Abel Resino y Javier Arizmendi analizan cómo es el día después del fútbol

El último verano del futbolista

Abel Resino and Javier Arizmendi

“Hay un verano que nunca vuelve para un futbolista. Un mes de agosto que tienes que volver a tu casa. Has dejado la rutina de los entrenamientos, los viajes, los partidos…”. Son las palabras de Abel Resino. Uno de los mejores porteros del Atlético de Madrid. Defendió su portería entre 1986 y 1995 y estuvo 1.275 minutos sin encajar un gol. Un récord de imbatibilidad que aún no se ha superado y que rompió Luis Enrique, por aquel entonces en las filas del Sporting de Gijón. 

Abel y Wilfred

El último verano de Abel empezó un 5 de mayo de 1996 en Vallecas. El Valladolid ganó 0-2 con goles de Quevedo y Peternac, los dos de penalti. El portero toledano acabó expulsado por Carmona Méndez en el minuto 88 y nunca más volvió a la portería. El malogrado Wilfred Agbonavbare tomaría su relevo por muchos años en el Rayo Vallecano. 

En ese momento los focos se apagaron para Abel Resino. Dos Copas del Rey, internacional con España y una personalidad fuerte en un Atlético liderado por Jesús Gil quedaban atrás para empezar una nueva vida. 

“Llegas a casa y ves que tu cuenta corriente está llena, pero ya no va a entrar más dinero. Empiezas valorar los ingresos y los gastos. Te preguntas de qué privas a tu familia y acabas poniéndote a trabajar”, revela en una videollamada organizada por BestMatch. La agencia que ha puesto en marcha junto al abogado Raúl Mayoral para asesorar a futbolistas en los últimos años de su carrera. 

Arizmendi

Javier Arizmendi también tuvo un último verano. Su paso por el fútbol empezó en el Atlético de Madrid, pasó por el Zaragoza, el polémico Valencia de Koeman donde ganó una Copa del Rey, siguió en el Getafe, en el Neuchâtel suizo y acabó en el Deportivo de la Coruña en 2014. Old Trafford fue testigo de su único partido como internacional en 2007 de la mano de otro ilustre atlético como Luis Aragonés. Fue capaz de formarse mientras jugaba al fútbol y ahora se dedica a la gestión de patrimonios en la sociedad de valores Tressis.

Arizmendi habla de la retirada, de lo que se llevan los futbolistas y de la realidad: “Acumulas un bagaje importante para seguir vinculado al fútbol, pero la realidad es que tampoco cabemos todos”; y continúa valorando la que fue su profesión “el fútbol es un deporte aparte, alejado de la realidad y de la sociedad”. 

Abel y Gil

“Cuando yo comienzo no había representantes, había intermediarios”, comenta Abel. Añade algo que se podía intuir sobre su relación con Jesús Gil, “yo negocié todos mis contratos personalmente con el Atlético de Madrid”. Algo inconcebible en nuestros días donde los jugadores viven rodeados de agencias que les asesoran en todos los aspectos de su vida profesional y personal desde que son alevines.

Abel pasó diez años entrenando en clubes de Primera y Segunda División. En el Levante, el Castellón, el Celta, el Granada, el Valladolid o en su amado Atlético ha visto el perfil de los nuevos jóvenes. “Los futbolistas de ahora tienen menos contacto con la realidad que los de antes. Conviven con sus agentes que dirigen toda su vida. Viven en una burbuja que no les deja ver lo que pasa en la sociedad”.

Viajar con Benzema 

A Arizmendi se le ilumina la mirada cuando se habla de los jóvenes. Sabe que la situación de la cantera también es distinta a la de sus comienzos y quiere poner el foco en la responsabilidad de los clubes. “El profesionalismo cada vez llega antes. Los juveniles viajan con los mayores en Champions. Si los niños se meten en un avión con Benzema, ¿cómo no van a pensar que van a ser Benzema el día de mañana? Hay un problema de frustración. Ya hay equipos de psicólogos en los clubes manejando expectativas”. 

“Eres joven, ganas dinero, eres famoso, reconocido y tienes que salir del entorno familiar… es un coctel explosivo y lo que te rodea no es lo mejor. Sin un grado de madurez importante los chavales acaban perdidos”, asegura Arizmendi recordando su primera salida fuera de Madrid rumbo a Santander para jugar en el Racing. 

Arruinados

“Cuando la vida profesional se acaba los futbolistas se dividen en dos: los que tienen su vida solucionada y los que no han ganado lo suficiente y tienen que seguir buscándose la vida”, explica Abel. Pero hay muchos más del segundo caso que del primero. “En mi época la gente se arruinaba mucho más que ahora. Hoy en día las agencias de representación asesoran más. Cuando el futbolista que ingresa un sueldo medio no tiene una agencia que les represente debe aprender a caminar y a hacerse un hueco en la vida”. A tomar esas decisiones que pueden marcar el futuro de un deportista es a lo que ha enfocado Abel Resino su vida empresarial.

Javier Arizmendi conoce las cifras del deporte profesional y son duras. “En la NFL un 78% de los jugadores cae en bancarrota o acaba con problemas económicos. En la NBA el 60% se arruina a los cinco años de retirarse. En la Premier League tres de cada cinco se declaran en quiebra después de dejar su vida como jugadores profesionales”. Son estadísticas que debe conocer el profesional en activo para aprender a tomar decisiones.   

La retirada

Los futbolistas no suelen ver el final de su carrera. No hablan de ello públicamente ni en momentos de renovación porque su deseo es seguir un año más y luego otro. Hay muy pocos que se retiren y no necesiten trabajar más. Lo normal es que tengan un buen colchón, pero saber gestionarlo es básico para sobrevivir.   

La vida profesional de futbolista es relativamente corta con respecto a otras profesiones. También ganan más dinero en comparación, pero su riesgo de que todo se acabe por una lesión es elevado. Viven en la inseguridad porque su cuerpo es su herramienta y tiene que responder cada día. “Yo he firmado contratos de tres o cuatro temporadas y he cumplido una o dos. Lo habitual es la incertidumbre acerca de tu futuro. No hay ingresos predecibles, puede haber lesiones, descensos… hay que estar preparados para eso. Es una carrera volátil en la que influyen demasiados factores”, comenta recordando su llegada al Getafe desde Zaragoza para firmar un contrato de seis temporadas de las que acabó cumpliendo tres con dos cesiones incluidas.

Abel y Arizmendi son dos futbolistas retirados. Representan a dos momentos diferentes del fútbol y se han preocupado por saber cómo es el presente del nuevo jugador para que su retirada sea llevadera. Ese momento en el que el deportista pasa de trabajar para ganar dinero a que su dinero trabaje por él. 

Después de esta charla ya no podemos pensar en la retirada de Cristiano Ronaldo o Messi. Ya sabemos lo que tienen y lo que tendrán cuando cuelguen las botas. Pero hay más, muchos más con unas edades entre 35 y 40 años que tienen por delante casi 20 años más de edad laboral. Obreros del balón que verán cómo hay un verano que no vuelve.

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