Las graves desavenencias con Estados Unidos y sus aliados han llevado a la Federación de Rusia a reformar y potenciar sus Fuerzas Armadas

El desencuentro con Rusia y las claves de su estrategia militar

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Resulta asombroso contemplar las grandes y bruscas transformaciones que se han producido en las relaciones estratégicas entre la OTAN y la Federación de Rusia y la capacidad que ha demostrado el Kremlin para afirmarse como gran potencia frente a la firme oposición de los EE. UU. y sus aliados. Esto no habría sido posible sin los esfuerzos y la capacidad demostrados por el presidente Putin en el desarrollo de la estrategia militar rusa.

Tras el final de la Guerra Fría, el reencuentro este-oeste se produjo mucho más rápido de lo esperado, dando lugar a una constructiva luna de miel geopolítica entre los antiguos rivales. Tan estrecha llegó a ser la relación que la dimensión militar perdió pronto protagonismo en los asuntos internacionales, sufriendo las FF. AA. rusas un progresivo deterioro.

Por razones económicas, de seguridad y de influencia internacional, la prioridad estratégica del Kremlin era mantener el control sobre las vecinas repúblicas exsoviéticas que eran consideradas un área de influencia irrenunciable, con la exclusiva excepción de las repúblicas bálticas, cuyo acercamiento a Europa occidental parecía inevitable.

Progresivamente, el entendimiento se transformó en insatisfacción, desconfianza y resentimiento por parte rusa. Primero fue la doctrina Primakov que proponía los siguientes principios para la política exterior rusa1:

  • Promover un mundo multipolar administrado por un concierto de grandes potencias que puedan contrarrestar el poder unilateral de EE. UU.
  • Insistir en su primacía en el espacio postsoviético y liderar la integración de esa región.
  • Oposición a la expansión de la OTAN.

 

Posteriormente, con la llegada de Vladimir Putin a la presidencia en el año 2000, existió un intento de reconducir la relación con la OTAN sobre las bases de la colaboración y el respeto de los intereses recíprocos. Moscú aspiraba a recuperar el rango de gran potencia, manteniendo un equilibrio geopolítico entre Washington y Pekín. En 2001, Putin prestó su apoyo al presidente Bush durante su intervención militar en Afganistán. En 2003, a pesar de advertir a la Casa Blanca de las consecuencias que podrían derivarse, el Kremlin no hizo resistencia a la invasión norteamericana de Irak.

Ello no impidió la expansión de la OTAN hasta la frontera de Rusia, en 2004, al tiempo que las revoluciones de color amenazaban la estabilidad de las repúblicas vecinas, algo que los líderes rusos consideraban instigado por Occidente.

Moscú se puso a la defensiva y pidió a Washington y sus aliados garantías de que no iba a continuar el avance hacia el este. En las capitales occidentales, a pesar del buen entendimiento con Rusia —o precisamente por ello—, se antepuso el derecho soberano de los Estados para incorporarse a la OTAN y a la UE, haciendo oídos sordos a las sensibilidades rusas. Putin cambió entonces de enfoque, recuperó la doctrina Primakov y, a partir de 2006, empezó a desarrollar una estrategia, unas fuerzas y unos objetivos para la proyección de poder global2.

Por parte de EE. UU. había el deseo de consolidar un buen entendimiento con la potencia euroasiática, pero esto exigía que el Kremlin aceptara del orden hegemónico norteamericano. Desde el final de la Guerra Fría, todos los presidentes de los EE. UU. se han comprometido a construir mejores relaciones con Rusia y cada uno ha visto cómo su visión se evaporaba. Los tres primeros —Clinton, Bush hijo y Obama— se propusieron integrar a Rusia en la comunidad euroatlántica y convertirla en un socio para construir un orden liberal global. Cada uno dejó el cargo con unas relaciones peores de las que había encontrado y con una Rusia cada vez más distante. El presidente Donald Trump prometió establecer una estrecha asociación con Vladimir Putin. Sin embargo, su Administración ha endurecido el enfoque de confrontación aún más que la de Obama tras la agresión de Rusia contra Ucrania en 20143.

Los planteamientos de ambas partes eran incompatibles. Washington se sentía capaz de imponer su punto de vista a Moscú; la historia parecía avanzar en esa dirección. Además, era una cuestión de profundas convicciones, al entrar en juego valores considerados universales. Para Putin y sus colaboradores era un dilema donde convergían preocupaciones geopolíticas graves con asuntos que afectaban al propio ser nacional. Rusia debía aceptar un rango de nación subordinada y confiar su futuro a la buena voluntad y el acierto del gran hegemón.

No era de esperar que la Federación de Rusia lo fuera a aceptar. Por experiencia histórica y circunstancias geográficas Rusia es una nación desconfiada y victimista4. El sentimiento nacionalista y de grandeza patria está muy arraigado en su sociedad y, como recordaba el historiador Geoffrey Hosking con gran agudeza, en 1995, Rusia se interpreta a sí misma mucho más como una nación-imperio que como un Estado- nación: «Gran Bretaña tuvo un imperio, pero Rusia fue un imperio y quizás lo siga siendo»5. Los imperios no aceptan ser sometidos a la jerarquía de otras entidades imperiales; si no dejarían de ser imperios.

No estando dispuesto el Kremlin a someterse al dictado de la Casa Blanca, la preparación militar volvió a ser una preocupación primordial para la dirección política rusa. Se emprendieron una serie de reformas que, combinadas con la experiencia adquirida en las sucesivas guerras y la determinación para emplearlas, han terminado por convertir a las FF. AA. rusas en un instrumento de poder formidable.

La estrategia aplicada por EEUU y sus aliados para forzar a la Federación de Rusia a integrarse en el sistema internacional entonces vigente ha producido los efectos contrarios: ha sacado al genio de la botella, ha empujado a Moscú a buscar una entente estratégica con Pekín y ha devuelto a Rusia una ambición geoestratégica global. La incapacidad para hacer concesiones en su momento ha llevado a una confrontación abierta entre las principales potencias, ha posicionado a Rusia como una potencia global —que antes no era— y ha destruido el orden internacional liberal basado en normas, sustituyéndolo por uno multipolar más peligroso, más difícil de gestionar y poco adecuado para abordar los grandes retos de nuestro tiempo, como ha demostrado la crisis el coronavirus.

Este documento pretende presentar el proceso que ha llevado a las FF. AA. rusas desde la situación de penuria en que habían quedado tras la debacle de la URSS hasta haberse convertido en una herramienta eficaz al servicio de la ambición del Kremlin. De igual modo, aborda los designios estratégicos que lo han hecho posible y defiende que dada la situación de grave tensión a la que ha llevado, sería más prudente abandonar la estrategia de confrontación y formular una de coexistencia que permita contemplar el porvenir con mayor serenidad.

Reforma militar rusa

Al acabar la Guerra Fría, las FF. AA. rusas se enfrentaron a una dramática reducción de su presupuesto acompañada de graves limitaciones de personal, del deterioro de la preparación y de incertidumbre acerca de su papel estratégico para los nuevos tiempos. El abastecimiento de los sistemas de armas más punteros se redujo a un goteo y finalmente se detuvo. La potente industria militar heredada de la era soviética hizo lo posible por no sucumbir, centrándose en ganar divisas mediante la venta de sus armas más modernas a compradores extranjeros6.

El reto más importante de las nuevas FF. AA. rusas se produjo dentro de las fronteras de la Federación de Rusia en la primera guerra de Chechenia (1994-1995) que amenazaba la unidad territorial de la nueva entidad estatal. Dicho conflicto armado puso de relieve las grandes carencias militares de la Rusia de Yeltsin que fueron ampliamente publicitadas tanto por la prensa internacional como por la rusa, socavando la reputación del estamento militar ruso. En un contexto de clara distensión estratégica, los tibios impulsos de reforma y modernización apenas consiguieron detener la degradación de la máquina militar rusa. No obstante, a finales de los 90, la creación de una Fuerza Permanente de Alta Disponibilidad compuesta por unidades con mejores coberturas de personal y material permitió a Putin intervenir con mayor rapidez y eficacia en la segunda guerra de Chechenia (1999-2004).

Cuando la OTAN amenazó con seguir extendiéndose más allá de la línea alcanzada en 2004 (figura 1) el oso ruso tensó los músculos, avisó en la Conferencia de Seguridad de Múnich de 2007 y en 2008 dio el primer zarpazo en la breve guerra de Georgia. A pesar del cambio de actitud estratégica de Moscú, aquella intervención militar puso claramente de manifiesto que las FF. AA. rusas seguían teniendo graves carencias en los ámbitos de mando y control, comunicaciones, inteligencia, vigilancia y reconocimiento. Los ataques aéreos y de artillería no acertaban en sus objetivos, los jefes de los ejércitos tenían que utilizar sus teléfonos móviles para enlazar con los escalones superiores y numerosos aviones de combate fueron derribados por la defensa antiaérea georgiana. Las deficiencias militares puestas de relieve y el nuevo escenario estratégico tras la Cumbre de Bucarest de abril de 2008, donde se abría la puerta a una posible ampliación de la OTAN a Ucrania y Georgia, se sumaron para que la reforma militar se convirtiera en una gran prioridad política.

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Por entonces, el principal teatro de empleo previsto era el propio territorio y el entorno cercano de las repúblicas exsoviéticas. Como consecuencia de ello, el programa de reformas, inicialmente diseñado por el ministro de Defensa, Serdyukov, tuvo como objetivo principal la transformación del Ejército ruso de una fuerza de movilización con gran número de reservistas al estilo de la Guerra Fría a una más reducida, preparada, moderna, profesional y ágil con un sistema de movilización rápido, capaz de desplegar fuerzas expedicionarias en dicho entorno. Las divisiones de estilo soviético, parcialmente dotadas de personal, se reorganizaron en brigadas al completo que dependían en su mayor parte directamente de los cuarteles generales de nivel ejército.

Dichas brigadas, con una desproporcionada capacidad de combate y gran autonomía logística, debían cumplir la función de elemento fundamental del despliegue operativo, capaz de actuar de forma independiente7.

En paralelo, se inició un programa estatal masivo de armamento, asignando 1 100 billones de rublos en 10 años con el objetivo de alcanzar un 70 % de equipos nuevos o modernizados para 20208. La modernización del armamento nuclear estratégico adquirió la mayor prioridad en el Programa de Armamento Estatal para 2020 aprobado en 20119.

La Primavera Árabe y el apoyo de los países occidentales a los procesos de cambio de régimen —particularmente en Libia—, así como la persistencia en algunos países de la OTAN del deseo de seguir extendiendo la Alianza hacia el este, hizo que Putin, al volver a la presidencia rusa en 2012, diera un giro en su visión de las relaciones estratégicas con Occidente. En Moscú, se percibió la necesidad de reforzar su perfil militar frente a los antiguos antagonistas de la Guerra Fría, considerando que, únicamente recuperando el rango de gran potencia, la Federación de Rusia podría defender sus principales intereses, incluida la supervivencia del propio régimen.

A finales de 2012, el nuevo ministro de Defensa, el general Sergey Shoygu, fue puesto al frente del proyecto de modernización de las FF. AA. rusas con un cierto tono de contrarreforma, manteniendo la esencia renovadora y centrando su punto de mira frente a la OTAN. Se reestablecieron de nuevo las estructuras de división y de cuerpo de ejército, devolviendo el protagonismo a las divisiones y recuperando la capacidad para desarrollar operaciones con un mayor volumen de fuerzas y un alto ritmo de batalla. Simultáneamente, se potenció la preparación de la fuerza para combatir en toda la dimensión del espectro desde una guerra local, el conflicto regional hasta el intercambio nuclear masivo, poniendo gran énfasis en la estrategia híbrida en la que la Federación de Rusia está demostrando gran habilidad y un modelo diferenciado.

La fuerza naval conoció un enorme esfuerzo de modernización debido a su importancia tanto en la disuasión nuclear estratégica, como para la proyección de fuerza y la defensa del rango de gran potencia. Esta se está convirtiendo en una gran flota de superficie, focalizada en antiacceso marítimo, incursiones navales, defensa de costas y ataques contra la infraestructura crítica de un enemigo. La producción de diversos modelos de submarinos es otra gran prioridad. También está mejorando su proyección de fuerza con sus nuevas capacidades de misiles de alcance intermedio y largo y doble uso Kalibr, Tsirkon y Onyx.

El desarrollo y la incorporación de nuevas tecnologías por los militares rusos han ido de la mano de las nuevas ideas sobre la naturaleza de la guerra en el siglo XXI en un contexto de clara inferioridad convencional respecto a su gran rival occidental. La brecha entre una gran ambición política y una limitada capacidad militar no es nueva en la evolución de la cultura estratégica rusa. En la historia reciente, tanto al final de la Primera Guerra Mundial como de la Guerra Fría tuvo consecuencias catastróficas10. Pero esta vez, al haber aprendido de sus fracasos anteriores, Moscú ya no está construyendo unas FF. AA. que sean reflejo de la de sus rivales. Desde una posición de franca desventaja, su concepción es esencialmente asimétrica y está invirtiendo en áreas en las que disfruta o podría disfrutar de una ventaja comparativa.

La doctrina Gerasimov ha facilitado la evolución en el pensamiento militar ruso de los tradicionales planteamientos de empleo masivo de fuerza de la era soviética a un enfoque más versátil y flexible que integra fuerzas, medios y procedimientos de naturaleza muy distinta, movilizando fuerzas de operaciones especiales, vehículos aéreos no tripulados, unidades cívico-militares (como la policía militar y centros de
«reconciliación»), recursos psicológicos y de información, junto con milicias locales de toda índole y fuerzas paramilitares según las circunstancias y la disponibilidad.

En 2014, el ministro de Defensa, Sergey Shoygu, y su adjunto, Anatoly Antonov, abogaron además por el establecimiento de una red global de bases aéreas y navales para extender la presencia militar global de Rusia. A pesar de los muchos problemas conocidos de la Marina de guerra rusa, esta nueva disponibilidad ha aumentado considerablemente su capacidad de proyección naval, aérea y de defensa aérea11.

Ucrania y Siria, la fragua de una fuerza ganadora

Cuando, finalmente, la Federación de Rusia fue puesta a prueba en los conflictos de Crimea y Donbas (2014) y de Siria (desde 2015), el Gobierno articuló una estrategia arriesgada de pasos muy medidos y de empleo limitado de fuerzas, evitando ser arrastrada a una guerra sin salida como la  de  Afganistán (1979-1989), donde sus FF. AA. han demostrado gran eficacia. En ambos conflictos, las FF. AA. rusas han puesto a prueba el armamento y los procedimientos y tanto estas como el Gobierno han demostrado una desconcertante capacidad de adaptación en los conflictos armados contemporáneos. El liderazgo ruso contó con la ventaja adicional de la sorpresa que dejó a sus rivales occidentales sin capacidad de respuesta. Además de una gran unidad de acción, determinación y pragmatismo en la dirección de la guerra, la nación rusa ha demostrado gran resiliencia.

Si en Ucrania Putin intervino para impedir que dicho país se incorporara al bloque Occidental, en Siria buscó la ruptura del cerco al que Rusia se sentía sometida por parte de los países de la OTAN, reforzando con ello también su rango de gran potencia. Los dirigentes rusos consideraban que los EE. UU. y sus socios estaban tratando de derrocar el régimen de Bashar al-Asad para reemplazarlo por un Gobierno amigo o abandonar al Estado a una suerte como la de Libia. Cualquiera que fuera el resultado traería malos augurios. Un éxito norteamericano estrecharía el asedio contra la Federación de Rusia y le privaría de su principal aliado en la región; un fracaso aumentaría la inestabilidad y daría alas al terrorismo yihadista que hacía estragos dentro de las fronteras rusas.

El Kremlin hizo una gran apuesta al involucrarse directamente en Siria. El Gobierno iraní, muy preocupado con perder a su más fiel aliado en la región, le facilitó las cosas. Las FF. AA. rusas adoptaron un modelo operativo que combinaba la potencia aérea y las maniobras terrestres para aplastar a un enemigo dividido. La campaña terrestre se basó en las fuerzas del Ejército sirio, Hezbolá libanés, otras milicias y contratistas militares privados. Progresivamente, se fueron incorporando también unidades terrestres rusas de operaciones especiales, artillería, comunicaciones y otras para reforzar la capacidad de combate y dar cohesión al conjunto. La fuerza aérea y la marina rusas apoyaron a estas fuerzas realizando ataques desde aviones, helicópteros, barcos y submarinos12. Durante el transcurso de la guerra, Rusia mejoró gradualmente su integración aire-tierra con las fuerzas prorrégimen y fue incorporando cada vez más el uso de drones tanto en el aire, como en el mar y en tierra. Los esfuerzos de la Federación se beneficiaron de tener objetivos limitados y enfrentarse a los grupos rebeldes que no coordinaban sus actividades y carecían de medios defensivos clave, como armas antiaéreas.

Por otra parte, las acciones de castigo en las zonas rebeldes se han convertido en un componente importante del modelo operativo ruso, intentando negarles alimentos, combustible y ayuda médica, mientras que simultáneamente erosiona la voluntad de la población civil de luchar o de proporcionar apoyo a los grupos de oposición. La falta de escrúpulos en esta materia da mayor libertad de acción a las FF. AA. rusas en complejos teatros operacionales.

Rusia continuamente rota los cuadros de mando de nivel medio a alto en el teatro de operaciones sirio, con lo que los oficiales reciben una valiosa experiencia sobre el terreno en funciones de mando y asesoramiento. Esto repercute en su capacitación profesional y el desarrollo del pensamiento militar ruso.

La campaña militar rusa en Siria logró alcanzar los objetivos estratégicos a un coste razonable tanto en términos de bajas como económico. Nicolás de Pedro se refiere a ello como una estrategia low cost. Las operaciones y las tácticas rusas estuvieron además bien alineadas con dichos objetivos estratégicos y razonablemente sincronizadas con las iniciativas diplomáticas. Comparativamente, bien financiadas y con una base tecnológica sólida, aunque a veces le cuesta producir sistemas completamente nuevos, las FF. AA. rusas han demostrado ser en gran medida autosuficientes13.

La Federación de Rusia amplía sus horizontes estratégicos

El éxito obtenido en Siria está permitiendo que Rusia —consolidada su posición de gran potencia global y de actor imprescindible en Oriente Medio— esté ampliando su ambición al Mediterráneo oriental, África e Iberoamérica. En 2019, el ministro Shoygu informó a la Duma de que las FF. AA. rusas podrían luchar en cualquier lugar del mundo. Hoy en día, fuerzas o representantes rusos están desplegados o luchando en Siria, Libia, la República Centroafricana, Mozambique, Madagascar y Venezuela. Moscú incluso ofreció enviar fuerzas de paz a Afganistán después de los recientes acuerdos entre Estados Unidos y los talibanes. Además, Moscú ha obtenido, tiene ofertas o busca bases aéreas y navales en Venezuela, Oriente Medio, el Cuerno de África y el Sahel. Mientras tanto, la literatura militar rusa reflexiona acerca de las fuerzas de proyección porque la guerra contemporánea ocurre principalmente en aquellas regiones y otros estados fallidos14. En Libia, en particular, Moscú está poniendo en práctica un modelo operativo similar al empleado en Siria, pero con un menor grado de implicación y es todavía pronto para poder evaluar su eficacia. En Venezuela ha querido demostrar que no se debe actuar de espaldas a Rusia.

El Ártico es otra región donde el Kremlin expande sus ambiciones geopolíticas. El mundo contempla con preocupación su militarización. Allí convergen también los intereses de las grandes potencias EE. UU. y China con los de los países ribereños. Durante más de una década, Vladimir Putin ha hecho del desarrollo de la ruta del mar del Norte, así como del litoral y los fondos marinos árticos un foco de sus políticas nacionales15.

En los últimos años, Rusia y EE. UU. han desmontado el sistema de acuerdos que regulaba las cantidades y características de las armas nucleares en poder de ambas potencias, lo que ha devuelto protagonismo estratégico al arma nuclear. Este año, Putin ha firmado el decreto que hace efectivas Las Bases de la Política Estatal de la Federación Rusa sobre Disuasión Nuclear16 que actualiza la estrategia nuclear rusa. Por otra parte, donde la potencia euroasiática está despuntando y demostrando determinación y eficacia es en el dominio cibernético. Su preparación para desplegar tales capacidades para operaciones ofensivas y la de asumir grandes riesgos, rompiendo las normas de un comportamiento aceptable en un dominio tan poco regulado internacionalmente, le ha convertido en un grave motivo de preocupación para la UE y la OTAN17.

Las ventas de armas, que han aumentado como consecuencia de la eficacia demostrada y la presencia creciente de las FF. AA. rusas en los teatros internacionales, así como los ejercicios combinados, están facilitando las operaciones de proyección de poder. En diciembre de 2019, Rusia, China e Irán realizaron ejercicios navales conjuntos frente a la costa de Irán. Los funcionarios iraníes afirmaron que estos ejercicios mostraban que «Irán no puede ser aislado». En noviembre de 2019, las FF. AA. sudafricanas, rusas y chinas realizaron ejercicios conjuntos frente a las costas sudafricanas «para garantizar la seguridad del transporte marítimo y la actividad económica marítima». Del mismo modo, los paracaidistas egipcios han participado en ejercicios conjuntos anuales con tropas rusas y extranjeras en Rusia y Egipto desde 201718.

Podemos preguntarnos: ¿será Rusia capaz de sostener este enorme esfuerzo durante mucho más tiempo? De momento lo que sabemos es que los éxitos del Kremlin contrastan con las enormes dificultades y pobres resultados que Washington y sus aliados están encontrando en los conflictos armados donde se han implicado desde el 11S, se trate de Afganistán, Irak o Libia, lo que ha devuelto a Rusia un gran perfil estratégico. Todo indica además que mayores presiones por parte de Occidente no van a hacer que Moscú ceda y una gran crisis de Rusia, que podría ser el resultado de una renovada Guerra Fría, podría abrir escenarios aún peores.

Conclusión

Las graves desavenencias con EE. UU. y sus aliados han llevado a la Federación a reformar, modernizar y potenciar sus FF. AA. El empeño de las potencias occidentales de encorsetar a la potencia euroasiática en sus propios esquemas internacionales ha producido el efecto contrario: ha lanzado al Kremlin a buscarse un lugar de preeminencia en el orden geopolítico global, reconfigurando junto con Pekín un sistema internacional multipolar.

El éxito obtenido primero en Crimea y Donbas, en 2014, y después en Siria a partir de 2015 ha permitido a Putin situar su país como potencia global. Desde su consolidada posición de fuerza en Oriente Medio, Rusia está extendiendo aún más su vector estratégico por el Mediterráneo oriental, África e Iberoamérica.

Conforme este proceso se iba desarrollando, las FF. AA. rusas han pasado de la obsolescencia a convertirse en un instrumento militar puntero y eficaz con gran capacidad para navegar en las turbulentas aguas de los conflictos actuales. Rusia cuenta con la ventaja adicional de la resiliencia y la determinación en el uso de la fuerza.

El pragmatismo y la falta de escrúpulos en los asuntos militares, combinados con unas concepciones estratégicas asimétricas de amplio espectro —nuclear, convencional e irregular— han demostrado que Rusia sabe enfrentarse simultáneamente a rivales mayores y menores. Su enfoque híbrido que desdibuja la paz y la guerra, lo militar y lo civil, lo convencional y lo irregular, y que aprovecha las innovaciones tecnológicas, integrando los múltiples actores de diversa naturaleza que pueblan las guerras actuales, ha permitido a las FF. AA. rusas crear sinergias donde reina el caos.

Estas circunstancias han hecho que Moscú se haya convertido en un actor determinante bien para contar con él o para tenerlo enfrente. Dada su creciente presencia en el Mediterráneo y, sobre todo, en África, dicha cuestión afectará cada vez más a la seguridad de España.

Ante la imposibilidad demostrada de encajar a Rusia en el modelo de seguridad occidental y aceptando el hecho consumado de que vivimos en un mundo multipolar, será mejor un enfoque de coexistencia que uno de confrontación. Los enormes retos de futuro a los que se enfrenta el mundo nos obligan a dejar atrás concepciones estratégicas de alto riesgo y escaso horizonte que convierten al planeta Tierra en un polvorín.

José Pardo de Santayana*

Coronel de Artillería DEM Coordinador de investigación del IEEE

Bibliografía y notas al pie:

1-RUMER, Eugen. The Primakov (Not Gerasimov) Doctrine in Action, Carnegie Endowment for international Peace, junio de 2019, p. 1. Disponible en: https://carnegieendowment.org/files/Rumer_PrimakovDoctrine_final1.pdf

2-BLANC, Stephen. “Improvisation and Adaptability in the Russian Military”, informe del CSIS, abril de 2020, p. 5. Disponible en: https://csis-website-prod.s3.amazonaws.com/s3fs- public/publication/200430_Mankoff_Russian%20Military_web_v3_UPDATED%20FINAL.pdf

3-GRAHAM, Thomas. “Let Russia be Russia. The case for a More Pragmatic Approach to Moscow”, Foreign Affairs, noviembre/diciembre de 2019, p. 134.

4-PARDO DE SANTAYANA, José. Historia, identidad y estrategia en la Federación rusa, Documento de Análisis IEEE 16/2017. Disponible en: http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_analisis/2017/DIEEEA16- 2017_Federacion_Rusa_JMPSGO.pdf

5-HOSKING, Geoffrey. “The Freudian Frontier”, Times Literary Supplement, 10 de marzo de 1995, p. 27.

6-Defense Intelligence Agency, Russia Military Power, building a military to support great power aspirations, 2017.

7-HARRIS, Catherine, KAGAN, Frederick W. “Russia’s military Posture: Ground Forces order of battle”,
ISW, marzo de 2018.

8-“Russia Military Power, building a military to support great power aspirations”, Defense Intelligence Agency, 2017.

9-BAEV, Pavel. “Transformation of Russian Strategic Culture. Impacts from Local Wars and Global Confrontation”, Notes de l’Ifri, Russie.Nei.Visions 118, junio de 2020, p.7.

10-Ibidem.

11-BLANC, Stephen. “Improvisation and Adaptability in the Russian Military”, informe del CSIS, abril de 2020, p. 6. Disponible en: https://csis-website-prod.s3.amazonaws.com/s3fs- public/publication/200430_Mankoff_Russian%20Military_web_v3_UPDATED%20FINAL.pdf

12-JONES, Seth G. “Moscow’s War in Syria”, CSIS, mayo de 2020, p.1. Disponible en: https://csis- website-prod.s3.amazonaws.com/s3fs-public/publication/Jones_MoscowsWarinSyria_WEB_update.pdf

13-MANKOFF, Jeffrey. “Improvisation and Adaptability in the Russian Military”, informe del CSIS, abril de 2020, p. 1. Disponible en: https://csis-website-prod.s3.amazonaws.com/s3fs- public/publication/200430_Mankoff_Russian%20Military_web_v3_UPDATED%20FINAL.pdf

14-BLANC, Stephen. “Improvisation and Adaptability in the Russian Military”, informe del CSIS, abril de 2020, p. 5. Disponible en: https://csis-website-prod.s3.amazonaws.com/s3fs- public/publication/200430_Mankoff_Russian%20Military_web_v3_UPDATED%20FINAL.pdf

15-GOBLE, Paul. “Delays, Disasters and Cost Overruns Plague Putin’s Projects in Arctic”, Eurasia Daily Monitor, Volume: 17 Issue: 80, 4 de junio de 2020. Disponible en: https://jamestown.org/program/delays- disasters-and-cost-overruns-plague-putins-projects-in-arctic

16-FELGENHAUER, Pavel. “Moscow Clarifies Its Nuclear Deterrence Policy”, Eurasia Daily Monitor, Volume: 17 Issue: 80, 4 de junio de 2020. Disponible en: https://jamestown.org/program/moscow- clarifies-its-nuclear-deterrence-policy

17-BAEV, Pavel. “Transformation of Russian Strategic Culture. Impacts from Local Wars and Global Confrontation”, Notes de l’Ifri, Russie.Nei.Visions 118, junio de 2020, p. 9.

18-BLANC, Stephen. “Improvisation and Adaptability in the Russian Military”, informe del CSIS, abril de 2020, p. 9. Disponible en: https://csis-website-prod.s3.amazonaws.com/s3fs- public/publication/200430_Mankoff_Russian%20Military_web_v3_UPDATED%20FINAL.pdf

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