última mira a China, que está sabiendo llevar a cabo una política de “buen samaritano” y ha pasado de ser el origen y epicentro del virus al gran donador de ayuda sanitaria.

La ministra de Relaciones Exteriores de Bolivia, Karen Longaric, recibe una donación de suministros médicos de la Fundación Alibaba de China, en el aeropuerto de El Alto, en las afueras de La Paz, Bolivia, el 2 de abril de 2020

A primeros de abril, el secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrad, escribía en su cuenta personal de Twitter: “¡Gracias China!". De esta forma, México agradecía la llegada de un avión con más de 100.000 mascarillas, 50.000 test de pruebas y cinco respiradores artificiales donados por el Gobierno de Xi Jinping. México también ha comprado material sanitario a China por valor de 56,4 millones de dólares.

Otro de los países en recibir ayuda fue Venezuela. En una crisis social, económica y política que parece no tener fin, la crisis sanitaria puede ser un elemento definitivo para la explosión de la olla a presión en la que se ha convertido el país latinoamericano. China entregó 4.000 test a mediados de marzo, después de que el Fondo Monetario Internacional negara 5.000 millones de dólares que Nicolás Maduro había pedido para solventar la crisis. Además, Caracas recibió una comisión de ocho especialistas chinos para tratar la crisis del coronavirus.

Trabajadores venezolanos descargan ayuda humanitaria de China en el Aeropuerto Internacional de Maiquetía en La Guaira, Venezuela

Bolivia también ha sido otro de los países beneficiados. El embajador chino en Bolivia, Huang Yazhong, entregó la donación que la compañía china Alibaba había hecho, que constaba de 100.000 mascarillas, 20.000 test y cinco respiradores.

Del mismo modo, y según el diario argentino La Nación, el Gobierno de Alberto Fernández también recibió 2.500 test de pruebas diagnósticos, 5.000 trajes de protección, 66.000 mascarillas, 2.000 guantes y 53 termómetros.

Estos números evidencian la política llevada a cabo por China, que se ha centrado en cooperar. Además, estos movimientos pueden traducirse en un futuro próximo en mayor dependencia del país asiático, que no está desaprovechando la situación que le brinda el virus en el tablero geopolítico. Una estrategia que parece estar cambiando la narrativa del origen del virus y que está mejorando la imagen a ojos de los ciudadanos de China, no solo en América Latina, sino también en Europa con sus múltiples donaciones y ventas a países como Italia o España.

Trabajadores descargando cajas que contienen suministros médicos enviados por China para la lucha contra la COVID-19, desde un avión de Aerolíneas Argentinas en el aeropuerto de Ezeiza en Buenos Aires

Otra de las posibles cuestiones que plantea esta crisis es cómo saldrán las económicas de los estados de esta. Es posible que China se ofrezca para llevar a cabo un rescate parecido al de 2008 con las naciones de América Latina, pero no se sabe a qué precio y a cambio de qué.

Con Washington centrado en sus problemas internos y a pesar de lo anunciado por Trump en la Asamblea de Naciones Unidas, Pekín se ha convertido en el centro del manejo de las relaciones internacionales y ocupa el puesto principal en el tablero geopolítico.

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