Nuevos enfrentamientos han producido al menos 100 muertos y más de 15.600 personas desplazadas en los últimos días

Darfur continúa desangrándose

Una vez más, los yanyauid han atacado a las poblaciones baggara. Los primeros son una milicia compuesta por personas provenientes de distintas regiones, incluso de fuera de Sudán. Ganaderos en su inmensa mayoría, en especial de camellos, y de etnia árabe, que ansían las tierras que los pueblos negros, los baggara, cultivan en la zona. Pero además de la disputa por el acceso a los escasos recursos naturales, existen otros factores que explican este conflicto. Entre ellos cabe destacar la desigual distribución del poder económico y político, la ausencia total de buenas prácticas de gobernanza y la proliferación de armas. Tampoco hay que olvidar la ancestral rivalidad entre pueblos nómadas (ganaderos) y sedentarios (agricultores).

Desde la década de los 60 del pasado siglo se han ido sucediendo diversos enfrentamientos por alguno o varios de esos motivos. Si bien es cierto que en la mayoría de las confrontaciones subyacía la pugna entre árabes y las tribus originarias de la región. De hecho, a mediados de los 80 uno de los factores que más contribuyó a alimentar los choques violentos entre pastores nómadas y agricultores fue la ideología supremacista árabe promovida por Gadafi y secundada por el Gobierno de Jartum. Como consecuencia, Libia armó a los árabes de Darfur, los yanyauid.

Los pueblos no árabes, los verdaderos moradores de Darfur, las tribus Fur, Zaghawa y Masalit, se organizaron en dos grupos para defenderse: el SLA (Ejército de Liberación de Sudán) y el JEM (Movimiento por la Igualdad y la Justicia). Y en 2003 se declararon en rebelión abierta contra el Gobierno de Sudán, iniciando la última fase del conflicto que se dio por concluido en 2020.

Aunque el Gobierno sudanés públicamente ha negado su apoyo a los yanyauid, les ha proporcionado armas y asistencia, y ha participado junto con ellos en varios ataques contra los pueblos negros. Por esos hechos, el Tribunal Penal Internacional acusó al depuesto presidente El-Bashir y a miembros del Ejército y del Gobierno de crímenes de guerra y contra la humanidad en 2008.

A pesar de las razones mostradas más arriba, lo que en un inicio era un conflicto bastante complejo se redujo a un enfrentamiento entre pueblos negros y árabes, convirtiéndose dicha dicotomía en el eje principal del mismo gracias al apoyo libio. Sin embargo, en este enfrentamiento la religión prácticamente no tuvo ninguna importancia, ya que la mayoría de la población de Darfur es musulmana.

El conflicto ha sido descrito como un genocidio hacia los habitantes de raza negra por los medios de comunicación internacionales y por el Gobierno de Estados Unidos, aunque no por la ONU.

En 2020, se puso fin a la presencia de la Misión Híbrida de la Unión Africana y las Naciones Unidas en Darfur (UNAMID). Esta había sido establecida en 2007 con el mandato de proteger a los civiles. Pero también para contribuir a la seguridad en relación con la asistencia humanitaria, vigilar y verificar la aplicación de los acuerdos de paz de la región. Igualmente, ayudar a conseguir un proceso político inclusivo, asistir a promover los derechos humanos y el Estado de derecho y vigilar la situación a lo largo de las fronteras con el Chad y la República Centroafricana e informar al respecto.

UNAMID no se retiró porque se considerase que el conflicto de Darfur estuvieses solucionado, sino por la insistencia del Gobierno de Jartum que no quería tropas extranjeras en su territorio.

En su momento, numerosos expertos avisaron de que aquella decisión era un error. Y así lo han demostrado los hechos posteriores. Nunca han cesado los ataques de los árabes a las poblaciones negras. La diferencia es que ya no hay observadores internacionales que los documenten y les den publicidad. Las matanzas y saqueos han continuado. Y en los últimos meses se han intensificado. Esto coincide con el golpe de Estado del general Abdelfatah el Burhan en 2021 que puso fin a la transición democrática sudanesa iniciada en 2019.

Activistas humanitarios y de derechos humanos piden que se investiguen los incidentes y se lleve ante la justicia a los responsables de las matanzas, quema de aldeas y el desplazamiento de miles de personas. Pero hasta el momento no parece que haya intención de que eso suceda. Darfur sigue siendo un territorio olvidado, donde las atrocidades que se cometen no parecen importan a nadie.

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