Tras la crisis económica originada por la pandemia, la recuperación post-COVID está en riesgo como consecuencia del fuerte aumento de los precios globales

El aumento de la inflación pone en peligro la recuperación económica global

photo_camera PHOTO/AFP - Apertura de Dow Jones en Nueva York

La economía mundial debe hacer frente a una situación fuertemente precaria. A la recesión económica generada por la pandemia de la COVID-19 le ha seguido la guerra en Ucrania, frenando la recuperación.

Tras un 2020 marcado por confinamientos y una recesión económica que afectó a todas las principales economías del mundo, exceptuando a China, ahora, la recuperación post-COVID está en peligro, a la vez que la economía global se ve cada vez más tensionada. 

El principal factor que está tirando a la baja del crecimiento responde a una inflación disparada, que está batiendo récords en prácticamente todo el mundo. Ya antes del inicio de la invasión de Rusia a Ucrania los precios estaban subiendo rápidamente, empujados por el rápido aumento del valor de las materias primas, el desequilibrio entre la oferta y la demanda, la crisis en la cadena de suministros y las políticas monetarias adoptadas por los distintos bancos centrales para enfrentar las consecuencias económicas de la pandemia.

Gas Marruecos

Pero estas tendencias se agravaron como consecuencia de la guerra, disparando los precios de los productos energéticos, materias primas y alimentos, entre otros. Y los confinamientos por la política cero COVID de China, que han generado fuertes cuellos de botella en los principales puertos del país, particularmente en Shanghái, han producido retrasos y alterado las cadenas de suministro globales, en las que el gigante asiático tiene un papel protagonista, aumentando aún más la inflación. 

En la Eurozona, la inflación alcanzó el 8,1% el pasado mayo, un 0,7% más que en el mes de abril, con la inflación en el precio de la energía alcanzando un 39,2%. Mientras, en Estados Unidos este dato alcanzó el 8,6%, el más alto desde 1981, entonces en plena crisis del petróleo, con la energía subiendo hasta un 34,6%. En ambas economías, antes de 2021 la inflación se había asentado en torno al 2%. 

Como consecuencia, lo que en principio podría parecer una recuperación en forma de “V”, es decir rápida y vigorosa, y luego pasó a ser considerada una recuperación en forma de “U”, más progresiva y lenta, ahora apunta a adoptar una forma de “L”, muy lenta, a la vez que la práctica totalidad de organismos económicos y bancos centrales limitan las perspectivas de crecimiento económico.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) sigue reduciendo a la baja sus previsiones con respecto al crecimiento de la economía mundial, que en abril estimó en un 3,6% tanto para 2022 como 2023, una reducción del 0,8 y el 0,2% con respecto a sus proyecciones del mes de enero. Por su parte, en mayo, la Comisión Europea redujo sus estimaciones de crecimiento del PIB de los Veintisiete a un 2,7% en 2022 y un 2,3% en 2023, de un 4,0% y un 2,8% en febrero.

FMI

Ahora, cada vez existe más temor a que la economía mundial pueda entrar en estanflación, es decir inflación sin crecimiento económico, si bien los datos de crecimiento económico siguen en positivo en la mayoría de las economías mundiales.  

A la vez, una inflación tan elevada, con un fuerte aumento de los precios de la energía y de los alimentos, empeorado por la guerra, aumenta el riesgo de descontento social, particularmente en los países del Tercer Mundo.  

La Reserva Federal saca la artillería  

Para combatir esta elevada inflación, este miércoles la Reserva Federal elevó los tipos de interés en un 0,75%, hasta una horquilla entre el 1,5 y el 1,75%, el mayor aumento en tres décadas, en el pistoletazo de salida de una política monetaria más dura del organismo estadounidense, con otro probable aumento de entre el 0,50 y 0,75% en la próxima reunión del Banco Central, de acuerdo con su presidente, Jerome Powell.  

Además, se espera que la Fed aumente los tipos de interés hasta alcanzar alrededor de un 3,8% en 2023. Con este movimiento, la Fed espera que la inflación se reduzca a un 4,3% este año y a un 2,7% en 2023, acercándose a su objetivo del 2%. Pero el efecto secundario de la subida de los tipos de interés puede suponer una reducción del crecimiento económico e incluso la entrada en recesión.

Christine Lagarde
Europa, a remolque y en riesgo de fragmentación 

El Banco Central Europeo (BCE) también anunció su intención de permitir el aumento de los tipos de interés, que llevará a cabo en julio y en septiembre, a la vez que el Euribor ha llegado al 1%, y se estima que podría superar el 2,5% en 2023. El BCE, a su vez, también afirmó su decisión de cesar la compra de bonos en el mercado. De esta forma, igual que la Reserva Federal, el BCE estaría renunciando a parte del crecimiento económico a cambio de reducir como sea la inflación. 

No obstante, en el caso europeo este anuncio arrastró consigo un fuerte aumento de las primas de riesgo de varias de las economías más vulnerables de la Eurozona, como la española o la italiana, amenazándola con una fragmentación financiera. 

Ante el miedo a que se repita una crisis como la de 2012, que puso en riesgo la existencia de la moneda común, el BCE acordó “dotar de flexibilidad” a la forma en la que reinvierte los vencimientos del programa especial contra la pandemia (PEPP, por sus siglas en inglés), de 1,7 billones de euros, pudiendo reorientar sus inversiones a los países con una deuda más tensionada. A su vez, el Banco Central anunció que empezaría a trabajar en la creación de un nuevo instrumento antifragmentación.   

Coordinador de América: José Antonio Sierra.

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