El Camp Nou se pobló de camisetas blancas de aficionados alemanes que vieron como su equipo anulaba al Barça

El Eintracht humilla al Barça en el césped y en la grada

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La invasión alemana del Camp Nou se veía venir. Si no era en Barcelona sería en el Bernabéu. Los dos grandes del fútbol español tienen una relación complicada con sus aficionados. Hartos de partidos sin rivales de tronío, los socios se dan a la fuga y ponen sus abonos a la venta o facilitan entradas al rival para sacarse unos euros extras. Ni Xavi se esperaba que las gradas estuvieran pobladas de seguidores del Eintracht Frankfurt, “ha sido un error de cálculo nuestro, estamos esperando que el club chequeé qué ha pasado”, comentaba el técnico tras el partido que definió el estadio como “el de una final, dividido entre dos aficiones”.

Las primeras estaciones del Vía Crucis del Barça empezaron con los pitos al autobús en la calle, después, la grada teñida de blanco y luego con Piqué fuera de la convocatoria por lesión. A los cinco minutos Eric García se llevó puesto a uno de los delanteros del Eintracht y el árbitro pitó penalti por agarrón. La estruendosa celebración del 0-1 de Kostic hundió a los jugadores del Barça que se vieron huérfanos de aficionados. La marea blanca de más de 30.000 alemanes que tomaron las calles de Barcelona también tuvo protagonismo dentro del estadio. Jordi Cruyff comentó después que “no sabíamos si jugábamos en casa”, unas palabras que dejan ver el malestar del club y que, conociendo a Laporta, depurarán responsabilidades en pocos días y habrá despidos. Hasta la grada de animación del Barça dejó vacío su espacio en el Camp Nou como protesta por la venta de entradas del club a los alemanes.

El calvario del Barça seguía su ascenso. El zapatazo de Santos Borré desde fuera del área, y sin rivales alrededor, subió el 0-2 al marcador. En la celebración, el jugador colombiano señaló el 19 del pantalón en homenaje a Freddy Rincón. El histórico delantero de Colombia y ex del Real Madrid falleció ese mismo día tras un accidente de tráfico.

Por si fuera poco, quedaba la penitencia del VAR. El aparato se desconectó en el peor momento y dejó al arbitro sin la repetición de una posible mano de un defensa del Eintracht que, de verla, podría haber pitado tal y como están las normas esta temporada. Otro circo que paró el partido casi seis minutos entre revisiones, conexiones y pinganillos.

Sin Pedri, sustituido por lesión, solo quedaba que la grada disfrutase del 0-3 de Kostic mientras el Barça intentaba replicar alguna de las dos remontadas del Real Madrid en lo que va de Champions. Pero al Camp Nou ya no le salen esas noches. Busquets y Memphis maquillaron el marcador, pero la vergüenza en el césped y en la grada no hay pintura que la disimule.

El noveno de la liga alemana ya apuntó maneras en el partido de ida. Xavi no tomó nota porque su estilo no implica estudiar al rival. Pretende tener la ascendencia suficiente sobre los jugadores para motivarles sin pizarra y eso solo les funciona a los elegidos. Durante el partido apenas tuvo capacidad de reacción. La defensa hace aguas y el poco dinero que pague Spotify será para fichar centrales que den sentido a la zaga.

“¡Qué bonita es la Semana Santa en Barcelona!” gritaban los miles de aficionados bávaros que rodearon el estadio durante el partido. Con la procesión de goles a hombros de sus costaleros tuvieron suficiente pasión. Lo malo, es que el Barça tampoco se olvidará del cirio que montó el Eintracht en una noche de Jueves Santo de 2022. 

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