Washington destinó millones de dólares en armamento al Ejército afgano, y, ahora, con la caída de Kabul, los insurgentes controlan modernos equipos bélicos norteamericanos

El arsenal militar estadounidense en Afganistán pasa a manos de los talibanes

photo_camera AP/RAHMAT GUL - Combatientes talibanes en Wazir Akbar Khan en la ciudad de Kabul, Afganistán

La toma de Kabul por parte de los talibanes ha supuesto un aumento de la capacidad armamentística del movimiento. A medida que los insurgentes conquistaban nuevas ciudades, los edificios de las fuerzas afganas que albergaban armas eran saqueados. Como pudimos ver en Herat, donde los combatientes encontraron un arsenal con una gran cantidad de rifles de asalto, ametralladoras y otras armas de origen estadounidense. Con cada posición nueva se fortalecían militarmente a través de equipos bélicos norteamericanos.

En Kunduz, una de sus últimas conquistas, adquirieron vehículos blindados antiminas, aviones no tripulados y Humvees, todo esto de fabricación estadounidense, tal y como informa el periódico británico The Independent. Julian Rupke, periodista del medio alemán Bild, publicó fotografías en Twitter del armamento incautado por los talibanes, donde aparecen vehículos blindados International M1224 MaxxPro y dones Scan Eagle. En esta capital de provincia al norte del país, al igual que ocurrió en otras ciudades, las fuerzas de seguridad afganas terminaron rindiéndose, dejando el armamento en manos de los talibanes. En Kunduz en concreto, muchos soldados afganos sintieron que “la lucha ya no era útil”, según el medio The Wall Street Journal. Asimismo, debían hacer frente a la falta de suministros de alimentos y agua.

Armamento “Made in USA”

Washington, al igual que sus socios de la OTAN, se han gastado millones de dólares en los últimos 20 años armando al Ejército afgano con equipos modernos que les permitiesen hacer frente a la amenaza talibán. Finalmente, esta inversión ha ido a parar a manos de los insurgentes, que se encuentran fuertemente armados y con capacidad de frenar cualquier sublevación que haya en el país. No obstante, tal y como informa The Washington Post, los talibanes llevan años armándose con material estadounidense. En 2014, por ejemplo, las fuerzas nacionales afganas perdieron el 43% de las armas que le había suministrado las tropas extranjeras. Este porcentaje supone unas 200.000 armas. En 2017, el medio Military Times publicó imágenes de talibanes con una gran cantidad de armamento obtenido en la “Operación Mansouri”, una ofensiva contra el Ejército afgano.

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Ahora, con el control del territorio nacional, los talibanes tienen en sus manos avanzados equipos militares estadounidenses que un día pertenecieron a las fuerzas afganas y que un día se usaron contra ellos.

Dentro de este armamento encontramos helicópteros Black Hawk, A-29 Super Tucano y MD-350. Las fuerzas nacionales afganas habían recibido 3 Black Hawk, una aeronave con grandes ventajas ofensivas con capacidad para transportar 11 soldados y equipado con una ametralladora. Cada una de estas naves tiene un valor de 25 millones de dólares.

El A-29 se trata de un avión de combate ligero más letal y armado que el anterior. Puede lanzar bombas guiadas por láser además de transportar una amplia gama de armas. Estados Unidos proporcionó unos 24 a las tropas afganas, aunque ahora se encuentran bajo control talibán.

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Los helicópteros MD-350 están equipados con ametralladoras automáticas y misiles. Las fuerzas afganas tenían alrededor de 50 aeronaves de este tipo.

Además de equipos aéreos, Estados Unidos proporcionó al Gobierno afgano un gran equipo de ametralladoras, rifles y armas ligeras. Dentro de este armamento se encuentran los fusiles M240, una metralleta automática que se instala sobre vehículos blindados y que cuenta con una cadencia de tiro de entre 650 y 950 disparos por minuto. Asimismo, hay subfusiles M249, que alcanzan los 1.000 disparos por minuto. Los talibanes también están en posesión rifles de francotirador, que pueden alcanzar un objetivo a 3.600 metros. Estos rifles tienen como ventaja su peso ligero, que no supera los 4 kilogramos.

Los vehículos también suponían una parte importante del material bélico estadounidense. Desde las camionetas Ford y Toyota, útiles para recorrer el territorio afgano y transportar solados, hasta los todoterrenos M117, un tipo de vehículo que ya fue usado en Irak que cuenta con lanzagranadas y ametralladoras. Las fuerzas afganas disponían de al menos 350 unidades. También cabe destacar el blindado M113, un vehículo con capacidad anfibia destinado para transportar soldados en terrenos peligroso o de difícil acceso.

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Washington reconoce que sus armas “están en manos de los talibanes”

“No tenemos una imagen completa de dónde ha ido a parar cada artículo de material de defensa, pero una buena cantidad ha caído en manos de los talibanes”, aseguró Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos. “Obviamente, no tenemos la sensación de que nos lo vayan a entregar”, añadió Sullivan en una rueda de prensa. El funcionario estadounidense también anunció que se mantenían “en contacto” con los insurgentes para garantizar la seguridad de las personas que se trasladan al aeropuerto internacional de Kabul, la única vía para abandona Afganistán.

El opio, la base de la financiación talibán

Además de contar con una gran cantidad de armas y equipos militares, los talibanes también se financian a través de actividades comerciales ilegales, como el tráfico de droga. Afganistán es el mayor proveedor opiáceos del mundo, algo que ha sido aprovechado por los talibanes a la hora de conseguir dinero. Según un informe reciente de Naciones Unidas, el tráfico de drogas supuso unos 460 millones de dólares para los insurgentes tan solo en 2020. La ONU aseguró también que la pandemia del coronavirus no afectó al comercio. “Los talibanes han contado con el comercio de opio afgano como una de sus principales fuentes de ingresos”, declara César Gudes, jefe de la oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (ONUDD) en Kabul. Los insurgentes suelen negar su participación en el comercio de las drogas, recordando que prohibieron el cultivo de opio en 2000 en busca de legitimidad internacional. Sin embargo, esta decisión provocó una reacción popular y cambiaron su postura.

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“Nos hemos mantenido al margen y, por desgracia, hemos permitido que los talibanes se conviertan probablemente en una organización terrorista no designada con mayor financiación del mundo”, explica un funcionario estadounidense. El máximo histórico de producción de opio se alcanzó en 2017 con 9.900 toneladas con un valor de 1.400 millones de dólares. Varias agencias de inteligencia internacionales han estimado que el comercio de opio supone entre 300 millones y 1.600 millones de dólares en los ingresos anuales del movimiento.

El informe de la ONU también señala que los talibanes se financian a través de impuestos a una amplia gama de servicios de infraestructura, carreteras, comunicaciones y transporte. Tan solo con las facturas de la electricidad en diferentes partes del país, los insurgentes ganan más de dos millones de dólares al año. Las zonas mineras también suponen una parte importante de su fondo económico. Según la ONU, la explotación minera consiguió ganancias estimadas en 464 millones de dólares. El expresidente afgano, Ashraf Ghani, alertó que el movimiento controla más de 280 áreas ricas en minerales. 

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