Estas catástrofes se han vuelto recurrentes en el sur y este de África en las últimas décadas

El cambio climático es una realidad en África

photo_camera AP/BEN CURTIS - Inseguridad alimenticia en el Cuerno de África debido a las sequías exacerbadas por la crisis climática

Hace pocos días, decenas de personas morían en el este de Sudáfrica a consecuencia de las fuertes lluvias, las inundaciones y los corrimientos de tierra causados por ellas. Durban ha sido la ciudad más afectada por esta situación.

Estas catástrofes se han vuelto recurrentes en el sur y este de África en las últimas décadas. El calentamiento global ha alterado los patrones climatológicos de la zona y ha aumentado las sequías y las tormentas tropicales. Estas últimas golpean de manera especial a las comunidades más vulnerables de países como Madagascar, Mozambique, Malaui o Zimbabue, por ejemplo.

Baste recordar el ciclón Idai que arrasó la costa mozambiqueña en 2019. Pero que también provocó graves inundaciones en los otros países nombrados más arriba. Causó cientos de muertos y pérdidas económicas cuantiosas. Por eso desató una de las peores crisis humanitarias de la historia de Mozambique.

En lo que va de año, tres nuevos ciclones han golpeado la misma zona. El primero fue la tormenta Ana en enero, que trajo fuertes vientos, lluvias y mucha destrucción. En febrero llegó Batsirai. Otros dos más pequeños les siguieron. Y ahora, le ha tocado el turno a Sudáfrica.

El encadenamiento de tormentas tropicales no permite que las personas se recuperen antes de la llegada de la siguiente. A ello hay que añadir otros factores como pueden ser el conflicto en el norte de Mozambique o la fuerte sequía que arrastra el sur de Madagascar. Elementos que aumentan la vulnerabilidad y aceleran la inseguridad alimentaria.

Es interesante notar que los avances tecnológicos detectan la llegada de los ciclones con precisión. Pero estos avisos tempranos no ayudan a mitigar los efectos. La falta de recursos de los países afectados les impide tomar acciones contundentes para mitigar los efectos del cambio climático.

Mientras, una sequía prolongada que abarca ya varias estaciones ha conducido a una inseguridad alimentaria aguda a los países del Cuerno de África. Allí entre 12 y 14 millones de personas corren peligro, según cálculos de la FAO. “Los cultivos siguen marchitándose y los animales debilitándose”, afirma la organización.

Esta situación se encuentra detrás de la intensificación de conflictos por el control del agua y las tierras de cultivo y pastoreos en países como Etiopía, Kenia y Somalia.

Igual sucede en el Sahel. La sequía se prolonga por años. Los registros meteorológicos afirman que las estaciones de lluvia se están acortando en la zona, mientras que las sequías se prolongan. En ocasiones llegan a durar hasta nueve meses. Hay que recordar la de 2010 que fue especialmente dañina. Se calcula que solo en Níger se llevó por delante al 25% de las cabezas de ganado del país. Un duro golpe para su economía.

En esta región africana las disputas por el acceso al agua por parte de agricultores y ganaderos se vuelven cada vez más violentas. Lo que ha dado lugar al surgimiento de conflictos más frecuentes y potencialmente más graves. A ello hay que sumar la actividad de los grupos yihadistas que operan en la zona y que incrementan el riesgo para la vida de miles de personas y ponen en peligro sus medios tradicionales de subsistencia.

El cambio climático no es una opinión, es una realidad que en África se hace patente en todos sus rincones. Nueve de los 10 países más vulnerables se encuentran en África subsahariana. Ya afecta a la productividad agrícola, al aumento de la incidencia de enfermedades, la pobreza y el estrés hídrico. Además, provoca más conflictos.

De seguir así, en las próximas décadas, el continente africano también sufrirá inundaciones extremas, sequía y erosión costera más intensas y frecuentes, según Naciones Unidas.

Sin embargo, no todos sus ciudadanos lo sufren por igual. Los pobres son el sector de la población más afectado por las inundaciones o las sequías. Los habitantes de los llamados asentamientos informales, los poblados de pescadores, los campamentos de los pueblos trashumantes… suelen ser los que aportan el mayor número de muertos. Pero también los que antes padecen el hambre y los primeros en tener que desplazarse en busca de mejores condiciones de vida una vez que lo han perdido todo.

Dentro de los pobres, las mujeres son las más perjudicadas por el cambio climático. A ellas corresponden, por ejemplo, el acarreo del agua y la búsqueda de leña para cocinar. Acciones cada vez más difíciles de realizar. También muchas dependen de la agricultura o el pastoreo. Además, en cualquier conflicto las mujeres son víctimas expuestas a todo tipo de violencia. Es por eso por lo que se puede afirmar que existe una clara relación entre calentamiento global y desigualdad de género.

El cambio climático está ahí. Afecta de manera directa a la mayoría de los países africanos y en especial a las poblaciones más vulnerables. Si no se toman medidas urgentes para paliarlo, África será el continente más perjudicado por tener una población muy vulnerable y carecer de recursos con los que enfrentarse a él. Y eso a pesar de ser la región del mundo que menos ha contribuido al calentamiento global.

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