Desde el inicio de la guerra en Ucrania el país liderado por Al-Sisi intenta mantener un equilibrio internacional, afectado por su frágil situación geopolítica

Egipto: atrapado entre Rusia y Occidente

KREMLIN ALEXEI DRUZHININ via REUTERS - Vladímir Putin y su homólogo egipcio, Abdel Fattah al-Sisi, asisten a una ceremonia de bienvenida a bordo del crucero Moskva en el puerto de Sochi, Rusia, el 12 de agosto de 2014

La creciente influencia de Rusia en la región de África del Norte y Oriente Medio crea una situación muy delicada 

El estallido de la guerra en Ucrania pilló totalmente por sorpresa y en una posición muy delicada al mayor importador de trigo mundial. Egipto, un país en continua transformación y progreso, especialmente desde la llegada de Al-Sisi al poder en 2013, ha construido sus relaciones internacionales en torno a una suerte de neutralidad entre Occidente y Rusia, que se fragiliza con la guerra en Ucrania. 

Es una conclusión a la que llegan Sonia Sánchez Díaz, especialista en Relaciones Internacionales en la Universidad Francisco de Vitoria, y los analistas de los think tanks Crisis Group y Arab Center Washington DC. Describen la situación de Egipto como estancada y con “un espacio de maniobra muy limitado” en la escena internacional. Si en un primer lugar Egipto condenó la invasión rusa, presionado por la diplomacia europea y estadounidense, al avanzar el conflicto la tibieza de su posición le valió reprimendas por parte de los representantes de exteriores ucranianos y del G7.  

¿Está en peligro la relación de Egipto con alguno de los dos ejes de esta contienda? 

Calle céntrica en el Cairo PHOTO/AP

Cañones y mantequilla para Egipto: 

En 2018, Abdel-Fattah Al-Sisi firmó junto con Vladimir Putin un tratado de asociación estratégica con la intención de reducir su dependencia hacia los Estados Unidos y Europa. Por parte de Rusia, afianzar su posición en Egipto le permite tener una buena puerta de entrada en el mundo árabe y seguir penetrando en la región MENA, uno de sus objetivos en política exterior. 

Hasta 2020, Rusia se posicionó como el mayor proveedor de armas de Egipto. 41% de las importaciones de material militar tuvieron origen ruso.  Desde helicópteros de combate Ka-52 Alligator rusos, en su variante especial para las Fuerzas Armadas Egipcias “Nile Crocodile”, hasta los cazas Sukhoi-35 entregados en 2021. 

Rusia aportó también financiación e inversión para el desarrollo del país. El acuerdo de partenariado entre El Cairo y Moscú puso sobre papel la financiación rusa de la central nuclear de Dabaa, con 25.000 millones de dólares de las arcas rusas para su puesta en marcha. “Egipto contaba con estas inversiones por parte de Rusia”, explica en entrevista para ATALAYAR Sonia Sánchez Díaz, profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV). “Las obras de esta planta iban a empezar en julio de 2022. Es un plan que ahora, con la guerra, está totalmente paralizado”, añade la especialista en la región MENA. Una situación que se repite con la construcción de la planta industrial del canal de Suez, también en riesgo de no ver el día en los tiempos esperados por culpa de la guerra y las sanciones. 

Un vendedor de pan lleva una bandeja de "Baladi", en el distrito del Viejo Cairo, Egipto AP/AMR NABIL

Egipto es también el mayor importador mundial de trigo, por delante de Indonesia. El gigante africano obtenía cerca del 70% del suministro de cereales desde Rusia, seguida por Ucrania con un 11%. El problema del trigo es un bache con el que se han topado la mayoría de los países del Norte de África tras el comienzo de la guerra, pero de acuerdo con Khalil Al-Anani, analista senior del Arab Center Washington DC, el impacto es especialmente grave en el caso egipcio. Los 12,9 millones de toneladas de trigo que Egipto compró en 2020 a Rusia y Ucrania han visto su precio multiplicarse por 2. De 230 dólares hasta los 450 dólares americanos. El precio de la cesta familiar en Egipto ha experimentado una fuerte crecida desde entonces. 

El turismo ha sufrido mucho en Egipto desde los cambios de gobierno y las protestas populares de 2011. La inseguridad y la inestabilidad en el país marchitó el atractivo internacional para los visitantes del importante patrimonio histórico del país. Después vino la COVID-19, otro obstáculo para los ambiciosos planes de revitalización de la industria turística de Al-Sisi. Recientemente el Gobierno egipcio ha cerrado importantes acuerdos de colaboración con países europeos, como España, que vuelven a llevar a turistas al país, pero la guerra en Ucrania corta un flujo importante de viajeros. De acuerdo con datos recabados por Crisis Group, los ucranianos y los rusos representaban antes de la guerra el 30% de los visitantes totales anuales que pasaban por las pirámides o atravesaban el río Nilo. 

Turistas en el Templo de Luxor, Egipto. AP/MOHAMED EL-SHAHED

El Gobierno liderado por Al-Sisi no se ha quedado de brazos cruzados y ha lanzado un paquete de medidas para combatir la escalada de precios y la depreciación de la libra egipcia, gravemente herida desde 2016. Las autoridades han prohibido la exportación de alimentos de primera necesidad, además de poner tope al precio del pan. Los países del Golfo han acudido en abril al rescate de Egipto con inversiones y depósitos monetarios en las instituciones bancarias egipcias. Arabia Saudí ofreció 5.000 millones de dólares al Banco Central de Egipto, además de prometer unas inversiones en el país por valor de 10.000 millones de dólares. Siguiendo el ejemplo saudí, Qatar y Emiratos Árabes Unidos ofrecieron por su parte 5.000 millones y 2.000 millones en inversiones respectivamente. Pese a estas ayudas, tal y como concluye el análisis de Crisis Group, la depreciación de la moneda y el aumento de precios pone las cosas muy difíciles para las clases populares egipcias, que ya sufrían bastante. 

La ayuda de los Estados del Golfo se suma a la del Fondo monetario internacional (FMI), al que Egipto ha acudido por tercera vez ya para intervenir en su maltrecha economía. Egipto es junto con Argentina el país que más ayudas ha recibido de parte del FMI. “Por todos estos motivos económicos, comerciales y de cooperación con Rusia, la situación actual de Egipto es muy delicada”, concluye la profesora Sánchez Díaz. 

Bolsa de valores egipcia en El Cairo PHOTO/REUTERS

El diálogo con Rusia no es siempre bueno, pese a las inversiones y a los acuerdos de cooperación que Putin ha cerrado con Al-Sisi. Hay algunos ejes en las relaciones entre ambos países que la diplomacia no ha conseguido pulir. En especial el miedo de Egipto a que Rusia tenga el visto bueno de Sudán para instalar una base militar en las costas sudanesas con acceso al Mar Rojo. Sudán es una zona sobre la que Egipto pretende mantener una influencia fuerte, y tiene claro que la presencia de Rusia no le sería en nada beneficiosa. 

Estados Unidos abandona Oriente Medio

La salida de Estados Unidos de Oriente Medio, que ha propiciado la entrada de Rusia es una de las razones por las que Egipto se ha girado hacia esta nueva alianza con Moscú, que ahora le pasa facturas por la guerra en Ucrania. Pero antes de ausentarse de Oriente Medio, Estados Unidos ya ponía bastantes piedras en el camino de Egipto, impidiendo que el país alcanzase sus objetivos, incluso necesidades, militares en distintos ámbitos. 

Tal y como apuntan los analistas del Washington Institute, Aliz Dizboni y Karim El-Baz, unas de las razones detrás del distanciamiento entre Estados Unidos y Egipto es justamente esta falta de suministro de armas por parte de los EE.UU. 

Egipto es una gran potencia militar, la mayor de África, y destaca por su importante fuerza terrestre dotada de una flota de alrededor de 1000 tanques americanos Abrams M1, que comparten bandera con antiguos T-62 soviéticos, T-55 Ramsses y algunos más modernos T-80 rusos.

Tanques Abrams egipcios participan en ejercicios en la base militar Mohamed Naguib, el 15 de noviembre de 2018 AFP/KHALED DESOUKI

El arsenal egipcio es un espejo del juego de relaciones internacionales del país, dotado de piezas de Francia, Italia, Alemania, Estados Unidos, Rusia y del extinto bloque soviético. Sin embargo, tal y como señalan Aliz Dizboni y Karim El-Baz, el problema de las Fuerzas Armadas Egipcias reside en su fuerza aérea. 

La flota de F-16 americanos de Egipto, mejorados a los estándares block 40 y 52 y que componen la espina dorsal de la fuerza aérea de combate egipcia, sería la flota de F-16 menos capaz del mundo para el combate real aire-aire. Esto se debe principalmente al veto de exportación que desde 2013 Estados Unidos ejerce sobre Egipto. En ese año, el Departamento de Estado paró la exportación de material militar de última generación para Egipto, alegando violaciones de derechos humanos en el país. Esto dejó a los F-16 egipcios sin otros misiles que los antiguos Sparrow, proyectiles guiados aire-aire con tecnología de la Guerra Fría, que impiden a Egipto tener una superioridad aérea sobre sus vecinos, o siquiera igualarlos. “Las razones detrás de este veto no son que pueda ser una amenaza para Israel. Egipto es socio con Israel, y no creo que sea un temor en este sentido”, apunta Sánchez Díaz. “Egipto es el principal socio de Israel para controlar Gaza. Egipto sí que necesita ese armamento para disuadir Etiopía y a la amenaza de la Gran Presa del Renacimiento”, añade la profesora de la UFV.

La administración Trump, en un intento de revertir estas decisiones del Gobierno de Obama, prometió en 2018 a Egipto un lote de una treintena de cazas F-35, de última generación y por los que Gobiernos de todo el mundo hacen méritos frente al Departamento de Estado con la esperanza de obtener el permiso de importación. La promesa de Trump no tuvo calado, bien por el “Deep State” estadounidense que actuó en su contra, bien por ser un farol de cara al Gobierno egipcio.

Un avión de combate F-16 pilotado por la Fuerza Aérea egipcia durante un entrenamiento de reabastecimiento de combustible en vuelo AFP PHOTO / US AIR FORCE / STAFF SGT. AMY ABBOTT

Es la principal razón por la que en el plano armamentístico Egipto se gira hacia Rusia, en especial para adquirir los cazas Sukhoi-35 (Su-35), despertando las reticencias de Washington. Además de los Su-35, Egipto también buscó soluciones a través de los Rafale franceses, que ya cuenta en su fuerza aérea, pero Estados Unidos presionó para que los misiles de esos Rafale fueran los MICA, de 80 km de alcance en lugar de los más modernos Meteor. 

Estados Unidos amenazó a Egipto con aplicar sanciones CAATSA (Countering America's Adversaries Through Sanctions Act) por su compra de material militar ruso, una injerencia en la soberanía egipcia, de acuerdo con el comunicado del Gobierno de Al-Sisi en respuesta. Otro distanciamiento más entre El Cairo y Washington. 

La respuesta ante la guerra

En este contexto de relaciones profundas y dependientes con Rusia, era de esperar que Egipto no tomara una postura abiertamente crítica y firme contra Putin tras el comienzo de la guerra. La postura ambigua que adopta Egipto es en gran parte similar a la de muchos países árabes, a excepción de aquellos que acudieron a la reunión consultativa organizada por Estados Unidos en Ramstein, en el mes de abril, Marruecos o Túnez, por ejemplo. La penetración de Rusia en la región MENA afecta casi por igual a todos los países árabes. 

En los primeros días de la Guerra, un comunicado del G7 (Francia, Alemania, Italia, Canadá, Estados Unidos, Japón y la Unión Europea) a través de su delegación en El Cairo empujó al Gobierno de Al-Sisi a tomar una decisión. La presión de Occidente hizo levantar la mano del enviado egipcio ante Naciones Unidas en la votación de la asamblea General del 2 de marzo, avalando la condena por la invasión. Una postura que no se repitió para la resolución del día 7 de abril, que excluyó a Rusia del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, en la que Egipto optó por la abstención.

El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, y el presidente de Egipto, Abdel Fattah al-Sisi, en El Cairo el 12 de abril de 2021 AFP PHOTO / Russian Foreign Ministry /

“Desde el comienzo de la guerra, Sisi intentó caminar por una fina línea entre los aliados occidentales de Egipto, en particular Estados Unidos, y Rusia. Mientras que la mayoría de los países han impuesto sanciones a Rusia, Egipto se negó a hacerlo” afirma Khalil Al-Anani, analista senior del Arab Center Washington DC en su análisis. La tibieza de Egipto tuvo respuesta por parte de la diplomacia ucraniana en El Cairo.  Al igual que con los demás países árabes, Ucrania pidió una implicación más seria.
Ruslan Nechai, encargado de Asuntos de Ucrania en El Cairo, entregó en marzo una serie de demandas al Gobierno egipcio. Ucrania pidió armas a Al-Sisi, además de material de defensa militar, asistencia humanitaria y ayuda logística. Una respuesta a la guerra similar a la de los países europeos. De acuerdo con Ruslan Nechai, en declaraciones hechas para el medio especializado Al-Monitor, "A Egipto le conviene que la guerra termine. Necesitamos que Egipto nos ofrezca ayuda humanitaria y médica, y que nos ayude con armas, según su criterio. La seguridad alimentaria de Egipto depende en gran medida de Ucrania". 

Del lado ruso, el medio Al-Arab ha desvelado que algunos artículos publicados en el medio de comunicación, financiado por el Gobierno ruso, Russia Today amenazan directamente a Egipto y a las relaciones entre los gobiernos de Al-Sisi y Putin. De acuerdo con Al-Arab, dichos artículos llevan la firma de políticos y personalidades directamente vinculadas al Kremlin. 

No se espera que Egipto salga pronto de esta situación. Más avanzado el conflicto, las únicas declaraciones que las autoridades gubernamentales han dedicado a la guerra han sido una llamada al diálogo entre Rusia y ucrania para acabar con la guerra. Pero tras el fin de la primera etapa de la invasión rusa, la ofensiva ha cambiado de ritmo y los pronósticos apuntan a una guerra larga por Ucrania, que reconfigura el escenario egipcio para los próximos años y fuerza al Gobierno de Al-Sisi a buscar alternativas y cambiar sus planes. 

Fotografia de archivo, la Fuerza Aérea Egipcia realiza una exhibición aérea en la que se muestran aviones F-16 entregados a Egipto por Estados Unidos REUTERS/ASMAA WAGUIH

Posibles Escenarios para Egipto

Sonia Sánchez Díaz descarta la posibilidad de que Estados Unidos aplique las sanciones CAATSA al completo sobre Egipto. “Sería una golpe devastador a una economía ya muy malgastada. La administración Biden tiene que calcular sus movimientos, y creo que no estaría dentro de sus intereses”, explica la especialista en Oriente Medio. Sin embargo, Sánchez Díaz piensa que lo más probable en caso de una guerra larga sea un reconfiguración del tablero actual. ”Egipto se verá forzado a buscar nuevos aliados y alternativas para sus necesidades”, apunta Sánchez Díaz, que también cree que puede ser beneficioso al largo plazo para Egipto, que aumentaría así su autonomía y su poder de decisión. No sería algo exclusivo para el país liderado por Al-Sisi, pero también para todos los países del norte de África en los que Rusia ha penetrado en los últimos años. 

En caso de romperse el partenariado Egipto-Ruso, volvería a haber un lugar para Estados Unidos en el plano militar, si bien es incierto decir si eso podría convenir totalmente a Egipto en caso de se mantengan las prohibiciones de venta de material de tecnología avanzada tal y como se decidió en 2013. 

China se perfile con el otro gran sustituto y remedio para el gigante norteafricano. La industria armamentística china, que no está sujeta a las sanciones CAATSA de los Estados Unidos, estaría perfectamente capacitada para suministrar equipamiento a Egipto. Tal vez no para solventar su problema en la Fuerza Aérea, que ya tendrá bastantes dificultades en operar sus nuevos Su-35 en coordinación con equipos que no les son compatibles, pero sí en muchos otros aspectos. 

En el caso de seguir por la senda de la cooperación profunda con Rusia, Egipto podría verse empujado a una situación cada vez más dependiente de Moscú, de la que le sea muy difícil salir y desde la que maniobrar en geopolítica le sea igual de complicado. Es el escenario menos probable por el liderazgo de Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos en Oriente Medio y para el mundo árabe, que tienen intereses en mantener a Egipto en su grupo de influencia, especialmente con un Gobierno fuerte y opuesto al islamismo radical de los Hermanos Musulmanes. 
 

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